Unic

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Los apresurados pasos de los estudiantes al correr por los pasillos retumbaban por toda la institución. El timbre que anunciaba el inicio de la primera hora de clases no paraba de azotarse contra los oídos de todo el alumnado, provocando así que todos entraran en un estado de ansiedad y apuro que no se calmaba hasta ingresar al aula de clases que le correspondía a cada sección.
Era solo allí donde se permitían soltar el aire contenido en sus pulmones y dejaban que sus hombros se destensaran mientras sacaban sus cuadernos y lápices para empezar a tomar nota de todo lo que considerasen importante durante la clase.

Lee Felix tenía su estrategia para no ser atropellado por la manada de alumnos que corrían veloces a sus clases. Solamente quedándose observando la misma rutina de todos los días: Profesores y alumnos avanzando a toda velocidad hasta entrar en el aula de clases correspondiente, algunas chicas o chicos nuevos que eran arrastrados por la multitud, otros que eran magullados y golpeados por tratar de detenerse mientras la muchedumbre seguía avanzando.

Y él solo permanecía ahí observando, con su casillero abierto y sus libros en mano mientras sus compañeros se mataban por entrar primero y tomar el mejor asiento junto a sus compinches de clase.

Recordaba la primera vez que tuvo que pasar por ahí, pensó que sería relajado. Todos caminando con tranquilidad hacia sus clases posiblemente metidos en sus celulares o escuchando alguna canción con sus airpods, Pero no, al contrario: Se llevaron por el medio al pobre Felix que solo quería asistir a su clase de química y lo dejaron magullado en el piso cubriéndose la cabeza con sus brazos en posición fetal, aterrado. Literalmente sus compañeros le habían pasado por encima sin preocuparse por su bienestar. Y eso obviamente le dejo una lección

— Tarde Lee, otra vez — Le recriminó su profesora de historia cuando entró al aula con 5 minutos de retraso, mientras escaneaba con la mirada la disponibilidad de asientos detallando con cautela quienes eran las personas con las que tendría que compartir escritorio.

Para su suerte, sentado en el escritorio al lado de la ventana y guardándole un asiento se encontraba uno de sus amigos más allegados: Seo Changbin. Quien solamente se paseaba de aquí allá entre las aplicaciones de su celular sin prestarle ni una pizca de atención al docente dentro del aula.

— Lo siento maestra, no volverá a pasar — Le contesto sonriente, haciendo que sus ojitos se cerraran en dos pequeñas y adorables líneas. Una imagen tan tierna que logro que la docente apaciguara su molestia.

— Eso ya lo he oído antes jovencito —

Felix no pudo evitar hacer una mueca un poco incomoda al escuchar esas palabras, rasco su nuca un poco avergonzado y prosiguió hasta su asiento junto a su compañero quien no pudo ocultar el brillo de sus ojos al ver al menor sentarse a su lado.

— Buenos días Lix — Le saludo en voz baja, con una preciosa sonrisa enmarcando su rostro y con sus mejillas ligeramente sonrojadas.

— Buenos días Binnie, ¿Dormiste bien? —

El moreno asintió sonriente, sintiendo su estomago llenarse de mariposas al percibir ligeramente el dulce perfume de su contrario. No lo negaría, llevaba enamorado de su compañero de historia desde el primer momento en que lo vio, desde que intercambiaron palabras la primera vez. Pero nunca se atrevió a confesarse ni tampoco pensaba hacerlo después de leer repetidas veces en el transverso de los cuaderno de Felix, el apellido de el ardiente profesor física junto al suyo encerrados en un corazón .

Y eso le molestaba, sabía que el menor nunca encontraría la felicidad porque ese era un claro ejemplo de una relación prohibida, la única posibilidad de que pasara era en los románticos sueños de Felix.

Not Platonic | Chanlix [OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora