Al final la tensión y la presión hacen que me derrumbe, caigo al suelo de rodillas. No noto el impacto contra el duro parqué, tampoco oígo las voces de mi alrededor, sólo veo como mueven los labios en mi dirección, diciéndome algo que nunca llega.
Quiero levantarme pero el pánico me lo impide, todas las células de mi cuerpo me gritan que corra, que huya lejos y que no vuelva a asomar la cabeza fuera de mi escondite. Pero ¿para qué?
Una y otra vez las palabras de la nota resuenan en mi cabeza, me atormentan, me persiguen. Saben que soy culpable, me gritan que soy un monstruo, que debería desaparecer y que él puede hacer mi deseo realidad.
Alguien me zarandea pero no logro vislumbrar quien es. Mis ojos se van cerrando lentamente hasta que ni un solo resquicio de luz queda a mi vista y entonces todo desaparece.
- Puedo quedarme a cuidarla si quiere.
- No, es mejor que te vayas. Le ha dado un ataque de anemia y necesita descansar.
Intento incorporarme pero no lo consigo. Estoy destrozada y solo consigo abrir los ojos. Miro alrededor. Mi habitación. Tan vacía y solitaria como siempre. Tampoco me importa mucho, mejor así. Nada a lo que sentir simpatía o cariño. Cuanto menos apego le tenga a este lugar más fácil será irme. Aunque la sencillez de este ático ya ha calado en mi, y despedirme de mi cama, mi armario descolorido y de ese estúpido escritorio que una vez fue de mi padre duele solo de pensarlo. Podría llevármelo pero mi vida no creo que sea muy larga como para querer atesorar alguna cosa. La muerte es una buena opción ahora que la tengo tan cerca. Esa persona puede ser mi salvación. Sonrío. Mis palabras son tan patéticas que me doy asco a mi misma, pero para todo el mundo una vida sin mi sería más fácil ¿no? Menos preocupaciones, menos muertes, menos responsabilidades, menos... Una lágrima desciende por mi mejilla. Estoy harta de llorar, de ser tan egoísta y de vivir. Pero algo me retiene y no sé que es. Sería tan fácil solo desaparecer...
- ¿Puedo al menos despedirme de ella?
- De acuerdo, pero acaba rapidito.
- Me tengo que ir Syb, cuídate mucho. Te llamo mañana y a ver si puedo venir a verte pronto. Me da un beso en la mejilla justo donde la lágrima caía y se la lleva con él. Hago un esfuerzo por sonreír aunque me cueste, se lo debo.
Cuando oigo la puerta principal cerrarse empiezo a hablar.
- ¿Era alguien de mi familia?
- Me temo que si.
- Aún así seguiré trabajando, tranquila.
- Si lo haces ahora te encontrará y te matará.
- ¿Y que importa eso?- le digo alegremente.
- Estás loca niña. No digas que no te lo he advertido.
- Cállate. No tienes derecho a decir nada cuando solo te preocupas por el dinero.
Sin negarlo se va, dejándome sola. Empiezo a reírme. Me lo imaginaba. Gimoteo, pero me aguanto, no pienso llorar más. Me prometo que hasta que vaya a morir no lo volveré a hacer, por muy doloroso que sea lo que me pase.
Respiro hondo, intento levantarme otra vez pero solo consigo agotarme sin conseguirlo. Maldita anemia. No creo que consiga nada por hoy, puede que dormir sea lo mejor.
-¿ Que haces Cordelia?
- Cordelia Mer, creo que deberías saber el nombre completo de quien te matará y por cierto siento informarte que mi cara será lo último que veas.- Se ríe a todo pulmón mientras le clava al hombre el cuchillo en el ojo y lo saca con este clavado.- ¿No crees que es divertido? Porque yo si.
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Code: Alfa
Teen FictionSybannah siempre ha odiado su vida, su familia pero por encima de todo, su trabajo. No puede huir de sus recuerdos y eso la está matando, o bueno eso le gustaría. Quiere escapar y dejarlo todo atrás pero no puede. Está encadenada a todo lo que odia...