CLOOPY

15 El don

La lluvia caía por toda la colina y refrescaba cada centímetro con el agua grácil de una merecida victoria. La columna de fuego no tardó mucho en desaparecer, pero cuando lo hizo, la granja nuevamente quedó a oscuras.

Los Brandon, Oscar y Kal estaban a la espalda de Cindy, igual de atónitos y sorprendidos que ella. Entonces Cindy se volteó lentamente hacia ellos y les dirigió una radiante sonrisa.

—Lo logramos—murmuró Cindy, y acto seguido salió corriendo velozmente hacia su familia y los abrazó a todos. Los únicos que no formaban parte de ese abrazo eran Oscar y Kal, pues ellos no querían perturbar ese feliz momento ya que, después de todo, la victoria era de la familia.

—Lo lograste, amigo—le dijo Oscar a Kal.

—No—musitó Kal, sonriendo con los labios apretados—Tú y Cindy fueron los verdaderos héroes. Yo solo ayudé un poco.

— ¿Un poco?—dijo Oscar—Kal, si Cindy fuera una médium como tú, ella misma podría haber abierto un portal, pero no, fuiste tú. Acéptalo—Oscar parecía estar más feliz que todos los demás—Ahora ya te redimiste. Ya no tienes porqué vivir con la culpa de lo que le ocurrió a tu familia, porque lo creas o no, lo que has hecho con esta familia te será recompensado de alguna manera.

Kal se sonrojó por esas palabras, pero de pronto, sintió una ligera pesadez en su cuerpo y comenzó a desequilibrarse.

— ¿Kal? ¿Estás bien?—preguntaba Oscar— ¡Ayúdenme!—exclamó, y para entonces Kal había perdido el equilibrio, pero afortunadamente Oscar alcanzó a sujetarlo.

Los Brandon interrumpieron su abrazo familiar y fueron a socorrer a Kal.

—Hay que llevarlo adentro—indicó Rosa.

Cristopher levantó a Kal de los brazos de Oscar y lo cargó sobre su espalda. Al entrar en la casa, los ojos de todos ya estaban adaptados a la oscuridad, por lo que lograron distinguir varias cosas. Sin embargo, Cindy fue a la cocina y accionó el interruptor de luz.

—Pronto, quiten el comedor y coloquen el sofá—ordenó Christopher cargando a Kal en la espalda.

Oscar ayudó a los Brandon a llevar el comedor de vuelta a su sitio y después, con ayuda de Cindy, ambos empujaron el sofá hasta el centro de la sala. Una vez colocado, Christopher sujetó con una mano la cabeza de Kal y con la otra su cuerpo, y a continuación empezó a colocarlo con delicadeza sobre la acolchonada pero desgarrada tela del sofá.

—Necesita un trapo con agua caliente—dijo Rosa, y luego salió corriendo hacia la cocina a buscar un trapo para humedecerlo.

Oscar y Cindy colocaron también los otros sillones nuevamente en el centro de la sala, y Katie y Anna se apresuraron a ir a sentarse en uno que era más pequeño que en el que se encontraba Kal. Rosa regresó apresuradamente y, con el mayor de los cuidados, puso el trapito húmedo en la frente de Kal. Kal frunció un poco el ceño y ladeó la cabeza al sentir el contacto del agua caliente contra su piel. Entonces, abrió los ojos.

— ¿Estás bien?—le preguntó Cindy.

Kal comenzó a enderezarse hasta que consiguió estar sentado. Christopher se desplazaba por todo el piso inferior de la casa, accionando los interruptores de luz para que estuvieran por completo iluminados.

—Entonces... ¿Ya acabó todo?—le preguntó Anna a Kal.

—Anna, por favor—intervino Cindy—deja que recupere fuerzas.

Kal inhaló y exhaló profundamente unas tres veces seguidas antes de poder hablar. Y cuando se sentía con la fuerza para poder mantener la cabeza en alto, vio que todos lo estaban observando con expectación.