Cap.11. Ser libres

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Siguieron agotando sus piernas durante por mucho tiempo, pero a diferencia de hace unos momentos, ahora estaban conversando, y el tiempo se hizo agua entre los dedos, al llegar al lago del bosque, llenaron diez botellas de casi un litro cada uno, el sol estaba en su punto más alto. Después de haber conversado y preguntado situaciones ordinarias, Erick sabía que algo andaba mal en Verónica, y no era por su hermana, quería conocer a sus compañeras, confiar en ellas, y sobre todo protegerlas, no quería seguir marcando líneas en su lúgubre hogar, desde que ellas habían llegado, su roble parecía mas iluminado que nunca

- ¿Hay asuntos en Bezmeck que te sigan atormentando? - preguntó, sus manos temblorosas le confirmaban su teoría, aquel hombre incluso en ciudad, era tímido.

- Mi trabajo, mi familia supongo...mi vida no es esta, Erick. -mirarlo a los ojos solo la haría quebrarse- siento como si no estuviera viva.

Cada vez que hablaban de su vida antes de llegar a Glyfalia, Verónica parecía muy triste. El hombre no dijo nada, y quiso permanecer así en cuanto ella pregunto si, ¿si algún día saldrían de aquí?, imaginar que ese día podría llegar, cada noche será más difícil. Ambos se miraron, como si leyeran la fría respuesta de cada uno, esa que les robaba la fuerza. Erick lo había intentado, no hubo semana en la que no se haya preparado con una cosa más en su cangurera para salir a explorar, camino cada mañana cada día más lejos que el día anterior en busca de un final, o de volver a ver aquel libro que cambió su vida "tal vez esa era la salida" pensaba, pero los senderos aumentaban su peligroso, aquellos lobos raros eran más grandes y sus ojos más blancos que negro con el tiempo que pasaba, por la noche, aquellos ojos se tornaban rojizos, quizá era una de las visiones en su memoria que más le causaban pesadillas. Por seguridad, se dedicó a sobrevivir y dejar de buscar por un tiempo, Emily insistía mucho, desde que la vio buscar por su cama, aunque extrañaba su mundo, recordó que al llegar busco ayuda con la misma desesperación que aquella rubia, la soledad le abrazo, hace dos semanas comenzó a sentirse cómodo de nuevo. Ver a verónica de ese modo era como reflejarse en un espejo de recuerdos, antes de acostumbrarse a hablar solo. La miro por última vez antes de responder, sin pensarlo un segundo más, miro sus bellos ojos y le respondió.

- Si, vamos a salir de aquí.

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La chica se acercaba más hacia algo realmente emocionante, lo podía sentir, su corazón palpitaba el doble mientras veía el castillo de Carolina, y aunque muchas veces había soñado vivir en una historia narrada por un libro, ahora más que nunca deseaba volver a su oficina. Se detuvo unos instantes, para asegurarse de que nadie la viera y por supuesto, que nadie la siguiera, avanzó. Algo extraño lograron captar sus ojos, era un símbolo en un árbol, no era una mancha, eso lo sabía, pero no podía distinguir bien su forma, aunque se parecía mucho al que Erick había mencionado.

De pronto, recordó ese símbolo en el libro. El árbol estaba muy cerca del castillo, la adrenalina que sentía en este momento pronto la haría enloquecer. Su mente le gritaba los recuerdos sobre las palabras que advirtió su salvador, ahora con mucha intensidad, como si su subconsciente quisiera dejarla sorda; movió la cabeza para evitar escucharlos y tropezó, soltó un quejido al estar en el suelo, se tapó la boca rápidamente al escuchar pasos que rompían las ramas viejas que habían caído igual que ella, se arrastró hacía unos arbustos buscando esconderse, se movió en silencio y oculto todo su cuerpo.

Y de repente, pudo ver caminar a alguien no tan lejos de ella, revisando las hojas de los árboles, el movimiento de las nubes parecía admirar el bosque, Emyli no pudo ver de qué "animal" o glyfaliano se trataba, ya que tenía puesta una toga azul que casi arrastraba con las ramas. He aquí la pregunta que a la mujer le invadió ¿Seguirlo o no seguirlo? Sus pies respondieron antes de que pudiera pensarlo bien, a casi diez metros de distancia lo siguió con cautela, ocultándose a toda costa, siguió así durante casi quince minutos, se habían alejado del castillo, y al forzar su vista, noto que solo le rodeaban los árboles, no había senderos, fue entonces que el ser de la toga se detuvo.

