Tiempo.

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No me importa lo que pase mañana; no me importa lo que pasó ayer; sólo me importa lo que está pasando en este momento. Ven, ven que ya te quiero en mis brazos, quiero sentir tu cuerpo pegado contra el mío, desnudos, sudando y gozando sin parar. Quiero que seas mía hoy, no me importa si después serás de alguien más, porque sabrás, que al único que en verdad le perteneciste fue a mí, serás mía, serás mía aunque no quieras porque en el fondo, muy en el fondo me deseas. Te quiero, ¿tú me quieres? ¿qué tanto? ¿por cuánto tiempo? Te siento, poco me importa todo lo que después se diga de mí, lo que se diga de nosotros. No me importa nada, lo único que en esta vida me interesa es que seas mía. No espero que nos quedemos pegados para siempre, qué aburrido, qué cliché. Ven, mi amor. Acércate. Toco tu cuerpo, poso mis manos en tu cintura y las meto por debajo de tu ropa, te la quito, ya de nada te sirve, siento tu respiración frenética, tus latidos acelerados, tus labios en mi cuello, acariciándome. ¿Cuánto tiempo nos quedará? Desde que iniciamos lo nuestro supimos que tendría un fin, a eso está condenado todo, ¿no? A terminarse. No, no me mires así, yo no inventé las reglas, ambos estuvimos de acuerdo al aceptarnos, deja de pensar, deja de pensar. Ya no tiene sentido que lo hagas, no sirve. Tira todas tus inseguridades a la basura, nos estorban. Te quiero, te quiero natural, déjame conocerte del todo, todo tu ser, la bestia que reside en ti. No llores, disfruta este poco tiempo que nos queda, disfrutémonos aunque sólo nos queden minutos, la vida se nos va a ir en un suspiro y a ti te quiero dedicar varios. Reposas tus piernas, tus muslos en mis hombros y yo pruebo un poco de ti, amo tus gestos, tus manos sosteniéndome, agárrame y no me sueltes nunca. ¿Te sientes bien? ¿quieres un respiro? El para siempre es ficción, sólo lo encontramos en las narrativas que nos inventamos para poder sobrellevar esta carga, somos tan ligeros, tan leves, no somos nada. Nacemos y morimos, ¿para qué? Quién sabe, ¿es real? Lo real es tan cierto como estés dispuesta a creerlo, pues nada existe, sólo tengo certeza al sentirte, al tocarte, estás aquí y para ello no necesito pruebas, te tengo aquí, te veo, te adoro, soy totalmente devoto a ti, creo en ti y en nada más. Nada es más inspirador que el placer, el placer carnal que nos eleva de a poco a lo espiritual, tocamos el cielo por unos cuantos momentos, lo suficiente para que no nos hartemos de su encanto, porque al final, todo nos aburre, ¿no es así? Nos cansamos hasta de lo que mejor nos hace sentir, aún no sé la razón, pero es un hecho, todo tiene fecha, estamos condenados a esta jaula llamada tiempo; nadie la ve, pero la sentimos, somos parte de ella, invisible y aún así nos domina por sobre todas las cosas, el tiempo, ¿Qué es el tiempo? No lo sé, sólo sé que lo recuerdo, mi memoria es la única cosa que puede confirmarme que existí, porque recuerdo lo que hice ayer, pero no recuerdo nacer. Recuerdo el sabor de la miel, del café, pero no recuerdo tu rostro más, a pesar de probarlo, a pesar de que lo sentí, de que probé tus labios, de que se volvió mi sabor favorito, a pesar de todo, te olvidé, ¿pero por qué? ¿aún te quiero? ¿te quise? Todo termina, mi amor. Ojalá hubiera podido entenderlo como lo entiendo ahora hace mucho tiempo, ojalá, ojalá, ojalá. Hubiera aprovechado mi tiempo en memorizar todo aquello que me apasionaba, el porqué, así no se me hubiera olvidado que te quise, porque creo que te quise, porque si nunca lo hubiera olvidado, tal vez te seguiría queriendo y tal vez te hubiera recordado que me querías, porque tal vez pudieron ser mejores las cosas, porque esta vida tiene muchos tal vez, pura habladuría de personas necias que no hacen más que quitarnos el sueño, viajando entre la fantasía de la mente para poder soportar nuestra horrible realidad. 

Cuentos de un adolescente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora