No era correcto, mucho menos la mejor opción, pero vamos, se encontraba en todo su derecho. No es como que intentara justificar sus acciones solo que era comprensible su actitud, lo que aparentaba ser una dulce reunión familiar resultó en un intercambio de insultos y media casa destruida.
No se consideraba impulsivo, al contrario era particularmente bueno ignorando a todas esas personas con lenguas venenosas, pero en esta ocasión se habían metido con su punto débil.
Can.
Ese idiota, ¿acaso se imaginaba en el problema que lo acababa de meter?, claro que no, lo único que lograba carburar su cerebro era lo que pediría en la cafetería al hora del almuerzo.
Ahh pero como lo amaba, en verdad que lo hacía, claro ejemplo la situación en la que se encontraba. Sus gustos y preferencias ante sus ojos era algo que nadie tenía derecho a juzgar, y cuando su hermano se tomó la libertad de ofender a su chico fue más que evidente que había cruzado aquella línea imaginaria que dividía a la tranquilidad de la furia.
Se sentía un poco avergonzado por su actuar, no le gustaba ser el centro de atención y mucho menos ser parte de una pelea.
Y ahora lo único que quería era llegar a casa, ese lugar donde podía ser el mismo y no sería juzgado por nadie. Su pequeño paraíso que a pesar de no ser muy lujoso era cómodo y cálido.
En busca de su independencia y con poco dinero en el bolsillo lo había adquirido hace unos años, al no estar ubicado en una zona prestigiosa resultó bastante económico además el lugar era tranquilo y hasta el momento esa parecía ser su mejor inversión, ahí conoció a Can.
Desde el primer momento en que lo vió quedó flechado por esa cosita hiperactiva, después de algunas citas y un montón de esas cosas trilladas que no explicaría terminaron formalizando su noviazgo, vivían a dos casas de distancia por lo cual pasaban demasiado tiempo juntos, pero esté se volvió poco cuando ambos adquirieron más responsabilidades por lo cual decidieron dar ese gran paso y mudarse juntos, algo que solo sabían sus amigos. Por suerte.
Debió haber seguido el consejo de Pete y poner una excusa para no asistir a esa cena, un simple "estoy resfriado" o "Tengo demasiado trabajo" hubiera sido suficiente para sus progenitores los cuales no buscarían insistir.
Desde una corta edad fue víctima del preferitismo que sus padres tenían por su hermano, nada de lo que hacía parecía suficiente para ellos y aunque trataba de ocultarlo eso le afectaba, nunca recibió una felicitación o un pequeño cariño, no obstante aprendió a vivir con ello, al llegar a la adolescencia el expresar sus emociones o sentimientos le resultaba costoso, la inseguridad de dar lo mejor de el y ser traicionado lo atormentaba, poco a poco fue construyendo una barrera que nadie se atrevía a cruzar, a escepcion de ese niño flacucho de cabello castaño, su ahora mejor amigo, era de admitir que durante un tiempo se encontró a sí mismo enamorado de él y cuando no fue correspondido hizo un gran trabajo aceptándolo, era totalmente consiente de que no podría intervenir en la emociones de una persona.
Con el tiempo aprendió a confiar en la personas, el cual a pesar de ser un proceso duro, pudo superar. Tal vez su familia nunca estuvo para el y probablemente nunca lo estaría, pero había personas que lo querían y apreciaban, que estarían para el bajo cualquier circunstancia y sin esperar algo a cambio, aquellas que lo apoyarían y nunca se alejarian.
Además después de mucho tiempo finalmente era la primera opción para alguien.
A sus 27 años la vida empezá a pintarle de buena manera, tenía buena estabilidad económica, tranquilidad y lo más importante amor y cariño. Pronto empezaría los trámites de adopción junto con Can, las probabilidades de lograrlo eran altas y sus amigos los apoyaban, a este punto no podía pedir más.
El viento soplaba contra su cara y la noche empezaba a caer sobre las calles, tal vez no fue la mejor idea regresar a casa caminando y a estas horas sería difícil encontrar un taxi, bueno al menos faltaba poco para llegar.
Se moría de hambre y el frío comenzaba a calarle los huesos, cuando llegara obligaría a Cantaloupe a abrazarlo toda lo noche, no sin antes ver esa película que venía programando desde hace unos días.
Las hojas de los árboles bailaban de un lado a otro de forma ordenada, algunas caían y el irlas pisando funcionaba de distracción, a lo lejos pudo divisar su pequeño hogar, solo un poco y se encontraría ahí.
Un pequeño ruido de entre los arbustos llamo su atención, pensó que era un pequeño perrito de esos callejeros, puede que estuviera lastimado, lo llevaría a casa, le curaría y daría un poco de alimento, decidió acercarse a el, mala idea.
Se fue haciendo espacio para poder llegar a esa pequeña criatura, conforme avanzaba la imagen de un perrito se iba distorsionando, el miedo empezaba a recorrer sus venas pero la curiosidad era más grande. Una imponente figura se posteaba ante sus ojos, quería gritar, correr pero no podía, sabía lo que vendría.
Todo se volvió oscuro.
- Príncipe del hielo
×××××××××××××××××××××××××××××××××××××××
Hola, después de mucho tiempo.
:))
💙💛💚