-Ya puedes salir, aquí no viene nadie. - dijo de espaldas el hombre, sabia que lo era, su voz no tenía ningún toque de feminidad. Se sorprendió y al mismo tiempo se asustó, mientras dudaba si él se había dirigido a ella. - Te hablo a ti, chica arbusto. - juraba a ver escuchado una risilla. La mujer salió de su escondite lentamente, se lo preguntaba todo, pero en su cuerpo no existió la idea en donde él le hiciera daño; el hombre se dio la vuelta y observó a la chica, la cual aún no salía de su escondite por completo -Acércate más, no podemos seguir hablando de esta forma, o alguien podría escucharnos.

- ¿Quién es usted? - pregunto susurrando con desconfianza.

- Eso no es lo tú quieres en realidad, pero ahora es mi turno. Y quisiera saber porque me seguías de ese modo -Al acercarse noto que esté glyfaliano representaba un perezoso, más alto que la chica, y bastante viejo. Él suspiro y miro a los alrededores, como si estuviera buscando algo, ella no respondió. - Debes de ser una de las mujeres que logró escapar. ¿Dónde está la otra?

- Vives en el castillo, no lo sabrías si no lo fueras. ¿Porque alguien de allí saldría solo al bosque?

- Para asegurar al pueblo, obviamente.

"¿Asegurar?" "¿De qué?" pensó ella. Él no portaba ninguna bandera en su vestimenta, no podía ser un guardia, tampoco un sirviente que pudiera rondar por el reino sin preocupaciones. Justo después el hombre pregunto por su nombre, sabia que era una chica lista, lo noto al verla analizarlo de pies a cabeza antes de acercarse.

- ...Me llamo Emyli. Y estoy sola

- Tú no estás sola, vives con más sobrevivientes.

-¿Eres psíquico o algo así? - preguntó bromeando, por alguna razón, aquel glyfaliano no le inspiraba ningún tipo de temor.

- No, pero eres pésima para seguir a la gente en cautela, pude escucharte desde el principio. Es por eso por lo que te traje hasta aquí y poder hablar contigo. Da gracias a que te encontrara yo y no uno de los guardias, o estarías rondando por el bosque a cuatro patas.

-¿A que se refiere con eso? ¿Qué es lo que quiere exactamente? -las cosas pasaban sin darle tiempo de asimilarlas, no podía creer aun que estuviera intercambiara palabras con un glyfaliano, y que aun no le pidiera llevarla ante la reina.

- Te lo diré, puedo enseñarte, puedo entrenarte. Desde hace años este reino ha tenido peligro en cada esquina, injusticia en cada hogar. Y esto que te ofrezco, no son gardenias ni rosas.

- ¿Entrenarme para salir? -la esperanza creció - entonces, si hay manera de salir de aquí. -la mujer estaba casi brincando de esta gran noticia, él le tapó su boca con un solo dedo, apenas rozando sus labios, tenia garras enormes que si abriera la palma de sus manos le cubriría el rostro

- Las puertas sirven para entrar y salir, ¿no? Por ahora, solo puedo decirte esto, se hará tarde. - quitó la mano de su boca y retrocedió un paso. - Te veré aquí mañana, igual que hoy, también deberé enseñarte a ocultarte, realmente lo haces pésimo -Él se dio la vuelta y comenzó a caminar.

- Espera - corrió hasta el hombre de toga. - ¿Porque me ayudas? Se que obedeces órdenes de Carolina. ¿Cómo se que no es un engaño? ¿Y que no me llevaras hasta ella? -a pesar de su regaño, el perezoso sonrió ligeramente, las arrugas en sus parpados al hacerlo casi cubrían sus ojos.

- Porque deseamos lo mismo, ser libres.

Emily no lograba entenderlo aún, su esperanza llenándole el alma apenas si la dejaba respirar, no podía esperar ni un minuto más para contárselo a su hermana y a Erick, esto era maravilloso, a pesar de que se enterarían de que salió y puso en peligro su vida, habrá valido la pena.

- Por ahora, esto debe ser un secreto, o correríamos un riesgo enorme. Te veré mañana, chica arbusto - el viejo de toga camino regreso al castillo, mientras Emily miró que las nubes amenazaban con esconder el sol, supo que debía quedarse con más dudas, corrió de regreso al refugio, aguantando sus ganas de gritar, estaba tan emocionada que no fue hasta que una de las ramas que piso se rompió, ese sonido fue el golpe que le hacia falta para recordar la mirada melancólica del perezoso al responder su pregunta.

Glyfalia. "El Libro Perdido"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora