Admiración

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Aoi Kanzaki simplemente no podía evitar admirar a Kanao Tsuyuri.

Es que, ¿Cómo no hacerlo?

Si Kanao era todo aquello que Aoi una vez quiso ser.

Ella era fuerte y hábil con la espada, poderosa de una manera en que Aoi solo había soñado.

No tenía miedo de pelear y siempre lo hacía de una manera en que a Kanzaki le parecía sofisticada, como si el movimiento de su espada fueran pétalos de flores volando en un baile intrínseco que cortaba el aire.

Ella había entrenado duro desde la infancia y los resultados de aquello se mostraban en cada batalla, Kanao era quién a diferencia de ella, tenía la determinación para ser una cazadora de demonios.

A veces la envidiaba.

Pero a veces también la veía entrenar en secreto y realmente, no podía contener ese sentimiento de admiración que llenaba su pecho.

Pasaba cuando Aoi regresaba de tender la ropa y veía a Kanao entrenar sola en el jardín, lo que la hacía detenerse de lo que sea que estaba haciendo y simplemente verla atentamente y suspirar por dentro por lo genial que era, sintiendo un pequeño calor acariciar su pecho, sabía que no podía no admirarla.

A su vez había especiales ocasiones, como esta, en las que Kanao entrenaba con alguien.

Cubierta en un ligero sudor y con su espada en mano, su expresión seria y concentrada, con los ojos fijos en su oponente, un pobre (¿O afortunado?) cazador que estaba por ser dado de alta de la finca de las mariposas era su retador.

Kanao lo tomaba en cuenta aun cuando Aoi, quién simplemente observaba, dudaba que este se encontrara a su nivel.

No sería exagerado decir que ver a Tsuyuri pelear era como ver el aleteo de una mariposa, pero convertido en una danza mortal, donde el más mero error llevaría a cualquier demonio a su muerte y a cualquier oponente a su derrota.

El iris azulado de sus ojos brillaba como una gema al verla pararse ahí, guardar su nichirinto y limpiar con la palma de su mano la leve capa de sudor en su frente mientras veía cómo su oponente le agradecía con una reverencia y se iba.

Aquello era sinceramente impresionante, aun si la hacía sentir inferior a ella.

Era difícil no sentirse de esa forma, pero de igual manera Aoi quería ser su amiga.

Lo que era bastante difícil, por cierto.

Por una parte Kanao nunca mostraba sus verdaderos sentimientos, por lo que a Kanzaki se le hacía difícil llevarse bien con ella. Por otra, Aoi se sentía un poco menos que ella y la verdad es que no sabría que decirle en caso de hablar con ella.

Saliendo de sus pensamientos, vio a Kanao tragar duro y taparse con una mano su cara del sol. Conociéndola, incluso de lejos, sabía que si algo le molestaba no lo diría.

Entonces, con un esbozo de inspiración, Aoi fue rápidamente corriendo a llevarle una bebida helada a la chica.

Ella era hermosa en todos los sentidos y aunque era callada y su sonrisa podía ser insincera a veces, Kanzaki bien sabía que Tsuyuri no podía ocultar la amabilidad que se escondía por detrás de sus analizadores ojos.

Pensando en ello, Aoi le extendió un vaso a la chica que se había sentado en el piso de madera en su ausencia.

No era como si pudiera hacer algo con el ceño fruncido en su cara, ¿De acuerdo?

...De ninguna estaba avergonzada por hablarle...


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⎯...Para ti.

Soltó Aoi renuentemente.

Mirándola con sorpresa por un momento, las curvas en los labios de Tsuyuri se expandieron en una genuina sonrisa mientras recibía el refresco de la chica.

⎯ Gracias, Aoi-san.

Esta vez era ella la sorprendida. Como ella siempre estaba callada, la voz de Kanao no era algo que Aoi escuchara a menudo y vaya, que agradable era.

⎯ No es nada.

Casi pidiendo permiso con su mirada, Kanzaki se sentó al lado de ella y no pudo evitar sentirse un poco emocionada por ello.

Esta era la primera vez en que ambas hablaban con tal casualidad entre ellas. Cómodamente, agradablemente, una atmósfera relajante creció a su alrededor.

Tal vez era una señal, pensó Aoi.

Este podría ser el momento en que finalmente le diría a Kanao lo mucho que la admiraba. Sintió el calor subir por sus mejillas mientras pensaba lo que le iba a decir y al final, soltó solo una parte de aquello.

⎯ Sabes, Kanao-san... Pienso que eres impresionante.

Aoi lo decía con una seriedad que no dejaba paso a dudas. Ella tenía mil y un razones para pensar aquello y estaba más que segura que aunque no se expresara por completo, se lo habían dicho más de una vez. Tal vez fue por esa seguridad, en que ella no era la primera que le decía aquello, que la expresión sorprendida de la chica en frente suyo se le hizo tan curiosa por un momento.

Con una mirada indecisa, Kanao la miró directamente a los ojos por unos segundos y de alguna manera aquello hizo que el sonrojo en sus mejillas empeorara.

Luego, mordiéndose los labios, lanzó una moneda de cobre que giró miles de veces en el aire hasta que Tsuyuri la atrapó con agilidad en su descenso.

Ahí, Aoi presenció algo tan irreal que se preguntó si de verdad no estaba alucinando.

Las mejillas de Kanao se sonrojaron fuertemente como una manzana roja y la miró con vergüenza por unos segundos, para decirle rápidamente.

⎯ Yo también pienso que eres impresionante, Aoi-san.

Y levantándose, se fue del lugar con paso acelerado, dejando a una confundida Aoi en el piso de madera.

Las palabras dichas resonaron en su cabeza e hicieron explotar su cara en un rojo casi brillante.

Su pulso acelerado, los ojos brillantes, la punta de sus labios temblando para reprimir la gran sonrisa que quería hacer y el sentimiento de calidez que llenaba su pecho, igualito a cada vez que la veía y se decía a sí misma que la admiraba, pero 10 veces más intenso.

No podía ser.

Pero ahora que veía la espalda de Kanao alejarse y colocaba una mano en su pecho, escuchando el constante y rápido latir de su corazón, Aoi se preguntaba si realmente esto que sentía por ella era solo admiración.

Admiración | KanAoi |Where stories live. Discover now