ONE SHOT

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En la aldea oculta de la Hoja, cuenta el día que a una princesa se le perdió el niño. 

Era una tarde como cualquier otro, ella realizaba los preparativos cotidianos para la noche mientras que el niño se encontraba muy inquieto por jugar con sus compañeritos habitantes del bosque de la familia Nara.

Su padre lo llevaba a menudo a pasear dentro del bosque, lo cual era su parte favorita pues lo llevaba a un lugar en especial: Una gran familia de animales con ramas en las cabezas , y permitía acariciar a esos desconocidos, reía cuando ellos lo lamían y dejaban que le diera besitos en respuesta; el adulto, sonriente ante la interacción, disfrutaba esos momentos con su niño sin dejar de observar todo los movimientos que realizaba.

La primera vez su papá le había dicho que se llamaban "ciervos" a los adultos y "cervatillos" para los pequeñitos, lo cual le fue  fácil de memorizar pues tanto mami y papi de una forma cariñosa lo llamaban "mi cervatillo", en poco tiempo había logrado memorizar los nombres de todos sus amiguitos del bosque.

Shikadai era un pequeñín travieso. Y como todos los pequeñines traviesos, le pidió permiso a su mamá para salir a jugar un rato por el bosque de la casa. Usualmente esperaría a su padre para que lo lleve, pero estos días éste llegaba muy tarde a casa luego del trabajo y encontraba al niño durmiendo. Ella, entendiendo eso, salió con su pequeño en brazos y lo llevó a la puerta trasera de la casa, lo bajó y le dijo amorosamente:

- Anda, hijo mío, puedes pasear por el bosque sin alejarte mucho de  casa, pero no te demores mucho...

Shikadai asintió la cabeza y besando en la mejilla a su madre, echó a correr hacia el bosque, y la princesa, sonriendo, lo vio alejarse hasta desaparecer en la entrada del bosque. Ella sabía que el niño era dócil y obediente, por eso estaba segura de que no se alejaría demasiado.

El niño corrió alegremente por el bosque,  los habitantes se sorprendieron de ver al "pequeño príncipe" caminar solo, normalmente iba acompañado por el rey, últimamente no los visitaban, y tenerlo ahora los llenó de emoción. El niño buscaba a sus amigos ciervos y cervatillos, entonces se dispuso a preguntar a los otros habitantes por ellos.

El príncipe se acercó a unas mariquitas y preguntó::
- Hola madiquitas!  ¿no han visto a mis amiguitos ciedvos?
- Si pequeño príncipe, estuvieron por aquí jugando, pero luego se fueron a las hierbas a comer- respondieron ellas. El príncipe agradeció la respuesta y corrió hacia donde ellas estaban.

El principe continuó corriendo. Llegó pero no encontró a sus amigos, entonces le inquirió a las hierbas:
- Hola hermosas hierbas! ¿No comieron de sus tallos mis amiguitos?
- Si pequeño príncipe, pasaron por aquí pero nos dejaron muy lastimadas - dijeron las hierbas, a lo que el principe, un poco triste por ellas, frotó sus tallos con delicadeza y les depositó un beso para que se curaran. Su mamá  hacía eso cuando llegaba sollozando por una heridita, le daba un besito en la zona luego de curarlo y le cantaba su canción favorita.

- Muchas gracias pequeño príncipe, vimos a sus amigos ir a beber a la acequia – respondieron las hierbas. El príncipe agradeció la respuesta y corrió hacia el sonido del cauce.

El trayecto cada vez se tornaba anaranjado, anunciando que pronto el sol iría a dormir, el niño apresuró su búsqueda y lo encontró 

El príncipe preguntó a la acequia:
- Hola agüita! ¿no has visto a mis amiguitos ciedvos?
- Si pequeño príncipe, estuvieron por aquí bebiendo y  jugando, pero luego se fueron siguiendo mi cauce, tenga cuidado por donde camine, no caiga en mis aguas por favor- respondió la acequia. El príncipe agradeció la respuesta y obediente corrió separándose un poco de la acequia hacia donde el cauce lo llevara.

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⏰ Última actualización: May 24, 2020 ⏰

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Las lágrimas de la princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora