~Capítulo Seis~
La noche cayó por completo y poco a poco los clientes comenzaron a llegar al club dominado por Charlie. Las garzonas atendieron como de costumbre cada una de las mesas, el anfitrión saludó a los invitados de esa noche y agradeció por la preferencia al local. La hora del esperado show llegó y tras él, la subasta.
—¡Bien! —exclamó el anfitrión cuando la penúltima chica fue "vendida".
Muchos creían que mientras más dinero se gastase en esas instancias, más poderosos se verían. Podían enseñar sus riquezas y así, mostrar todo lo que podían llegar a obtener.
La última diosa hizo acto de presencia, segura y con las manos alzadas al oír los efusivos aplausos. Abaddón. La subasta comenzó y un joven castaño y de clara mirada fue el primero en alzar la paleta en su mano. El anfitrión retó a otros a subir la apuesta y la competencia comenzó. Una paleta alzada, dos y hasta cinco fueron las diferentes apuestas de gran suma de dinero, hasta que se levantó una última, dejando ya a varios fuera de competencia.
—Bien, nadie por aquí y nada por allá —dijo el anfitrión simulando ver costas como si el sol y el mismo mar obstaculizaran su vista—. ¡Vendida! —los aplausos no se hicieron esperar—. Ya saben las reglas del juego. Serán acompañados por los guardias de seguridad hacia su privado.
La música volvió a resonar como eco en el lugar y las garzonas comenzaron a adueñarse de las mesas. Los guardias se acercaron a cada uno de los clientes y les pidieron ser seguidos, todos caminaron tras ellos, adentrándose por la puerta trasera tras las barras, caminando por un semi iluminado corredor de color rojo y un alfombrado piso burdeo.
Llegaron a la primera puerta del pasillo y el guardia se detuvo con el primer cliente, abrió la puerta y éste entró. Siguieron avanzando a la segunda y tercera puerta, hasta que llegaron a la cuarta. El guardia se detuvo abriendo la puerta y el último cliente entró. Se sirvió un trago, ofrecido por la garzona que segundos después desapareció tras la puerta, dejándolo completamente solo. Las luces bajaron de intensidad y una música lenta y sensual comenzó a llenar el ambiente.Sabina entró con la capucha sobre su cabeza, sin lograr divisar del todo al hombre sentado de piernas cruzadas frente a ella, con el codo recargado en el amplio mueble, observándola de manera analizadora. Lo vio beber un largo trago de ese fuerte licor servido en el vaso de cristal, bajó con elegancia los pequeños escalones y quitó su capucha de un seguro movimiento, para luego subirse en la piernas de ese misterioso hombre.
Sintió las fuertes manos de él presionar su cintura y un extraño estremecimiento recorrió su piel al oírlo llamarla, nadie ahí conocía su verdadero nombre.
—Sabina.
Ella se puso rápidamente de pie y retrocedió un par de pasos al quitarse de golpe el antifaz aferrado a su fino rostro. Él se puso de pie frente a ella.
—¿Qué haces aquí? —preguntó alterada.
—Tranquila, yo...
—¿A qué mierda estás jugando, nuevamente hablaste con Charlie para comprarme? —Él la miró fijamente, de verdad lucía molesta—. ¿Qué pasa por tu cabeza? Un día te veo y al siguiente, te esfumas como vapor. —Se alteró al chasquear sus dedos.
Él se sintió avergonzado.
—Nada, solo... creo que debemos hablar —dijo él de pronto.
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Sentimientos De Una Prostituta
RomanceNo debía enamorarse, ese tipo de sentimiento estaban estrictamente prohibidos en los juegos de las prostitutas. Pero cuando crees tener la vida solucionada gracias a la sensualidad y manipulación que has aprendido a manejar, ¿te conformas con lo que...