P8: Secuestro consensuado.

909 75 11
                                    

—Sólo para saber... ¿esto cuenta como una cita?—cuestionó Danna caminando de la mano de Erick por la orilla de la playa. Sentía cosquillas en los pies cuando las olas terminaban de deshacerse bajo sus plantas en espuma salada. Erick la miró un momento, le sonrió y dejó un beso sobre su coronilla.

—¿Tú que crees...?—preguntó él.

—Bueno; si lo analizamos bien una cita consiste cuando una persona le pide a la otra que salgan. Al cine, a cenar, caminar...lo que sea. La otra persona dice que sí y se emociona mucho porque va a tener una cita espectacular con la persona que le gusta; o tal vez con una persona especial porque estamos de acuerdo que una cita no siempre tiene que ser romántica...—Erick negó.

—Ahí tienes la citas al dentista...—Danna se echó a reír.

—¿Qué dices? ¡Esas son otro tipo de citas, Erick!—se quejó.—Aunque sin ánimo de ofender o algo parecido; deberías ver a mi dentista...—murmuró. Automáticamente los ojos del muchacho se posaron en ella, sus cejas se fruncieron y Danna rio.—Todas las mujeres babean por él pero de una vez quiero aclarar que me excluyo porque soy una mujer casada...—le espetó mostrándole el dedo anular donde llevaba la argolla de matrimonio idéntica a la de Erick.

—No me ofendí.—respondió entornando sus ojos con una mueca de fingida indignación.—Ah, y de ahora en adelante voy a acompañarte al dentista sólo para aclarar.—decidió.

Danna volvió a reír.—Volviendo a nuestro análisis...—suspiró.—Cuando esa Super feliz porque la otra persona la invitó a salir es algo así como que le salen corazoncitos de los ojos y cosas parecidas...—hizo una pausa.—Analicemos ahora nuestra situación...tú no me pediste que saliera contigo, me invitaste a una cena de negocios y en el auto me dijiste que me llevarías a algún lado...algo así como un secuestro consensuado porque tampoco me pediste mi opinión y...—Erick frenó sus pasos, la tomó de las mejillas y la calló con un beso.

Danna cerró sus ojos entregándose por completo a disfrutar de la sensación de los labios del muchacho sobre los suyos. Realmente no podía creerse que habían pasado cuatro años juntos y era básicamente la primera vez que se besaban. Se había perdido de mucho definitivamente pues parecía que Erick era un besador experto.

Se apartó de la chica y se echó a reír cuando se dio cuenta que parecía un poco desorientada. Dejó otro pequeño beso sobre sus labios y le sonrió.—¿Entonces es una cita o no?—cuestionó finalmente.

Danna suspiró.—No. Es un secuestro consensuado...

—¡Que graciosa!

(...)

—¿Estás dormida?—cuestionó Erick apoyando su mejilla en la cabeza de Danna. Ella negó lentamente sin despegar sus ojos del mar. Jugueteó con la piedra de su anillo y cerró sus un momento.

—Esto es increíble...—murmuró sin moverse ni un solo centímetro.

—La verdad es que si...—respondió él haciendo más fuerte su abrazo sobre el estómago de Danna.—¿Te confieso algo?

—¿Qué?

—La verdad es que creo que ni en mis mejores sueños me imaginé tener algo así contigo.—soltó.—Es decir, sabía que te quería y de alguna manera me he estado lamentando todo este tipo por todo lo que pasó entre nosotros, estaba tan convencido que me odiabas que si quiera la idea de pensar en que podíamos tener algo de verdad me parecía bastante fantasiosa...—inquirió dejando un beso en la cabeza de su esposa que descansaba sentada sobre la arena con la espalda apoyada en su pecho.—y de repente tenerlo es algo único...es como algo mágico, no sé como podría explicarlo sin que suena demasiado cursi...—Danna rio.

¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora