The Diggory Heiress: La Verdadera Razón.
La profecía debía cumplirse, porque el huracán estaba a punto de desatar una tormenta. Pandora Malfoy había regresado del mismísimo infierno, con más fuerza y poder que antes: estaba dispuesta a batirse en un duelo a muerte con el mundo mágico y muggle.
Artemis observaba a sus progenitores como si estos se tratasen de las cosas más esplendorosas que había visto en su vida. Su madre, Pandora, lucía tal cual como la había visto en las fotografías: el cabello rubio le caía como una castada por la espalda y sus ojos grisáceos congelaban a todos los que se atrevieran a mirarla directamente. Sobre su padre, podía decir que era una exacta copia de él, había sacado el cabello castaño y los orbes miel de Cedric; literalmente, era su copia femenina.
Seguían en el vestíbulo principal, con la diferencia de que Pandora se encontraba inclinada sobre la mesa leyendo el diario El Profeta y Cedric se hallaba a su lado, observando a su esposa de reojo. A su hija se le hacía difícil creer que todo lo que pasaba a su alrededor era real y no un producto de su imaginación, por más que la sorprendiese.
– Y bien. –Draco Malfoy se quedó de pie junto al empapado ventanal. Un elfo doméstico hizo aparición en la habitación para encender la chimenea con un chasquido, se retiró a los pocos momentos de haber llegado–. ¿Cómo es que sigues con vida?
– Es más que obvio que Draco lo sabe, pero queremos oírlo de tus propios labios, Pandora. –dijo Lucius.
Artemis observó atentamente a su madre, quien no hizo más que echar el periódico a un lado.
– Es hora de que sueltes el veneno, serpiente. –bromeó Cedric.
– Todos y cada uno de mis movimientos han tenido una razón, un por qué; desde mi duelo con Bellatrix Lestrange hasta este preciso momento. Puedo responder a cada una de sus dudas con muy pocas explicaciones, porque todo se resume al mismo motivo: Artemis.
Y antes de que pudiesen decir algo, Pandora les hizo guardar silencio con un gesto de su mano.
– Sabía que iba a morir. Fue magia oscura la que usé ese día, una maldición que me permitió tener el control del espíritu viviente de Cedric, solo debía concentrar todo mi poder en el objetivo e invocar el patronus de él. Se escucha sencillo, lo sé. Sin embargo, tuve que recurrir a un maleficio propiamente intentado por mí.
– Finnitius Possessioum.
Fue Draco quien había interrumpido a su hermana desde la esquina de la habitación, con las manos metidas en los bolsillos de la túnica. Solo Draco Malfoy pudo leer sus labios con detenimiento*
Su gemela esbozó una leve sonrisa.
– El maleficio que contrarrestó la maldición de nuestra tía, sí.
– Hablaste del espíritu viviente de mi padre, ¿él estaba vivo cuando tú sucumbiste? –preguntó Artemis.
Su madre cruzó las piernas y sostuvo la copa de vino que, muchos minutos antes, había estado sobre la pequeña mesa. Dio un sorbo, con una mirada traviesa. Cedric sonrió.
– El tiempo es perfecto. –dijo–. Cuando sea el momento indicado, aprenderás que la vida no solo es sinónimo de un cuerpo físico. La existencia es mucho más que rutinas humanas, va más allá de nuestro control y de nuestro conocimiento. Somos más que carne y sangre, poseemos espíritu y alma, es decir que, valga la redundancia, somos materia.
– «Vida» no es la palabra adecuada para describir ese momento, llamémoslo un trance. Cedric estaba en una especie de crisis preexistencial en ese momento.
– Cedric murió a causa de un Avada Kedavra, la maldición asesina que destruye no solo el alma de su lanzador, sino el alma de la víctima. No existe forma posible en la que su espíritu siguiera «vivo».
– Es cierto. –su gemela asintió, pero luego sonrió–. Es tan cierto como mi muerte.
Lucius Malfoy levantó el mentón, con autosuficiencia.
– Pero ni la maldición más imperdonable de todas podía destruir el alma de Cedric, ¿por qué? Es una contradicción muy sencilla, su alma se encontraba ya demasiado contaminada de magia negra debido al maleficio de mi tía y a sus manipulaciones. Al final, su espíritu sobrevivió gracias a la magia oscura que habitaba en él.
Antes de que a alguien se le ocurriese interrumpirla, ella dijo:
– Usé su patronus para traer de vuelta su espíritu, entonces usé toda la magia buena que quedaba en mí para volverlo... puro. –esbozó una traviesa sonrisa y luego volvió a beber el resto del vino que quedaba en la copa. Continuó–: Después, usé la muerte de Bellatrix Lestrange para crear dos horrocruxes, uno para él y uno para mí. Estamos vivos gracias a eso. Y, antes de que me pregunten cómo pude usar a una sola víctima para hacerlo, Cedric ya estaba básicamente muerto: solo le di un cuerpo físico.
Cedric, a su lado, sonrió.
– Desde un principio supe la profecía que le esperaba a Artemis con Corvus Riddle, el hijo del señor tenebroso. Entonces decidimos actuar por el bien de nuestra hija.
– Draco se encargó de mantener nuestros horrocruxes a salvo; mi varita y el anillo de Pandora.
El anillo, el jodido anillo. Pensó Artemis, observando dicha joya en su dedo medio. Tragó en seco, era la influencia de su madre la que sentía a cada instante. Propiamente dicho, siempre estuvo a su lado. En todo momento.
– Sí, siempre estuvimos contigo... –susurró Pandora, como si le hubiese leído la mente–. Es muy probable que sea demasiada información para ti en este momento, pequeña. Lo mejor es que te marches a descansar. Mañana regresarás a Hogwarts.
Artemis no rechistó.
* Extraído de The Malfoy Twin; capítulo diecinueve.
Corto, porque se viene más. Solo falta un capítulo más, en dado caso, dos.
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The Diggory Heiress | #TMT 2
Fiksi PenggemarⓈⒺⒼⓊⓃⒹⒶ ⓣⓔⓜⓟⓞⓡⓐⓓⓐ Ⓓ Ⓔ ⓣⓂⓣ➋ ❝ Él lo sabía. El Señor Tenebroso lo supo todo este tiempo... que un huracán amenazó durante muchos años por destronarlo. Pero nunca hizo nada por detener la tormenta que lo amenazaba... su reinado cayó, pero su súbd...