Garrison Proud

Los secretos de la familia Shirogane

Pidge había estado antes en cientos de cafés de la ciudad. ¡Pero nunca en uno como ese! Todas las paredes eran un rosa claro, decoradas con cadena de papel crepe y corazones colgando del techo; lo único que le gustaba era que el techo tenía una proyección holográfica que daba el efecto de una lluvia de brillos cayendo sobre ellos, pero la atmósfera era tan remilgosa y ridícula que hasta eso palidecía ante su vergüenza.

Intentaba con todas sus fuerzas ocultar su cara detrás de su capucha, unos lentes oscuros que le quitó a Ryu y el menú del lugar; Ryu por su parte, reía divertido con cada pequeña reacción exagerada de la chica.

─ Estas llamando la atención más de lo que harías si no intentarás esconderte.

─ ¿Estás loco? Soy una estudiante. Y el hermano de uno de mis maestros. ¿Qué dirán las personas?

─ A no ser que alguien por aquí pueda leer la mente, lo único sospechoso aquí es tu actitud.

Ryu le quitó sus lentes, pero dejó que siguiera ocultándose con el resto de las cosas, mientras llamaba a la mesera para pedir su orden.

─ ¿Por qué me trajiste justamente a este lugar?

─ Porque lo odiarías, ¿o no?

─ Bueno, sí. Pero eso es injusto.

Ryu siguió ignorando las protestas de Pidge mientras hacía pedir varias cosas y regresaba los menú a una atractiva mesera, que se fue con una sonrisa después de algunos comentarios coquetos de Ryu. Pidge ahora estaba mirándolo con molestia, casi le había arrancado el menú de la mano para dárselo a la mesera y esta le había dado una extraña mirada antes de irse, la misma clase de miradas que algunas chicas de su clase le hacían cuando pasaban a su lado mientras hablaba con Keith en los pasillos.

El simple recuerdo de Keith hizo que se sintiera abrumada de nuevo, jaló su capucha tanto como puedo y se dejó caer con la barbilla sobre la mesa.

─ ¿Qué tanto piensas? ─ Ryu evitaba mirarla, pero solo era para no incomodarla, sabía que incluso aunque estuvieran en la misma habitación, lo mejor sería darle su espacio.

Pidge miró a su acompañante, miro por la ventana, quería sacar todo lo que la consumía por dentro pero, de alguna forma, sus recuerdos siempre regresaban al mismo punto.

─ Keith me confesó algo la otra noche...

─ ¿Al fin te dijo que está enamorado de ti?

El rostro de Pidge se puso por completo rojo.

─ ¿Tú lo sabías?

─ No hay nada que esos dos puedan ocultarme.

Pidge mordió su labio y bajo la mirada avergonzada, pero otra pregunta la asoló.

─ ¿Entonces tú sabes lo que siente Shiro por mí?

Pidge sintió sus mejillas arder por el sonrojo, también el escozor en los ojos de las lágrimas que amenazaban en salir; así que bajo la mirada justo cuando Ryu se giró a mirarla, sabía que debía estar sintiendo lástima por ella pero de alguna forma, no le importaba su orgullo si podía obtener una respuesta.

─ Lo sé ─ respondió mientras volvía a desviar su rostro hacia la mesera ─, pero no soy yo la persona que debería decírtelo.

─ Pero...

─ Sin peros. No te hará ningún bien saber lo que pasa por la mente de ese sujeto y menos viniendo de mi.

El rostro de Ryu pareció amargarse cuando hablaba de su hermano, había algo que le decía a Pidge que si seguía insistiendo podría obtener una respuesta; quizá era porque era alumno de su padre o por aquella lástima que le tenía, pero aquella mirada la convenció de que era lo mejor no seguir preguntando, que las palabras de aquel hombre eran honestas y ella estaba mejor sin saberlo.