Mientras mis labios se hunden en tu piel,
como una gota de lluvia en el inmenso mar,
y se ahogan en lo más profundo de tu ser,
tus piernas comienzan a apretar,
y como un barco que se parte a tu merced,
tu espalda se arquea, y te humedeces sin pensar,
porque mientras tus dedos me acarician por primera vez,
explorando un ligero cuento en braille que terminar,
los jadeos de tu boca se dejan ver,
y el ritmo de tu cuerpo se deja escuchar,
la fricción me hace esclarecer,
que si mis manos te pudieran siempre encontrar,
descansaría embriagado por el aroma de tu piel,
sin preguntarme si el amor es algo que florece con la intimidad,
mientras tus labios me hacen creer,
que podrías endulzar el mar.