Capítulo 36. La mentira

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Las horas se han hecho interminables y tener a mi abuelo al lado preguntando cada cinco minutos que me pasaba, no ayudaba.

La foto de Aron con esa chica me había sentado como una patada en el estómago. Es verdad que no me tenía que comer la cabeza, pero ni siquiera había respondido a mis mensajes, y eso me había hecho enfadar mucho. Quiero confiar en él, quiero que estemos bien y llevar lo nuestro lo más maduro posible, pero siempre hay una piedrecita en el camino que lo desbarata todo, y no quiero empezar a pensar que lo nuestro no funciona porque me niego a que eso sea así.

Estábamos en la puerta de casa, esperando a que alguien abriera. Mi abuelo estaba deseando llegar para dormir porque decía que la cabeza le iba a explotar, y yo solo tenía ganas de ver a mis mejores amigos y que me dieran su opinión sobre lo que estaba pasando.

Después de unos minutos la puerta se abrió y mi madre salió con un precioso vestido largo y una bandeja llena de galletas.

-¡Hija!- Se acercó hasta mí y me abrazó -¿Qué te has hecho en el pelo? ¡Te lo has cortado demasiado!

Y si, Lucas esta mañana antes de que me fuera al aeropuerto, se acercó a mi casa a traerme un par de camisetas que me dejé en su apartamento y le pedí  que me cortara el pelo. Quería dar un cambio y como mi amigo tenía buena mano para la peluquería, no dudé en pedírselo.

-Estaba harta del pelo largo- Sonreí.

-Estás preciosa- Miró detrás de mi y apretó los labios escondiendo una sonrisa- Por fin te dignas a venir a vernos, suegro.

-Aunque parezca mentira os echaba de menos, querida- Besó a mi madre en la mejilla y entró.

-Cariño ¿Habéis comido algo?

Negué con la cabeza y entré –No, el abuelo dice que no coma la comida basura de los aviones.

-Que tontería- Rodó los ojos –Voy a prepararte algo, ve al salón que están todos.

Fruncí el ceño -¿Qué todos?

Cuando me asomé a la puerta del salón, estaban todos mis amigos, mi padre, mi hermano, Kate, Vic y Aron. Recibían a mi abuelo entre abrazos y besos. Yo sonreí viendo la escena, y me crucé de brazos apoyándome en la baranda de la escalera para no hacer mucho ruido, pero Nat después de que dejara que el abuelo tocara su barriga, levantó la cabeza y me miró con una amplia sonrisa en su rostro. No dudó un segundo en venir a darme un fuerte abrazo, llamando la atención de todos, y yo tampoco dudé en correspondérselo.

-¿Es normal que te vea totalmente cambiada habiendo pasado solo cinco días sin vernos?- Preguntó, y después dejó un sonoro beso en mi mejilla.

-Teniendo en cuenta que me he cortado el pelo, si, es normal.

-Te queda genial.

-Gracias- Sonreí.

Cuando acabé de hablar con mi mejor amiga me acerqué a toda la gente para saludar.

-¡Hola familia!- Le di un beso a mi padre y a mi hermano y le agarré la cara a mi mejor amigo.

-¡Que guapa estás, enana!- Dijo John.

-Le queda muy bien pero la prefiero con el pelo largo- Logan puso un puchero y después sonrió.

-Me hacía falta cambiar un poco.

-A mi me vas a parecer preciosa siempre, cielo- Kate puso una mano en mi espalda y besó mi mejilla.

-Hola Kate- Sonreí y la abracé.

-¿Has probado a ponértelo rubio platino, cuñada?- Preguntó Vic con la ceja alzada.

Rodé los ojos y reí –Lo tendré en cuenta- Besé su mejilla –Por cierto he traído un regalo para Sophie.

Vic puso cara de sorpresa y después miró su barriga.

-¿Has oído, pequeña? Tía Megan te trajo un regalito.

Sonreí y me mordí el labio mirando la barriga de mi cuñada, que en cualquier momento iba a explotar porque estaba enorme, pero enseguida mis ojos se posaron en ese chico que me había robado el sueño estas noches atrás y me había hecho comerme la cabeza sin descanso. Estaba cruzado de brazos con una increíble sonrisa en la cara esperando a que me acercara, y a pesar de que estaba un poco molesta por la foto y porque no me respondiera a los mensajes, me acerqué a él con una pequeña sonrisa y lo besé.

Aron parecía que había estado años sin verme, porque sin importarle que todo el mundo estuviera mirando, me agarró de un lado de la cara y profundizó el beso a niveles que si no llega a ser porque me controlé, se me hubiera escapado un gemido.

Cuando por fin nos separamos para coger aire, mi chico sonrió.

-Hola.

Agaché la cabeza escondiendo una sonrisa –Hola.

