Beso Travieso en Londres (Adaptación Itazura Na Kiss)

Capítulo 12. Corazones desiguales

Pasamos toda la noche en el hospital, Jerry estaba en una de las habitaciones con Rose y Alexander, a Jim no lo dejaron entrar, así que yo me quedé afuera junto con él. Poco después llegó mi padre y pasó a ver al señor Romage, mientras tanto, acompañé a Jim a una tienda para comprar algunas cosas ya que ninguno había comido desde que salimos de la casa. Volvimos y comencé a caminar hacia la habitación.

—Ahora regreso, voy a darles algo de comida —le avisé a Jim, él se cruzó de brazos y se sentó en uno de los sillones de la sala de espera, entré en la habitación—. Compré algo de comida y cosas que se pudieran necesitar —les dije mostrándoles la bolsa.

—Muchas gracias, Kim —dijo Rose, tenía unas ojeras enormes y se veía muy agotada, pero aún así me sonrió.

—Eso es de mucha ayuda, gracias, Kimberley —me dijo Alexander sin apartar la vista de mí. Segundos después, apareció el doctor Johnson y se colocó detrás de mí, fue entonces que Alexander dejó de verme para dirigirse al doctor y le preguntó que cómo estaba su padre.

—Mañana tendremos más detalles de su caso, pero estoy casi seguro de que fue un ataque al corazón —comentó el doctor—. Basado en los exámenes, posiblemente necesitemos hacer una cirugía.

—¿Una cirugía? —dijo Alexander—. ¿Le pondrán un bypass coronario?

—Así es, estás bien informado, ¿estás estudiando Medicina? —inquirió el doctor intrigado, él negó con la cabeza—. Oh, es una lástima —comentó un poco desanimado. Me mordí el labio al pensar en la discusión que había tenido Alexander con su padre por eso—. Como sea, tomaremos una decisión ya que tengamos los resultados, lo que necesita en este momento es descansar —dijo el doctor—, lo tendremos aquí un tiempo.

—Muchas gracias —dijo Rose, Alexander lucía preocupado y triste. Y, aunque era la primera vez que lo veía de ese modo, odiaba que estuviera así. Salí para hacerle compañía a Jim, me senté a su lado sin decir nada. Pasaron unas horas, eran casi las seis de la tarde, ni Jim ni yo habíamos dormido, yo podía soportarlo pero él estaba bostezando y dormitando.

—No te duermas, espera sólo un rato más —le dije—, voy a avisarle a tu mamá que nos vamos a casa, ¿vale? —el asintió medio dormido, entré a la habitación donde estaba Rose —voy a llevar a Jim a casa, se está durmiendo y debe descansar.

—Yo los acompaño —dijo mi padre—, y de paso voy al restaurante.

—Gracias, Kim, y lamento las molestias Darren —dijo ella apretándole la mano a mi padre.

—Deberías descansar también —le dije a Rose, ella negó.

—Yo me quedaré aquí —se acercó a Alexander—. Vete a casa, te ves cansado.

—Está bien, mañana volveré para ver cómo sigue —dijo él levantándose de la silla y caminó hacia la puerta donde estábamos mi padre y yo.

—¿Alex? —lo llamó su madre, él se giró para verla—. Dejemos de hablar de tu futuro hasta que tu padre mejore ¿de acuerdo?

—Sí, lo sé —dijo apartando la vista y salió de la habitación. Regresamos a la casa, Jim y Alexander se metieron a su cuarto y yo al mío. Eran casi las cuatro de la mañana cuando me desperté porque tenía muchísima sed. Bajé por un vaso con agua y encontré a Alexander sentado en el sillón de la sala con su barbilla apoyada en sus puños y sus codos en sus rodillas. Prendí la luz del pasillo, él se giró a verme.

—¿Alexander? —me acerqué lentamente a él, fijó su vista en el suelo dándome la espalda—. ¿Qué ocurre?

—Nada, solamente vine aquí a pensar.