La dimensión opuesta

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He sido víctima de una desconocida y horrenda enfermedad, ningún doctor es capaz de diagnosticarme ninguna de las enfermedades convencionales, no se trata de un cáncer, ni de una meningitis. Si bien existe una gran variedad de factores que puedan determinar el origen de la misma, puedo intuir que se debe a las consecuencias de disfrutar todos estos años junto a la persona que amo. Mi mujer también experimenta los mismos síntomas, por lo tanto puedo intuir que la probabilidad de que se deba a razones que se asemejan más a lo extraño sea más probable que alguna causa científicamente comprobada.

Cada vez mi cuerpo duele mas, tanto que escribir este manifiesto como mi ultimo testamento está siendo más costoso de lo que debería.

Siempre fui alguien poco popular en mi adolescencia, jamás fui dotado con fuerza, ni con una gran destreza para jugar al deporte más popular de mi país: el fútbol. Me sentía más afín con grupos de mujeres respecto a grupos con hombres, era un amante del dibujo, me agradaba leer y jugar videojuegos. Todos estos rasgos son los ideales para sufrir una adolescencia de completo rechazo de cara a mis compañeros de clase, en alguno de los casos, abusar de mi paciencia molestándome más de la cuenta, tildándome de homosexual por los atributos antes mencionados.

Desde niño siempre confié en mi yo de adolescente, siempre creí ser alguien mejor, atlético como los demás, con posibilidades de conseguir una novia que me quiera, con la capacidad de hablar sin sentirme nervioso, no ser yo; en definitiva.

Un día soñé con algo que cambió mi vida para siempre, en el sueño, permanecía flotando en el espacio exterior, sin necesidad de ningún traje espacial o algo por el estilo. De todas maneras recuerdo que estar allí me causaba una ligera ansiedad, debido a que por un lado sabía que estaba muy lejos de la tierra y lo único que había era incertidumbre por doquier, pero por otra parte se sentía sereno y silencioso. De pronto consigo apreciar la figura de un hombre misterioso, una sombra a la lejanía, acercándose a mí flotando a gran velocidad por el espacio.

Cuando aquel sujeto se acercó lo suficiente pude verlo con más detalle, iba con un abrigo largo y negro, una camisa blanca, un sombrero fedora negro, guantes de cuero color negro, pantalones de vestir y zapatos de vestir también. Aquel hombre extraño me causaba escalofríos mientras más se acercaba, por lo que mi corazón acompañó esos escalofríos latiendo fuertemente.

El sombrero fedora generaba una sombra que cubría su rostro completo, haciéndome sentir aún más incómodo. Sin embargo intente de respirar y mantener la calma. Cuando el sujeto estaba a una distancia moderada dijo lo siguiente:

- Cuando te despierte, acércate a tu espejo y pronuncia lo siguiente - su voz era difusa pero conseguí oírlo a base de afinar mis oídos lo suficiente

- AZ154 - agregó, antes de sentir la sensación de abrir mis ojos

Me encontraba en mi cama, confundido, con los ojos atentos al techo y con una incómoda sensación de no haber dormido la noche entera. Aun con la vista nublada, dirijo mi mirada hacia el espejo en mi habitación.

Acto seguido me levanto de mi cama, sin quitar la vista de aquel espejo mencionado en mi sueño. Me posiciono a una distancia muy corta del mismo, contemplando mi reflejo a detalle, un chico barbudo de pelo largo, flaco y alto. Todo está bien, eso fue solo un sueño. Inconscientemente antes de pensar en retirarme del espejo y realizar mi rutina cotidiana, decido en darle suaves golpes con mi dedo índice al reflejo de mi cara en el espejo.

Lo más escalofriante fue cuando luego de haber golpeado, escuché otro golpe que parecía provenir desde el lado de adentro del espejo. Mi corazón se detuvo por un instante tras misterioso acontecimiento. Me había quedado paralizado mirando mi reflejo con innata confusión y terror. Tras un suspiro, dejar de apretar mis dientes y llenándome de valor, decidí golpear otra vez al espejo con mi dedo índice.

La dimensión opuestaWhere stories live. Discover now