𝕬𝖖𝖚𝖊𝖑 𝖉í𝖆 𝖖𝖚𝖊 𝖚𝖓 𝕭𝖑𝖆𝖈𝖐 𝖆𝖉𝖔𝖕𝖙ó 𝖆 𝖚𝖓 𝖓𝖎ñ𝖔 𝖉𝖊 𝖚𝖓 𝖔𝖗𝖋𝖆𝖓𝖆𝖙𝖔 𝖒𝖚𝖌𝖌𝖑𝖊.
Año 1969
Se pasaba en boca en boca el rumor de que el orfanato de San Artemio en la cuidad de Westminster se encontraba en quiebra, se negaban a aceptar dinero del estado y su iglesia poco a poco fue cayendo en penuria, sus días de misa pasaron a ser ruegos de desesperación, el padre había sido encontrado muerto y no hallaban culpables. Las personas que vivían cerca de la casa hogar hablaban de una niña que se comunicaba con las serpientes, por las noches se escuchaban los gritos de esta siendo torturada por las madres, se decía que la obligaban a tragar terribles brevales para sacar al demonio que llevaba dentro.
La pequeña había llegado al orfanato a los días de haber nacido, la habían encontrado en la villa cercana a la casa hogar, bajo un árbol, arropada entre un par de mantas. Era tan pequeña que las hermanas de la iglesia creían que había nacido antes de tiempo. Durante semanas estuvo bajo el cuidado de las mujeres del orfanato, lloraba sin cesar y mientras iba creciendo su llanto no se iba, esperaban que empezara a hablar y poder entender el porqué lloraba tanto, pero pasaron dos, tres, cuatro años y ninguna palabra o mutido salió de su boca. Desde la aparición de aquella niña a la que llamaron Marceline, ocurrían cosas que nadie más podía explicar, lo atribuyeron a que quizás la bebé estaba bendecida por Dios, que quizás era una nueva mensajera pero la primera vez que la encontraron hablando fue a las afueras de la casa hogar a los cinco años con una pequeña serpiente que se había colado en el jardín. Inmediatamente la madre Margaret quien era la jefa de todas las monjas del hogar, la encerró en su habitación y no le dio comida durante un día entero.
Creció como una huérfana, hasta la edad de nueve años. Una mañana en la que ayudaba con la limpieza del jardín con otros niños más grandes que ella, la hermana Helen la llamó desde adentro, cuando esta se acerco con sus manos llenas de tierra y prendas de vestir viejas, la hermana intentó arreglarla un poco dándose cuenta de que era una tarea casi imposible.
Un señor se encontraba sentado frente al despacho de la madre Margaret, parecía que olía mierda por su eterna expresión de disgusto, su ropa brillaba de lo limpia que estaba, sostenía su bastón firmemente, volteó a ver con unos ojos cansinos a la pequeña niña sucia que entraba a la sala.
— Esta es Marceline, no habla mucho pero debe estar muy contenta de que una familia quiera adoptarla, ¿Cierto? — La madre Margaret lanzó una fuerte mirada dándole órdenes a la niña de asentir, una sonrisa mal hecha se posó en su rostro y arrastró por la mesa unos papeles — Sólo tendrá que firmar esto último y es toda suya.
El papeleo fue veloz, más del que se esperaba, las hermanas se morían de ganas por deshacerse de Marceline, era la primera vez que alguien se interesaba en llevársela y no perderían dicha oportunidad. El hombre la tomó para irse de allí, el orfanato la entregó sin hacer demasiadas preguntas, el señor tampoco parecía haberse tomado el tiempo de conocerla, era como un perro al que había comprado, un nuevo juguete para sus hijos.
El señor la tomaba del brazo, intentando no hacer presión, quizá para no incomodarla o quizá para no ensuciarse de su ropa mugrienta. Aquel orfanato cristiano no le daba tanta importancia al cuidado de los niños y mientras salían, podía notar como aquellas mujeres poco agraciadas se preguntaban entre ellas en susurros como era posible que un señor tan bien acomodado, se llevara de entre todos los niños a esa pequeña que rara vez hablaba.
— Mi nombre es Cygnus, Cygnus Black, por lo que veo te llamas Marceline.
...
— ¿No piensas hablar? — Frunció el entrecejo mientras se acercaban hasta unos árboles cercanos al orfanato — Pues, en algún momento tendrás que hacerlo Marceline.
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Avadame | Sirius Black |
Fanfiction༺ 𝕬𝖛𝖆𝖉𝖆𝖒𝖊 𝖆𝖍𝖔𝖗𝖆 𝖒𝖎𝖘𝖒𝖔 ༻ Cygnus Black trajo una mañana del 1969 a una niña en arapos, su roja vieja lucia como si en cualquier momento se fuera a romper. Druella, su esposa, creyó que era un chiste, la niña vestía como su elfo domés...