Prologo

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Una pequeña ola de viento entro por la diminuta ventana que se encontraba al menos, a cuatro metros de distancia del suelo. Su cuerpo se encogió, como si todavía pudiese.

Sus dedos, tan pálidos, se aferraron a la tela de la bata corta que traía puesta, tratando de cubrir sus piernas tanto como le fuera posible. Su nariz respingona estaba totalmente roja por el frío, sus labios tan carmín natural, estaban resecos y agrietados, la piel tan suave y tersa que alguna vez había tenido, ahora estaba llena de moretones y golpes.

Ella ya no era la misma.

Cuando otra ráfaga de viento llego, no pudo contener el temblor de su cuerpo.

Y  rompió a llorar.

Cada día que ella había permanecido ahí, en esa cama, tuvo deseos de morir. No podía evitar sentirse culpable por lo que le estaba pasando.

Escucho pasos que descendían por la escalera de madera que daba al sucio lugar. Los sonidos que provocaba era la prueba de la cantidad de años con la que ya contaba. Se escuchó el caminar sobre el suelo de cemento y se detuvieron al lado de la cama en la que ella estaba encogida.

Contuvo su llanto, estaba paralizada, pues a ellos les fastidiaba que ella llorará.

Ya no sabía si temblaba de frío o de miedo.

Ahí estaba él.

Uno de ellos.

Él levanto el brazo y le arrojó algo que la golpeó directo a la cara.

–Tapate antes de que mueras de una maldita hipotermia, me daría asco tocar tu cadáver. – Él hizo una mueca de asco.

Y ella entonces noto que era un cobertor, no era muy grande, pero seguro serviría para tapar su delgado cuerpo.

Él se dio la media vuelta y regreso por dónde había ingresado.

Rápidamente lo puso encima de su cuerpo, y cuando empezó a tomar su calor corporal normal, soltó un suspiro de alivio.

Y su mente la traicionó. Haciéndole recordar esos días donde debido a ese clima, se la pasaba recostada entre los brazos de sus hermanos.

¡O por Dios! Sus hermanos.

Las lágrimas esta vez vinieron acompañadas de pequeños sollozos.

Si ella le hubiera hecho caso a su hermano, quizá nada de eso estaría sucediendo.

Si tan solo hubiera escuchado.

Si tan solo no se hubiera enamorado del chico equivocado.

Estaría libre, riendo con su hermana menor.

Si tan solo...

Todo de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora