LAZOS

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—¡Ven aquí pequeño gatito!

—No te haremos daño.

—¡Solo queremos darte amor!

—¡Déjenme en paz, malditos pervertidos!

Aquel grito envuelto en pánico y desesperación pertenecía a Sasuke Uchiha, un estudiante de primer año. Con solo doce años recién cumplidos, ese día, había alcanzado su madurez sexual alertando a todos los machos de su especie, no solo eso, eran toda variedad de felinos los que corrían tras él para aparearse con su inexperto cuerpo.

Había ocurrido tan de repente, que no había tenido tiempo de traer sus pastillas consigo. Siempre las llevaba en su bolsillo, sus padres le habían explicado que estaba en edad de despertar su primer celo, y para no pasar por esos problemas, para no quedar embarazado de un extraño, su medicamento era su solución. Grave problema cuando se enteró que estaba largando un aroma peculiar de su cuerpo en pleno recreo y los varones comenzaron a mirarlo lascivamente, con hambre en sus ojos. Lo peor del caso, es que había olvidado las pastillas en casa, sabía que evadir a media escuela sería realmente difícil y tenía miedo, miedo a que lo violaran y nadie le ayudara.

—¡Auxilio!-gritó por el pasillo. No era posible que esto estuviera ocurriéndole... ¿porqué a él? Justamente hoy, hoy que había cometido la estupidez de olvidar las pastillas.

—¡Pequeño, no corras, todo estará bien!

—No te preocupes, lo pasaras bien.

Esos malditos púberos estaban excitados y solo se dejaban manipular por sus instintos animales. Solo querían sacarse las ganas con él, y su puto cuerpo que emanaba un aroma para atraerlos, tenía que huir de la escuela. Buscar algo con que taparse, y correr a casa.

Dobló otra esquina, dos gatos monteses lo esperaban con los brazos abiertos. La pantera azabache se encontraba rodeado por cinco felinos, si creían que iba a entregarse sumisamente estaban equivocados.

—Gatito...-jadeaba.

—Voy a defenderme, imbéciles-dejó al descubierto las garras en la punta de cada dedo y los afilados colmillos. Una mordedura de una pantera podría ser letal, y Sasuke estaba dispuesto a protegerse fieramente.

Sus orejas peludas y redondeadas se pusieron en alerta ante cada movimiento. Dos de ellos saltaron contra él, arañó sus rostros y los mandó al piso con una patada, luego su instinto le advirtió del resto.

—¡Aaag, mi cara!

—¡Me arañó el ojo!

Por lo general, eran estúpidos cuando iban detrás de una hembra o doncel, ya que solo pensaban en sexo y no en la manera estratégica de evadir golpes. Agradecía a Anko sensei por sus clases de reproducción, le estaban sirviendo mucho. Quedaron tirados lamentándose del dolor y uso eso a su favor para seguir corriendo. La suerte no parecía estar a su lado, había huido tanto, que había llegado al sector que estaba siendo reestructurado. Por consiguiente, no había estudiantes ni nadie ahí, fácilmente podrían someterlo y ningún adulto escucharía sus súplicas.

—No puede ser...-sollozó de impotencia. Sintió más pasos en su dirección, su maldita fragancia los llamaba, era imposible ocultarse.—No quiero, no quiero que me toquen...-estaba desesperado. Volteó a enfrentar a sus próximos adversarios.

—Que rico perfume, muero por ponerle las manos encima.

—Yo lo vi primero-gruñó el otro macho.

—El más fuerte soy yo, gatos domésticos-sonrió el puma—Él es mío.

Y entonces empezó una discusión de machismo por querer a la pantera, como si fuera un pedazo de carne. Sasuke veía si había posibilidades de escapar hacia ellos por un lado, pero lo más factible es que lo jalaran de un brazo y estaría perdido.

KissWhere stories live. Discover now