Capítulo 1

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El tiempo pasa rápido no perdona y  es cruel en algunas ocasiones, ha pasado un poco más de 6 años desde que me inmiscuí en el mundo de los terrenales. Tal como me lo explicaron, quede congelada en el tiempo. Tengo 23 años, pero luzco mucho más joven, justo como ese día en el que acepte mis responsabilidades como guardiana.

Estaba vigilando la situación desde una terraza de un complejo departamental, pasaban de las 3 de la mañana, ya no había nadie despierto o que se percatara de lo que estaba ocurriendo. Ahí estaban unos seres de medio metro, gorditos piel grisácea, ojos y cabello oscuro, dientes afilados, los llamamos duendes. Los cuales  eran seres neutros, no tenían ni maldad o bondad intrínseca, lo malo de ellos es que no son para nada discretos y tienden a llevarse mucho por sus emociones, pueden tener ataques de odio como ataques de cariño.

Baje con cuidado, Zadquiel ya me estaba esperando a que noqueara a los duendes, saqué mi arco y flechas. Le di al primer duende y este cayó al piso "perfecto" al ver que no notaron de donde vino la flecha.

-Joder- al ver que mi segunda flecha no le dio al duende, sino a una camioneta le atravesé el vidrio por lo que la alarma comenzó a sonar, no recordaba la súper audición de los duendes.

Al verme comenzaron a crecer aumentando  de tamaño y  a gruñirme. La alarma del auto seguía sonando, supe que estaba en problemas cuando veo que una de las luces del edificio se encendieron "huye, huye"

Comencé a correr trayéndome a la docena de duendes atrás de mi, nadie podía verlos. Durante unos minutos estuve corriendo hasta que me detuve en un parque.

Estaba rodeada de esa docena de duendes, en eso aparece mi terrenal Zadquiel  con una de las luces y mi flecha.

- Asunto arreglado lo del auto y el duende que noqueaste - guardó la esfera de luz blanca en la bolsa especial para contener a las criaturas de Athikus - faltan 12.

Mis flechas no matan, solo noquean.  Mi función en cada batalla era orientar a mi terrenal. Los guardianes no podían convertir las criaturas de Athikus en esas esferas de luz, ese es el trabajo de nuestros compañeros.

Estaba teniendo un poco de problemas con 5 duendes, me quitaron mis flechas, vi que Zadquiel también estaba teniendo algo de problemas con los otros 7 que faltaban.

Comencé a forcejear con los duendes cuando me trataron de acorralar, ellos eran más fuertes que yo. Sentí como uno me arañó el brazo, me mordí la lengua para no gritar.

En eso escucho unos aullidos, haciendo que los duendes buscaran el ruido, era un montón de lobos gruñendo, hacia tanto que no veía a lobos tan cerca, vi un lobo negro que reconocí inmediatamente, era el omega de Alexander.

Los lobos se fueron contra los duendes que estaban aprisionándome, dándome el tiempo para ir por mis flechas y arco dejando noqueado a los 5 duendes que tenían agarrado los lobos del hocico, dos lobos por cada duende.

También rápidamente ayude a Zad, que al ser liberado convirtió a los doce duendes en esferas de luz.

-Gracias - pronuncie al omega, sabia que era cuestión de minutos para que Alexander se dé cuenta que estoy aquí. El lobo aulló haciendo que los demás lobos se inclinaran ante mí.

-Están brindando honores a su Luna perdida, tenían años sin saber de ella - dijo Zadquiel impresionado.

-Ya no soy su Luna - murmure con incomodidad mientras tomaba mi arco y flecha acomodándolo en mi espalda - vamos al cuartel para dejar a las criaturas.

Zadquiel colocó sus manos en mi hombro, ambos hicimos la plegaria  y así fue como aparecimos en el cuartel.

Entramos al salón de arcángeles ahí estaban todos los 24. Algunos platicaban tranquilamente en grupos, otros hacían anotaciones. Ellos tenían distintos roles en la ciudad celestial, pero el que se encargaba de los terrenales y guardianes era Norte.

Todos dejaron sus actividades al ver que entramos acomodándose cada uno en su asiento, me encogí de los hombros intimidada por su presencia, pero tuve algo de consuelo ver a Hazel. La única arcángel que de verdad se preocupa por nosotros, ella me sonrió tranquila.

Salí de aquella calma que me proporcionaba, cuando Norte se acercó a nosotros y tomó las esferas de luz.

-Reporte de misión - ya alucinaba con esas tres palabras, ya que nunca hay una misión perfecta a los ojos de él.

-13 duendes en la zona 24 - hable tratando de mantener toda la calma, recibiendo toda su cruda mirada- la misión se completó sin ningún percance.

-Eso ya lo veré Jaredith - comentó Norte comenzando elevar  las 13 esferas de luz blanca, y estas empezaron a proyectar lo que los seres de Athikus vivieron unos minutos antes de ser trasformados en una esfera de luz blanca.

-¿Qué hacen esos híbridos ayudándoles? - decía uno de los arcángeles más rudos de todos, Perseus un pelirrojo que no tenía sonrisa amable.

-¿Sigues en contacto con el lobezno y su manada? Te he dicho terminantemente que no podías hacer eso - decía el líder de los terrenales, enojado elevando su voz, sentí mi cara arder.

-No tengo relación con él y su manada desde hace 6 años, no he hecho nada más que seguir las reglas.


-Sabes que no pueden intervenir en nuestras misiones - decía con simpleza Norte - te tendré que poner un castigo - el arcángel guardo silencio unos segundos - ¡Ednel!-  el árcangel explorador de la ciudad celestial, se  puso a lado de Norte - te encargó el castigo de ella.

Zadquiel miraba enojado a Norte - No permitiré que mi guardiana reciba un castigo de manera injusta, no pedimos su ayuda solo aparecieron.

-Mejor no digas nada, sino quieres compartir el castigo con ella - Zadquiel se iba a levantar para enfrentarlo, pero lo sostuve del brazo.

-No hagamos las cosas más grandes Zad -miré secamente a Norte y volví a ver a Zadquiel- No vale la pena.

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