10) La profecía

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En unas horas ya recorrimos todo el trayecto, la residencia de Naira estaba ya en las proximidades a mi espacio, así que fui aminorando la marcha, hasta finalmente, detener el vehículo. Tanto Ana como Jorge estaban pálidos y con unas oscuras ojeras que pintaban sus parpados inferiores. Bajamos del vehículo, algo temblorosos por lo ocurrido, y lo cerramos en todos sitios para evitar inconvenientes con aquel ser qué estaba al acecho nuestro. Estuvimos un rato revisando qué todo esté bien y tocamos a la puerta, yo con ansias de que abran rápido, y con miedo de que aquel ser nos alcance si seguimos fuera. Al parecer la idea de que alguien nos pueda ayudar me hacía sentir más protegido, y seguro de que nada nos iba a pasar, aunque en mi interior sabía perfectamente qué el hecho de que ella pueda darnos información, no quería decir qué ella sea una divinidad con capacidad de derrotar al ser.

En ese preciso instante, un chico abre la puerta, era el hermano de Ana.

-¿Por qué traes a esos dos?- Dice él, parecía algo desconcertado.

-Es que, hay un monstruo qué nos sigue- Suplicó ella, mientras que en su hermano se lograba resaltar un rostro suspicaz qué era bastante notable. Ella frunció el ceño, y su expresión denotaba ira.

-¿Ahora estos chicos te convencieron de sus ideas?-Dijo él mirándonos con desdén a Jorge y a mí. Parecía muy escéptico ante la situación, pues, hasta su hermana intentó no hablarle de su situación, ya que sabía que él reaccionaría así, además de que la timidez de Ana no ayudaba mucho.

-¡No!, por si no sabías, desde qué fui a su casa, ese monstruo me está siguiendo, lo he visto, ¡DEBES DE CREERME!- Dijo a gritos ella. En ese momento se me ocurrió una idea, así que dirigí la vista del hermano de Anita hacia el vehículo, ensangrentado gracias al encuentro, y con la mano del ser dentro de este. El rostro del hermano de Anita se tornó a uno de sorpresa, algo perplejo, aunque, estaba intentando no creer, las pruebas eran irrefutables.

-No, debe de haber un truco, eso no parece real, la sangre puede ser salsa.- Dijo él, tartamudeando.

-No lo hay- Aseguramos al unísono. Al hermano de Ana no le quedó nada más que decir.

-Está bien, si les alegra qué les ayude con su locura está bien- Agregó este. Creo que, muy probablemente, si ese brazo hubiese sido normal, él nos hubiese acusado de asesinato, sin embargo, un brazo tan viscoso y de un color pálido anormal que no lucía para nada humano. El hermano de Ana, qué parecía algo resentido, sólo decidió seguirnos la corriente, aunque, no parecía más escéptico, sin embargo, no parecía querer asumir que estaba equivocado.

Entramos a la casa, ya que el hermano de Ana estaba ahí acompañando a Naira, al parecer al Naira tener residencia en ese lugar, y por eso la visitaban cada tanto. En la casa decidimos tomar asientos, en mi caso me senté en un sillón, y era bastante cómodo. La casa por dentro tenía un aire muy decorado, había cortinas bastante coloridas y al parecer estaba todo bien cuidado. Las paredes eran de color morado, mientras que el suelo tenía una alfombra de color verde oscuro.

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