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Subiré capítulo todos los lunes como ya lo dije en Instagram y Facebook.

Aclarar que este escrito es el borrador, encontrarán errores porque no está editado.

—Si tú no eres capaz de respetarme en público ellos tampoco lo harán —bramó con rabia, exigiéndole que pusiera un alto a las duras burlas de sus amigos, y Portman le dio una larga calada a su puro, ignorándola.

—Ellos no hicieron nada.

—Me insultaron. —Evitó que la voz se le quebrara, si bien ella había aceptado que su cuerpo era diferente al de las demás damas, odiaba que la molestasen por ello.

—No siento que hayan dicho alguna mentira —espetó despectivamente, evaluándola físicamente—. Si no piensas bajar de peso ve acostumbrándote a esos tratos.

Eso sobrepasaba el límite que Seraphina podía soportar, en su vida se había sentido tan humillada y ultrajada por una persona. Ese hombre era la peor paria que pudo conocer, maldita la hora que se puso en su camino arruinándole la vida.

No llevaban ni un mes de casados y quería salir huyendo de...

—Quiero irme —soltó de pronto, comprendiendo que cualquiera lugar sería mejor que la ciudad.

—¿De verdad? —Enarcó una ceja con diversión—. He de confesar que creí que nunca lo pedirías. Tengo muchas casas en el campo, elige la que tú más quieras.

—Eres un malnacido. —Le importó muy poco que la mirara con ira contenida, no estaba mintiendo—. Te aprovechaste de mí para robarme mi dote, era lo único que te interesaba.

—¿Y lo dudaste? —preguntó mordazmente con desprecio—. No seas tonta, Seraphina, nunca te toqué, sólo recree la escena adecuada para que todos pensaran que te desvirgué.

Por unos segundos olvidó de como respirar y abrió los ojos de hito a hito, sintiendo un terrible nudo en la garganta.

—¿Por qué? —La visión se le nubló y pudo jurar que se le rio en la cara.

—Porque mi abuela lo dijo, si no me casaba contigo no heredaría su fortuna, así que es una lástima que te hubieras metido en mi camino.

—Per...

—Elige a qué casa quieres irte y avísame ni bien lo sepas, yo también necesito que te largues para recuperar mi espacio; estás llegando a asfixiarme.

¿Aún era doncella?, ¿él nunca se aprovechó de ella?

—¿Nuestro matrimonio no está consumado?

—Ciertamente.

—¿Y qué pasará con el heredero?

—Tienes el permiso de hacerlo con quien se le venga en gana, milady, porque yo no pienso tocarla.

Recordando el último encuentro que tuvo con su marido hace dos años, Seraphina dejó de revisar el libro de cuentas de Las garras de Lucifer y se incorporó con parsimonia para caminar por su despacho.

Para todos, ella se encontraba en un autoexilio en el campo; sin embargo, la única verdad era que después de tener esa conversación con su esposo, Seraphina había acudido al único hombre que podría ayudarla: su hermano, el marqués de Sutherland, quien al escuchar su versión de los hechos se había sentido tan encolerizado que a poco estuvo de ir a matar al vizconde de Portman con sus propias manos.

Por suerte, su esposa lo hizo entrar en razón y entre ellos idearon el plan perfecto para que Seraphina nunca fuera sometida por la voluntad de un mal marido, creando así el club Las garras de Lucifer, un establecimiento que portaba los mismos lujos que Triunfo o derrota, pero iba a dirigida para la población burgués que no podía siquiera soñar con entrar a dicho club, y era su hogar.

La prima del vizconde 4.5 (Libertinos Enamorados)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora