Amanecer y atardecer.

Escondidas.

Estoy extasiada en las penumbras, detrás de mí el hombre de la playera verde.

Siento que aquí, con èl, no debo de estar escondida.

Mi respiración se detiene cuando el hombre de la playera verde sube sus manos y me tapa la boca.

De seguro es por que no quiere que nos atrapen.

Mi mente me dice que estoy en peligro y no puedo moverme porque èl me tiene atrapada.

Pasan mucho tiempo, no hay nadie que me encuentre dentro de este armario.

La respiración del hombre con tan distinguido color, que significa la esperanza, comienza a respirar raro.

Necesito ayuda, lo sè. Y comienza a hablarme en el oído. 

Me dice que no le importa la edad, ni el lazo de sangre, que me ama y que sere solo suya.

No hay amenaza de muerte, sólo silencio.

Y mi boca no puede hablar, su mano no deja que grite. Quiero que alguien me ayude.

Estoy segura, no importa mi corta edad, que él quiere aprovecharse de mi.

Gritan mi nombre, y mis gritos son apagados por sus manos. 

Mientras pasan a un lado del armario buscandome, él ya subió mi falda.

Siento algo en mi espalda, lo frotara en mi, me dice. Que no me dolerá. 

No dejo que meta sus manos. 

Lo he golpeado, y salí llorando. Me han auxiliado y me dijeron que me quede callada. 

Ahora me siento sucia. Y muy mala persona por mentir. 

Pero sí lo digo, ellos me odiaran. Me han dicho que eso sentirán. 

Yo quiero crecer, tal vez así mi voz se escuche más. 

Tal vez a así no me odien por que a corta edad hicieron conmigo cosas de adultos. 

Porque así, todos, me escucharán.