Prefacio

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-¡No puedes enamorarte de una chica de color! ¡Por Dios! ¡Abre los ojos, Ashton! -gritó mi madre con furia comprimida, mirándome con desaprobación.

-La amo, no me importa su color, no me importa su estatus social. Yo la amo madre, entiendelo por favor.
-respondí, cansado de lo mismo.

-Te casaras con Rachel, y dejarás a esa chica que sólo te da problemas, ¡¿me oíste?!

-¡No!, y no me importa lo que opines madre, yo amo a Ariadne y eso no lo va a cambiar nadie. -y azote la puerta sin importarme nada. Sólo quería ir a ella.


 ❁



Con pasos apresurados, corría y corría entre las personas, dejando atrás todo aquella que me separaba de la mujer a quien realmente había llegado a amar, por que sí, estaba tontamente enamorado de ella.

Ariadne Stone me había robado el corazón de una forma única y muy poco común, al principio no lo quise aceptar porque realmente tenía miedo, miedo de volverme una persona débil y con sentimientos, pero tras el paso del tiempo ella seguía en mi mente, en mis pensamientos.

Por más que quisiera y tratará de olvidarla, se me era imposible hacerlo. Aquella chica era única y eso me tenía fascinado, ella era la chica que pocos tenían el afán de llegar a conocer.

Era un ángel, uno muy especial.

Por primera vez en mi vida estaba dispuesto a luchar por alguien, a querer entregarlo todo por una hermosa persona. Ariadne comenzaba a ser el motivo de mis sonrisas sinceras, ella comenzaba a darme motivos por querer cambiar.

Estaba cambiandome, poco a poco, pero lo hacía.

No me importa lo que piense mi madre ahora, buscaría la manera de que acepte a la mujer que amo; haría lo posible por que la aceptará, por que ella me hacía... feliz.

Si, la niña de rizos alborotados y sonrisa contagiosa hacía que mi mundo se ponga de cabeza con solo respirar.

Si hubiera sabido que sería así de cursi el día en que llegará a enamorarme, créanme que me hubiera reído hasta votar lágrimas de lo gracioso que hubiera sonado aquello.

Pero ahora, la situación en la que me encontraba era un tanto peor; estaba enamorado y me veía patético. Pero ya nada me importaba, sólo quería tenerla a ella, quería estar con Ariadne.

Me dirían exagerado o tonto, pero hasta había llegado a imaginar una familia con mi niña de rizos alborotados, simplemente quería pasar lo que me quedará de vida junto a ella. Ariadne tenía un poder sobre mi y eso era... mágico.

«Joder, debo verme gracioso en estos momentos» pensé.

Haber corrido casi ocho cuadras me había dejado agitado, mi respiración se entrecortaba pero aquello no era impedimento para llegar.

Miré su edificio enfrente de mi, todo estaba tal cual lo había dejado días atrás, tranquilo y sereno; era raro no ver a personas merodeando por la zona, pero bueno, no había venido a verla por la discusión anterior que ambos habíamos tenido.

Todo a causa de mis padres y su estúpida exigencia por no aceptarla debido a su color de piel, cuando ella era hermosa con ese precioso color canela que me hacía delirar.

Tome aire y trote hasta llegar adentro, ahí mismo se encontraba el recepcionista que al verme en tal estado sonrió desganado, él me conocía ya.

-¿Vienes por Ari? -preguntó con volviendo a lo suyo, asenti ansioso por verla de una vez.
-Ella no está, Ashton.

Frunci el ceño confundido, Ariadne no trabajaba hoy, a dónde pudo haber ido a esta hora. Casi eran las ocho de la noche y eso sólo hacía que me preocupará.

-Está bien, la esperaré entonces.
-dije, llegando a sentarme en una de las bancas del lugar. Pero éste volvió a mirarme con... ¿tristeza?. No supe descifrar la mirada que me daba.

¿Triste?

¿Dolido?

¿Cansado?

No lo sabía. Pero no quería sentir aquello yo también. Comenzaba a impacientarme.

-No me has entendido, chico; Ariadne se fue hace unas horas. Se fue a su pueblo con sus padres. Ella ha dejado su departamento.

Me puse de pie un tanto aturdido, «se fue» aquellas dos simples palabras hacían eco en mi cabeza. Negué, con dolor por dentro hice aquello.

«Mi niña de rizos alborotados se había ido, ella se había ido, y sin decirme nada lo había hecho».

















Próximamente 🌻

Wabi Sabi ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora