1. Cuchillo para mi garganta

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PAMELA

La suave brisa de la tarde que recorre por toda la calle me hace sentir mas cómoda de lo normal.

Las lágrimas quieren salir pero no me lo permito, me siento tan vacía por dentro tan incomprendida, quiero gritar y arrastrar todo lo que me hace daño.

Empiezo a caminar un poco más rápido, trato de cruzar la calle apresuradamente, no voy prestando  mucha atención de lo que pasa a mi alrededor.

Cuando suena un claxon muy duro y una moto frena en seco a solo dos pies de distancia de mi, en plana mitad de calle.

Me quedo viendo impactada a quien esta conduciendo la moto, mis ganas de llorar aumentan pero trató de respirar profundo y calmarme.
El miedo que siento es horrible mi corazón palpita tan rápido que pienso que se va a salir, siento como mis ojos se agrandan más de lo normal.

El conductor me mira esperando que me mueva, pero yo solo estoy en shock.

-¿Estas bien?.- Me dice el conductor bajándose de su moto y acercándose a mi.- Deberías ver mejor cuando cruzas la calle, ¿te acerco a algún sitio?.

El se quita el casto que tiene puesto, me mira directo a mis ojos yo solo lo observo de arriba a abajo, tiene los ojos negro azabache, va vestido son unos jeans azules, franela negra y zapatos deportivos negros.

Trato de componer me y me alejo un poco de el.

-No gracias.- Digo empezando a caminar hacia la parada de buses.- Disculpa por lo sucedido, tendré mas cuidado.- Mis manos no paran de temblar así que las meto en los  bolsillo de mis pantalones holgados.

El solo me observa y se monta en su moto, se va sin decir una palabra.
No les puedo negar que me siento mal sentí que estuve a punto de perder la vida aunque no era mucho lo que se desperdiciaba, pero tengo miedo a morir.

Me monto en el bus, me siento en la ultima parte de el bus, no aguanto los pies me duelen mucho.

El camino a mi casa pasa volando en menos de veinte minutos estoy en mi casa.

En realidad, me siento bien y mal a la vez de llagar a mi casa.
No quiero entrar no quiero lidiar con mi realidad, pero es mi casa y solo tengo que aceptar me vida.

Al entrar es lo mismo de siempre mi madre metida en su teléfono el cual no suelta nunca, mi hermana menor haciendo nada como un vaga y mi tía la hermana de mi mama, la cual vive en mi casa desde hace mas de dos años, ya que su marido la dejo y pues se vino a joder me la vida a mi casa, todas están en la sala de mi casa.

Trato de llegar a mi cuarto sin que nadie me interceda, pero cuando estoy a punto de entrar a mi cuarto y cerrar la puerta llega mi madre, entra a mi cuarto, se sienta en la cama.

Me observa esperando que yo pregunte que sucede pero no es así, no hablo.

Entro a mi baño me quito la ropa y me pongo una más cómoda.

-Pamela, lo siento por no asistir a tu presentación, en realidad quería ir pero tu hermana se sentía mal y no quería dejarla sola.- Yo solo asiento sin prestarle atención, siempre es la misma excusa mi hermana, estoy harta de toda esta mierda y de sus excusas sin sentido.

-No quiero hablar de esto, madre.- Abro la puerta de mi cuarto haciendo referencia a que se valla pero no mueve ni un pies.

Ella solo niega con la cabeza y sigue allí sentada.

-No Pamela, hablemos dime que te sucede, yo no hablas conmigo hija.- Estoy tan harta de esta mierda.

Solo lo dejo fluir, mi rabia empieza a salir y mis lágrimas a desbordar por toda mi cara.

-Que te hable, quieres que te hable como te hablo si vives es pendiente de publicar una vida perfecta por tus redes sociales cuando en realidad yo no te importó, e tratado de hacerte sentir orgullosa, y ni te intereso siempre esforzando me por que aunque seas estés allí y ni eso, ya van cuatro malditas presentaciones a las cuales te he invitado y nunca has ido, he tenido las ganas de cuando termine de bailar verte allí y tu, pendiente de Sabrina. Y yo, y yo que mamá no te importo.- La rabió hace que mis manos tiemblen y las lágrimas nos dejan de salir, mis labios tiemblan.

Mi madre me mira con indignación, y veo todo en cámara lenta su mano choca contra mi mejilla.

-Eres una mal agradecida Pamela, como puedes decir eso de mi cuando siempre te he ayudado a pagar esa escuela de baile a la cual vas, todo el mundo no gira alrededor de ti madura Pamela.- Dice dirigiéndose a la puerta de mi cuarto.

-Si madre, voy a madurar y también me iré de tu mundo ficticio el cual has creado, quedate con mi hermana y sigue la malcriando.- Busco unos de mis bolsos y empiezo a meter toda la ropa y zapatos que pueda caber allí.

Ella sigue allí en la puerta de mi cuarto.
No me cambio sigo con la misma ropa de estar en casa, solo me pongo unos zapatos, quiero huir de allí.
Cuando le paso por un lado ella me agarra de el brazo.

-Si te vas no regresarás nunca más a esta casa, Pamela.

La miro con mi peor cara.

-Yo no quiero regresar nunca más.

Salgo del cuarto y me dirijo a la puerta, la abro y veo el cielo tan oscuro, la noche esta por llegar, me voy hacia no sé donde, solo empiezo a caminar, hacia cualquier persona que me pueda ayudar, a quedarme en su casa hasta ya que consiga que rentar.

Cuando voy pasando por una plaza, esta tan llena de personas, familias y parejas.

Me siento en unos de los bancos y empiezo a ver, a las personas reír y corretear por la plaza.

No aguantó más y las lágrimas salen de nuevo. Trato de cubrir me la cara, para no llorar tanto trato de respirar pero comienzo a pensar en lo sucedido, y que estoy tan sola en esta vida, no tengo amigos confiables ni nada por el estilo, yo siento que ellos me ven como un plato de segunda mesa, no aguanto y empiezo a llorar más.

-¿Estas bien?.- Levanto mi cara, trato de aclarar mis ojos los cual están un poco nublados por las lágrimas y veo al que casi me atropella, hace no mucho.

-Si, ¿por que?.- Digo mirándolo molesta, por meterse en mis asuntos.

El solo me mira y se sienta al lado de mi.

-No estas bien, te quiero ayudar en lo que pueda.- Me dice preocupado, siento que lo dice en verdad que trata de ayudarme.- Me llamo Steven, si puedo ayudarte en algo solo dímelo.

Dice levantándose y empezando a irse.

-Si tienes así sea un piso frío donde yo pueda dormir, te lo agradecería.- Digo, al punto de ponerme de nuevo a llorar.

El se voltea, me muestra una sonrisa triunfal.

-Tengo una habitación de invitados que te puedo prestar si me prometes, contarme que te sucede.- Me dice mirándome a los ojos.

No cuento con nadie en esta vida a la cual pedirle un favor así, me paro y me acerco hacia el.

-De acuerdo, si cumples tu parte yo cumplo la mía.

***
Dejen su voto y obvio comenten.
No se dejen llevar por este par de dos, avisaoooo.

El Juego De La ManipulaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora