Enjambre jefe (I)

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Goldmi usó Lluvia de flechas un par de veces. Es cierto que no se puede apuntar más que a una zona, pero había suficientes de aquellos insectos como para que la mayoría de flechas dieran en el blanco.

Eran flechas normales, y ninguna de ellas pudo, por sí sola, acabar con uno solo de aquellos insectos. A pesar de ello, algunos sucumbieron al colisionar tres de ellas en uno, mientras que muchos estaban heridos, y volaban con una o dos flechas clavadas. Aunque la mayoría permanecían indemnes.

Ellas retrocedieron por el túnel, en parte para comprobar si las seguían dentro, en parte para luchar en un lugar más estrecho.

No dudaron los grandes insectos en seguirlas, dejando unos pocos atrás guardando la entrada, a mucha más distancia de lo que los enjambres pequeños podían separarse. Y, en cuanto entraros unos metros en el túnel, se encontraron la primera sorpresa.

Un Abismo de Viento se activó a su pasó, dañando gravemente a unos pocos de ellos, y a los que pasarían tras ellos. Y otra se activó poco después. Y otra.

Mientras, Goldmi iba disparando flechas una y otra vez, de tres en tres, ahorrando maná pero no energía. Decenas de insectos habían caído por las heridas ocasionadas por las flechas y las trampas, pero ni siquiera llegaban a una décima parte del total. No obstante, muchos más estaban heridos.

De repente, un fuerte viento fue invocado por la elfa, teniendo los insectos gigantes que afrontar el poder de la Tramontana. No era suficiente para hacerlos retroceder, pero sí para ralentizar su marcha, y hacerlos más vulnerables.

Que tardaran más en llegar le daba a la elfa tiempo para ir atacando con sus flechas, a costa de un gran consumo de maná. Que tuvieran que usar sus fuerzas para enfrentarse al viento, le daba a la felina la oportunidad de atacarlos con más facilidad.

Sabía que no tenían mucho tiempo, que pronto su hermana tendría que detener el viento para no quedarse sin maná, así que atacó con ferocidad, hundiendo sus garras una y otra vez en los insectos, saltando de uno a otro sin descanso.

Ambas hermanas iban reduciendo poco a poco los números de su enemigo, cuando Goldmi la llamó. La lince remató al insecto que tenía junto a ella y se retiró, deteniéndose el viento unos momentos después.

La felina enviaba continuamente maná a su hermana a través de Vínculo de Maná, pues poco uso podía hacer ella, y aunque sus reservas eran mucho menores, eran más que nada. Ambas se detuvieron frente a otra trampa, mientras las flechas seguían volando y los insectos se acercaban. Cuando llegaron, la trampa se activó.

Se enfrentaron a ellos cuerpo a cuerpo frente a la trampa, provocando que ésta los fuera dañando sin parar. Goldmi había guardado el arco y empuñaba espada y daga, mientras que su hermana usaba sus garras y Desgarrar.

Con Desenvainar cayó el que se aproximaba a la elfa. Y Daga Fulgurante sirvió para enfrentarse al siguiente. La lince era más eficiente en aquel enfrentamiento, pero ninguna de las dos podía evitar que se fueran agolpando más y más.

Barajaban dos posibilidades. Una era que se mantuvieran alejados los unos de los otros, con lo que confiaban poder retenerlos en el túnel e ir dañándolos poco a poco. La otra era que hicieran lo que estaban haciendo, a diferencia de sus hermanos pequeños. Por una parte, era conveniente, por otra, peligroso.

La felina se acurrucó junto a la elfa cuando ésta lanzó Pilar de Luz, acabando con un gran número de los insectos apelotonados. Era un método muy efectivo, pero apenas le quedaba maná para otro más. Y aún quedaban más de la mitad.

Retrocedieron unos metros, tras una nueva trampa, pues el efecto de la actual estaba a punto de finalizar. Y mientras, la arquera volvía a empuñar el arco y lanzar flechas una tras otra, esta vez sin añadirles ninguna habilidad, pues no sólo el maná estaba bajo mínimos.

Volvieron a repetir la operación, a activar Pilar de Luz y a acabar con un gran número de insectos. Pero ahora Goldmi estaba casi sin maná, así que se decidieron usar el plan B. O quizás era el C. O el D.

–Súbete– la apremió la lince.

–Voy.

Se subió a lomos de su hermana, que aceleró para alejarse de los enemigos, pero no demasiado, parándose para que Goldmi disparara con seguridad, y volviéndose a alejar un momento después. Era lo que en el juego llamaban kiting.

Continuaron haciéndolo durante un buen rato, esperando a recuperar el maná para atacar con más fuerza, pero, de pronto, dejaron de seguirlas.

–¿Se han parado?– se sorprendió la arquera.

–Eso parece.

Aprovechando las circunstancias, acabaron con los que tenían a tiro. Luego volvieron sobre sus pasos, observando que se habían dado la vuelta.

–Quizás es el límite al que pueden alejarse– conjeturó la elfa

–Eso podríamos aprovecharlo– propuso su hermana.

–Esperemos que no se regeneren.

En el juego, al alejarse de un enemigo, éste se recuperaba rápidamente. Es cierto que no tenía mucho sentido que pasara en el mundo real, pero la magia misma ya no tenía mucho sentido en la mente de la elfa.

Llegaron hasta la caverna, tomando la precaución de asegurarse de que no había sorpresas por el camino, y comprobaron aliviadas que no se había regenerado. Al menos no significativamente.

En cuando recuperó todo su maná, Goldmi volvió a usar Lluvia de flechas, lanzando la cuarta oleada cuando la primera flecha aún no había impactado, y dejando el suelo de la caverna cubierta de ellas. Y siguió disparando hasta que los insectos se acercaron lo suficiente para repetir la operación previa.

Esta vez había menos de ellos, por lo que parecía que iba a ser mucho más fácil, y así lo fue hasta que uno usó Catapulta en otro, utilizando su propio cuerpo para lanzar a su compañero insecto a gran velocidad.

Goldmi guardó el arco para defenderse con Bloqueo y Retroceso, alejándose unos pasos del ataque, siendo el insecto eliminado por su hermana. Pero pronto se dieron cuenta de que aquello no había sido una caso aislado. Quedaban quizás una cuarta parte, pero estaban empezando a lanzarse unos a otros contra sus enemigas.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora