ARRÉSTAME! │YOONTAE/TAEGI ○.｡o○.

▪️14▫️

TaeHyung quería hacerse bolita, llorar, que lo introdujeran en una caja y lo enviaran en un vuelo sin escala a Tombuctú. Era cierto que se había apegado demasiado a la espalda de YoonGi, pues éste despedía un delicioso perfume sumado al olor a un shampoo que, podía apostar, era de bebé. YoonGi olía a una galante masculinidad mezclada en infantilidad. Extraña mezcla. Por lo mismo, TaeHyung quedó aturdido ante su sentido del olfato y no se dio cuenta en qué momento el policía giró y, con ello, el repentino choque ocasionó que la coca cola recién comprada por el mayor terminara siendo absorbida por la tela de su camisa.

— ¡¿Pero qué mier...?!

— ¡Lo siento! ¡Lo siento! —con sus propias manos, TaeHyung hizo el intento de secar el torso de YoonGi, pero tan pronto como se dio cuenta de sus actos, acabó por bajar la mirada, completamente avergonzado.

Ante tal reacción, el de pálida piel tan sólo suspiró y tomó las toallas de papel que uno de los empleados le extendía y se comenzó a secar, aunque remediar el desastre que era su camisa resultaba un caso perdido.

— Pide tu comida y de paso me compras una coca cola —decidió ordenar el mayor, a lo que TaeHyung asintió en reiteradas reverencias y sólo fue capaz de señalar hacia las pantallas lo que quería comprar.

Minutos después, perdido en la fantasía en que llegaba a su destino africano y se perdía en cualquier tribu que lo quisiese adoptar, TaeHyung se sobresaltó cuando el culpable de su vergüenza le hacía señas para que lo siguiera fuera del lugar de comida rápida, instante en que recién TaeHyung se percató de que su pedido estaba listo y que era YoonGi quien lo llevaba en una de sus manos.

— Ah... policía... —lo llamó con voz tímida al no saber hacia dónde lo seguía.

— Tu amigo vive dos cuadras más allá, ¿no? —Señaló hacia el frente y TaeHyung asintió— Bien, espero que él me pueda prestar una camisa. No puedo estar así todo el día.

Por un momento, TaeHyung creyó que debía ser rostro oficial de "a la mierda la dignidad", pues de tan sólo pensar en cómo estaba el departamento de su amigo sintió un vuelco en su estómago y, con una fuerza que jamás creyó que estaba en su interior, fue capaz de sacar la voz y proponer otra solución sin sentir, ni por un solo instante, que su voz se quebraba ante los nervios.

— Podemos tomar un taxi e ir a mi departamento. Estaremos ahí en menos de quince minutos. Le regalaré una de mis camisas.

— Harás que me aleje de mi departamento.

— ¿Vive cerca de acá?

— A media cuadra.

— ¿En... entonces por qué no va y se cambia de camisa ahí? —expresó en una mezcla de sorpresa e indignación.

— Ah... Tienes razón, niño —dando un sorbo a su bebida, YoonGi se encogió de hombros—. El no dormir no me hace pensar bien, pero no importa —sonrió de medio lado y, por un segundo, TaeHyung se estremeció ante la mirada del mayor—. De todos modos, me agrada la idea de tener una de tus camisas.