-Te he echado de menos.

-Pues no lo parecía.

Si, tenía que meter la puyita porque si no, no era yo.

Aron frunció el ceño y sonrió -¿Por qué dices eso?

-Por nada- Puse una mano en su pecho y después me giré para dirigirme a todos que estaban hablando con mi abuelo -¡Vamos al jardín, familia! Quiero daros los regalos.


Me aparté de Aron para abrazar a Logan que había pasado un brazo por mis hombros y dejé a mi novio con cara de confusión total.


...


Vic y Nat estaban emocionadas mirando la ropa que había traído para los bebés. Para mi mejor amiga aún era pronto pero había escogido un montón de colores que servían para niño y niña, y estaba pletórica de acá para allá enseñando los modelitos. A mis padres, les había comprado un reloj a cada uno que me había costado un ojo de la cara, y aunque compré los regalos con mi chico, cuando se fue, quise recogerle algo a él para que supiera que le había echado de menos.

John y Aron estaban sentados en el minibar del jardín tomando una cerveza y riendo a carcajadas. Después de hablar con Kate de cómo había ido todo, me acerqué a ellos y agarré otra cerveza de la nevera para unirme a la conversación.

-¿Qué hacéis?- Di un buche y me senté en el regazo de mi novio.

Aron pasó un brazo por mi cintura y besó mi mejilla.

-Hablar de Max y su torpeza con la tabla de surf- Respondió mi hermano.

-Su torpeza es legendaria- Sonreí.

-Ya te digo- Rió -Por cierto, me ha encantado la camiseta de "Soy el papi más molón" pero podrías haberme traído un reloj como el de papá.

Reí y pellizqué su mejilla –No podría haber hecho la gracia.

-Ya, claro...

-Bah, no te enfades, la camiseta está muy chula- Golpeé su hombro.

-Si, si muy chula- Me miró y después miró a Aron que agachó su cabeza y besó mi hombro –Bueno, creo que estoy sobrando aquí, así que mejor me voy a que Nat me ponga la cabeza como un bombo con las cosas del bebé- Le dio el ultimo buche a su cerveza y se levantó- Chao.

Sonreí y lo vi alejarse mientras me levantaba y me sentaba en su sitio. Mi novio me empezó a mirar con una sonrisa pícara en sus labios, pero cuando vio que no estaba muy por la labor de sonreír, levantó una ceja y suspiró pesadamente.

-Tenemos que hablar- Dijo algo molesto.

Agaché la cabeza y me mordí el labio- Si, tenemos que hablar.

-Mi amor, te juro que el beso...

-El beso no me importa...- Interrumpí- Sé que no fue tu culpa, siempre lo he sabido, y te pido perdón por desconfiar de ti, no quise.

Sonrió y puso una mano en mi mejilla –Tienes que saber que para mí no existe nadie más que tú.

Asentí -¿Y la chica rubia de instagram?- Lo miré fijamente y me mordí el labio.

Apretó los labios y agachó la cabeza –La chica rubia de instagram es una amiga de la universidad, Megan.

-¿Y era mucho más importante ir con ella a tomar algo que contestarle los mensajes a tu novia, no?- Le recriminé enfadada.

-Había bebido de más y...- Pasó la lengua por sus labios –A ver, Meg lo siento pero ella vino a pedirme consejo porque estaba mal con su pareja, yo le conté que también estaba mal contigo y decidimos no contestar, ya está.

Lo miré no pudiéndome creer lo que estaba escuchando y tragué el nudo que comenzó a formarse en mi garganta. Nosotros ni siquiera habíamos tenido una discusión fuerte como para hacerse el despechado y no contestar a mis mensajes como un juego de niñato rebelde.

-¿Decidimos?- Asentí -¿Me estás hablando en serio?

-Megan...

-No quiero seguir hablando, Aron –Interrumpí.


Me levanté para marcharme pero mi novio atrapó mi muñeca y me miró fijamente.

-¿Puedes confiar en mi de una jodida vez? Te he dicho que estaba bebido, además Paty...

-¿Paty? ¿Así se llama?

-Si Meg, así se llama. Es mi compañera desde que empecé la universidad, y está sola aquí, solo vino a contarme que su pareja la había engañado y...

-¿No podías contestarme, verdad?

-Si, tienes razón, amor, perdóname pero no lo hice a mal te lo juro.

Lo miré fijamente, sin entender porque había pasado de mí cuando nuestra situación no era la misma que la de su "compañera", y me solté de su agarré sin decirle nada para marcharme a mi habitación. A lo mejor exageraba un poco, pero me había dolido que aún sabiendo que le estaba echando tanto de menos, no hiciera ni siquiera por contestar o decirme que estaba con una compañera tomando algo.

VAS A QUEDARTE. Terminada (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora