Reemplazo indulgente | MinSung

Único

   Minho nunca ha sido muy fan de la cultura de su especie, es más, pasa de ella tanto como pasa de sus padres cuando lo regañan por no mostrar respeto a sus mayores rangos. Él mismo había expresado su opinión sobre el tema de las jerarquías ciento y una veces, y aún así, no lo tomaban en serio. Tampoco creía del todo en la idea de tener una pareja predestinada, alguien que te complementase y que te mantuviera cuerdo. Eso era una jodida estupidez para él, pero aunque no lo creía al cien por cien, tampoco estaba en contra.

   El alfa nunca soñó con encontrar a esa persona especial, que lo hiciera sentirse único y completo. Eso eran solo los típicos sueños de niñas que él nunca había llegado a tener.

   Por eso, cuando sus amigos lo obligaron a tener una cita doble con ellos casi se convierte en lobo ahí mismo y sale corriendo hacia el campo sin importarle que los humanos se escandalizaran y lo tacharan de cambiaforma loco. Querían encontrarle pareja, aunque no fuera la predestinada y eso le cabreaba. Por desgracia no pudo huir como hubiera querido y eso le puso aún de más mala hostia después de todo lo que llevaba de semana.

   "Al menos podré pasar un buen rato si no se resiste". Se dijo a sí mismo antes de embutirse en unos pantalones vaqueros negros rotos y una camisa roja a cuadros.

   Y no estaba muy mal encaminado, porque tal y como había previsto, la omega no se había resistido en lo más mínimo y eso para él estaba bien. Estaba estresado como el diablo y necesitaba descargar energías con alguien. Aunque solo fuera una omega aleatoria que ni aunque lo intentara se la ponía dura.

   Como predijo se fueron de allí los primeros, recibiendo una mirada desaprobatoria por parte de Félix, que no le afectó un carajo porque se fue de allí igual. El sexo con la omega no estuvo mal, pero se notaba que no le gustaba en absoluto. No fue un problema al fin y al cabo, ya que había podido descargar energías después de aquella larga semana.

   El problema vino después de aquello, unas horas después del rato compartido en la cama.

   Despertó al notar un movimiento brusco en la cama y se agitó, mostrando que estaba molesto, pero luego vino un picor extraño en la palma de su mano. Se la rascó frotando con las sábanas por inercia, pero el picor no se fue ni aumentó, sino se cambió por un escozor agudo que lo hizo gruñir roncamente y abrir los ojos. La omega estaba ahí, sentada en el borde de la cama mirando su palma fijamente. No intentó acercarse amorosamente, tampoco acariciarla en modo protector, ni siquiera tenía ganas de preguntarle qué le pasaba. Pero antes de mirar lo que le pasaba en su propia mano -ya que era soportable- le preguntó a ella.

—¿Qué pasa?—La omega no se dio la vuelta, tan solo subió su mano dejando a la vista del alfa la marca que se estaba formando en su palma izquierda. Marca de emparejamiento.

   El alfa no contestó, tan solo encendió con rapidez la otra luz de la habitación y dudó antes de levantar su mano derecha, donde él tenía una marca idéntica a la de Nayeon. Al principio estaba nervioso, no entendía muy bien el porqué exactamente, pues la verdad era que la omega no le atraía para nada de ningún modo. Es más, ni siquiera lo hacía sacar su lobo para pretegerla de cualquier estupidez ni esas cosas ridículas que los lobos emparejados hacían. Así que, no se lo creyó, y al parecer ella sí, pero de otro modo.

—Lo siento.—Dijo antes de levantarse.-No voy a emparejarme contigo.-Fue rápida y directa, y aunque no le dolió por obvias razones, le dejó una extraña incomodidad en el pecho.

—Entiendo.—Se limitó a contestar aún mirando su palma derecha. Se veía tan diferente en su propia mano que en la de los demás.

—Sé lo que le pasan a los alfas cuando no se emparejan.—Empezó a hablar mientras se vestía.—Os volvéis inestables, creo que había gente que os llamaban locos también. No sé. Pero espero que no te pase y que lo aceptes bien.—Minho no dijo nada, tan solo empezó a vestirse también.—Lo siento de nuevo.