(TN) siempre había tenido una vida normal, sin contar que sus padres debían viajar mucho por su trabajo y le toca pasar largas temporadas con su tío. Sin embargo, a sus diez años, una mañana se despertó con orejas y cola de gato. ¡Incluso sus colmil...
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—Buenas noches, señor y señora (TA). Buenas noches, (TN)-ya —saludó Law, amablemente desde la puerta—. Me presento, soy Trafalgar Law, compañero de clase de su hija.
—Oh, buenas noches, Law. ¡Qué chico tan educado! Pasa, por favor —comentó la mujer, emocionada. A la joven se le erizaron los pelos al notar tanta amabilidad por su parte. Maldito borde embustero—. Vamos, cariño, acompáñale a la mesa.
—Eso, (TN)-ya —añadió el pelinegro, sonriendo de lado.
—Claro, querido compañero de clase —dijo ella, sonriente. Se abrazó a él y le empujó para que caminara. ¿Quería jugar? Pues jugarían.
—No te pases... —murmuró Law.
—Tú has empezado —se quejó ella.
—No me habías contado que os llevabais tan bien —dijo su madre, contenta. Los dos sonrieron falsamente—. Querido, siéntate tú también. Yo traeré las cosas.
—No, tranquila. Los dos juntos, así empezaremos cuanto antes. Creo que estamos todos hambrientos —comentó el hombre. Se giró hacia el compañero de su hija—. Por favor, siéntete libre de quitarte el gorro si te incomoda. Aquí no necesitas esconderte.
Law asintió y se retiró el gorro, dejando a la vista sus puntiagudas orejas negras. Los dos adultos acercaron los diversos platos hasta la mesa. Habían preparado todo tipo de nigiris: de salmón, de atún, de langostino, de caballa, de anguila... De varios tipos de pescados. A los dos jóvenes se les hizo la boca agua nada más dejaron los platos sobre la mesa. Charlaron animadamente mientras disfrutaban de la cena.
—Oye, Law. ¿Cómo es que estás en el curso de (TN) si eres un año mayor? —preguntó la madre, con curiosidad.
—Mi tutor tuvo un problema con los papeles que certificaban que habíamos hecho ese curso —explicó el pelinegro, mientras se servía un poco de agua.
—Vaya. Pues ha sido una suerte que hayas coincidido con ella. Necesitamos respuestas sobre lo que ha ocurrido para que nuestra hija acabe así —intervino el padre.
—Mi tutor le informará apropiadamente de todo lo que sabemos y de nuestras intenciones —dijo Law—. Ella os lo comunicará y, si tienen alguna duda pueden transmitírmela.
—Oye, ¿y qué tienes pensado estudiar en un futuro? —preguntó la mujer.
—Me gustaría estudiar medicina —contestó él, con decisión
—Vaya, es genial que tengas las cosas tan claras. Mi hija no tiene ni idea de lo que va a hacer. —(TN) puso los ojos en blanco ante el comentario de su madre. ¿Por qué tenía que hablar de ella? Quería que se acabara ya esa cena—. Debes sacar muy buenas notas, ¿no?
—La verdad es que sí —contestó el pelinegro, orgulloso.
—Qué bien, a (TN) se le resisten un poquito las matemáticas —comento ella.
