Pérdido

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La pérdida excesiva de sangre le nublaba la vista. Todo a su alrededor se balanceaba de lado a lado, como si no pudiera estar quieto por mucho tiempo, parado sobre una tabla inestable a punto de caerse en cualquier momento. El mareo le provocó una arcada, pero acostado sobre unas hierbas con el cuerpo paralizado le fue imposible moverse, así que su tos fue inútil y la sangre con saliva salía de su boca a borbotones. 

-Tienes un aspecto horrible -una voz sonó sobre él. 

Por la vista borrosa y la oscuridad de la noche, solo alcanzaba a ver una sombra parada al lado de su cabeza. Aunque la voz la reconocería en cualquier lado: Jin GuanYao. 

-Parece que HanGuang-Jun cada vez se está acercando más. -dijo otra voz -Logró llegar a la Ciudad Yi dónde se encontraba Xue Yang con el Sello del Tigre Estigio. Y no solo eso, si no que también se llevó otro miembro del cuerpo. 

Jin GuanYao asintió, no sé mostró molesto, pero era seguro que no se encontraba contento con la situación.

-¿Fue solo?

-No… -intento hablar Xue Yang, pero empezó a toser sangre una vez más. 

-El estaba acompañado por Mo XuanYu y unos niños de otros clanes. Entre ellos estaba Jing Ling. -completo SuShe. 

Los ojos se Meng Yao se abrieron sorprendidos ante los dos nombres mencionados.

-¿Mo XuanYu? -preguntó sorprendido- ¿Qué haría él con HanGuang-Jun? 

-No… -se volvió a escuchar a Xue Yang quejarse. La voz rasposa por la sangre le dificulta poder decir algo comprensible, intentó decir con todas sus fuerzas unas palabras, pero solo tosía una y otra vez. -Yin...g...ling…

Jin GuanYao se inclinó sobre el cuerpo de Xue Yang, con una sonrisa de lástima sobre sus labios. Verlo en un estado tan lamentable no era algo que se esperaba, sinceramente tenía la esperanza de que estuviera vivo para poder usar el Sello del Tigre Estigio otra vez, después de todo, él resultó ser el más apto para copiar las técnicas del afamado Patriarca Yingling. Pero viendo cómo resultó herido de su pelea contra Lan WangJi, es sorprendente si dura unos cinco minutos más.

-Te aferras a la vida con uñas y dientes. ¿A qué te apegas tanto? Con la vida que has llevado, nunca podrás descansar en paz. Nunca mostraste un solo indicio de arrepentirte de todo lo que hiciste.  

Los ojos apagados de Xue Yang, que apenas tenían un brillo tenue, se giraron hacia Meng Yao. 

-Mi… bra...zo… -intento hablar -dul...ce -una tos aterradora lo volvió a invadir. 

La sonrisa en el rostro de Jin GuanYao no se borró en ningún momento. 

-Hiciste lo que quisiste por años, ¿Y ahora te lamentas porque te falta un brazo? Eso ya no importa, total, morirás. 

Sonidos roncos he incomprensibles salieron de los labios de Xue Yang, pero Meng Yao ya no le prestaba atención. Se levantó, sacudiendo la tierra de su ropa y se giró hacía SuShe.

-¿El Sello del Tigre? -preguntó Jin GuanYao, girando su rostro hacía SuShe.

-Es inútil, solo es una baratija ahora. Después de que lo uso con todos esos cadáveres parece que perdió toda utilidad.

Jin GuanYao chasqueo la lengua, negando con la cabeza. 

-Que lástima. 

Miró a sus pies el cuerpo inmóvil de Xue Yang, que se esforzaba por respirar, pero cada vez que respiraba se escuchaba un inquietante silbido. No mentía cuando dijo que se aferraba a la vida, pero después de los cortes mortales que le dió Lan Wangji ya no había retorno de su estado. Decidiendo que ya no era útil, nada de lo que él pudiera hacer lograría evitar su muerte. 

-Desaste del cuerpo -dijo para después girarse, pero se detuvo por una mano que lo agarró del tobillo. Un líquido tibio atravesó la tela de su ropa ensuciando su ropa clara.

-La… bol...sa -balbuceo -Pat...ri…ar… ca... -y una toz lo hizo expulsar una gran cantidad de sangre. 

Su piel ya se encontraba en el extremo de palidez, bajo sus ojos había una sombras oscuras, y su respiración solo era un silbido. Todo le daba un aspecto aterrador, sin contar la sangre que caía de su boca. Pero a pesar de todo su rostro no mostraba dolor, solo lo difícil que le resultaba poder mantenerse consciente. 

-No me digas que te arrepientes. 

Los ojos de Xue Yang se cerraban de a poco.

-Oh, ¿Ya te quedaste sin fuerzas? -se río SuShe. 

-Yo… no… -tos -m..e… arrepi… -una tos atronadora.

Su cuerpo perdió fuerzas y chocó contra el piso, soltando el agarre que tenía sobre el tobillo de Jin GuanYao. 

-No te arrepientes de lo que hiciste, porque para arrepentirte deberías haber sido capaz de sentir. -Meng Yao le dió una última mirada al cuerpo inerte de Xue Yang para después girarse y seguir caminando -pero lo único que sentías hacía Xiao XingCheng era odio, y ese dulce solo te aferrabas a él porque buscabas ser capaz de sentir algo que hacía mucho que habías perdido: cariño. 

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Aún así, después de llegar a la Torre Koi un pensamiento no dejaba de rondar la cabeza de Jin GuanYao. Patriarca. Esas habían sido uno de sus palabras. Conocía el respeto que le tenía Xue Yang al Patriarca Yingling, pero, ¿por qué lo mencionaba en una condición así? ¿Sería posible que él…? 

Una sonrisa se formó en sus labios. Tarde o temprano, si era verdad que volvió, se enteraría.

-Mo XuanYu, ¿Eh? Me pregunto, ¿qué es lo que hiciste?  

El Fin de Xue YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora