—Bueno, eso es todo. Evidentemente, he estado mejor, pero creo que estoy mejorando un poco —un hombre con gafas de mediana edad hablaba cuando tú te asomaste bajo el marco de la puerta. En cierto modo, sus palabras te aliviaron—. Creo que le voy a recomendar a mi hermano que se pase por aquí. Desde que su marido murió, ya no es el mismo.
—Claro, Anthony, aquí todos son bien recibidos —contestó el moderador, recibiendo un asentimiento del señor que acaba de terminar su intervención a modo de respuesta.
Aquel hombre rubio te daba la espalda, pero tú sabías perfectamente que sus ojos eran de color azul.
Al fin y al cabo, ¿quién no conocía al Capitán América?
Avanzaste, inquieta, a través de aquel salón de actos medio vacío y pobremente iluminado. Apenas había un puñado de sillas dispuestas en círculo, donde se desarrollaba la charla. No tardaste en ganarte las miradas curiosas de todos los presentes.
Avergonzada, hiciste un recorrido visual mientras pensabas de forma rápida qué podrías decir a modo de disculpa por haber interrumpido la ya bien avanzada sesión. Observaste al heterogéneo grupo; en él se podían encontrar personas de toda clase, desde una mujer afroamericana de avanzada edad, hasta un muchacho pelirrojo que apenas tendría edad para ir a la universidad.
—Lo siento, he llegado tarde —te excusaste con timidez, mientras caminabas hacia ellos, esperando encontrar un sitio libre para poder unirte a la conversación. No podías parar de pensar que les habías echado a perder el ambiente.
—No pasa nada, lo importante es que has venido —el Capitán Rogers se giró y te dedicó una sonrisa relajada a la par que consternada. Pensaste que su presencia sería más imponente, pero lo cierto es que con camisa y vaqueros parecía un hombre corriente—. ¿Por qué no te presentas y nos dices que te ha traído aquí?
Titubeaste un segundo, al tiempo de tomar asiento y dejar tu bolso a los pies de la silla. De repente, te encontraste siendo el centro de todas las miradas, incluida la del superhéroe.
Dios, qué vergüenza.
—Bueno… —carraspeaste, bajando la mirada, mientras comenzabas a retorcer los puños de tu blusa con nerviosismo—. Hola, soy Abey Robinson…
Aguardaste un segundo, esperando un "Hola, Abey" por parte del grupo, pero la sala continuó en silencio. Parece ser que aquello no era como Alcohólicos Anónimos, después de todo.
—Mi abuela me recomendó venir a esta reunión, ya que, supongo que como todos los que estamos aquí, el mítico chasquido de hace dos años me afectó y me arrebató a las personas más importantes en mi vida: mi madre, mi hermano y mi padrastro —soltaste un suave suspiro, sin atreverte a levantar la vista, no te fueras a topar con alguna mirada ajena. Y es que aquello todavía te seguía afectando más de lo que estabas dispuesta a admitir—. Aún sigo sin ser capaz de aceptarlo; parece que fue ayer cuando estaba jugando al escondite con Michael... —una sonrisa triste se formó en tu rostro ante tal preciado recuerdo.
El resto del grupo permanecía callado, pero se les notaba en la cara que te comprendían mejor que nadie. Sin embargo, tú sentías que aquel silencio te ahogaba a cada segundo que pasaba. Esperaste alguna respuesta por parte del Capitán, pues él te había estado escuchando con detenimiento, igual que hacía con todos los que acudían a sus charlas.
—Tranquila —dijo, volviendo a esbozar esa sonrisa comprensiva—, te entendemos. Todos hemos estado en tu lugar. Tanto Sarah, como Jamie, Anthony, y todos los demás. Hasta yo mismo —comentaba, señalando con la mirada a los presentes, los cuales asentían de forma aprobatoria ante sus palabras—. Y, como todos, verás como pronto notas una mejoría.
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El verde de tus ojos (Steve Rogers x Tú)
FanfictionTodos recordamos la mala sensación que nos quedó en el pecho tras aquel acontecimiento, ¿cuántos afectados habrá dejado el mítico chasquido? Ya han pasado un par de años y Abey aún no levanta cabeza desde la pérdida de parte de su familia, su abuel...