CAPÍTULO 5: EL CEMENTERIO DE ELEFANTES Y LAS HIENAS

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Más tarde, logrando librarse de zazú, simba y nala... ¡llegaron al cementerio de elefantes! ¡el lugar del que tanto le habló simba a scar! En este cementerio, había muchos huesos podridos, esqueletos y cuernos partidos. Simba no tenía miedo, y estaba intentando demostrar que era valiente.

-es maravilloso- observó nala, atónita.

-sí, vamos a echar un vistazo- decidió simba. Y, cuando estaba por recorrer el cementerio, algo se paró delnate suyo y lo detuvo. Era zazú. Se había escapado de los animales que lo aplastaban. Y, al saber el plan de simba y nala, decidió detenerlos para que no se metan en peligro.

-ni lo sueñe, su real pequeñeza- se burló zazú, enojado- el único vistazo que echarás será más allá de las praderas. Aquí hay muchas cosas peligrosas.

-pico de banana tiene miedo- se burló simba, pero zazú se enfureció.

-tú lo serás señor pico de banana. Y, por ahora, todos sufrimos un grave peligro- se atemorizó zazú.

-¿peligro? Ja, qué chistoso. Yo me río del peligro- dijo simba. Luego, soltó una risotada muy fuerte y se escucharon varias risas malvadas que daban terror. De un hueso gigante de elefante, salieron tres hienas que habitaban el cementerio. Las tres eran de color marrones con manchas negras. Una tenía un flequillo que cubría sus ojos, y las otras dos eran peladas.

Esas hienas tenían los dientes afilados y comían carroña (carne de otros animales).  Tenían diferentes nombres. Como: shenzi, banzai y ed. Luego, tras salir del esqueleto, las tres hienas fueron acercándose a simba, nala y zazú.

-vaya, vaya, vaya. Banzai, ¿qué tenemos aquí?- sonrió shenzi con malicia.

-no lo sé, shenzi, ¿tú qué crees, ed?- le preguntó banzai.

Luego, ed soltó una carcajada estruendosa, que asustaba a todo el mundo.

-lo mismo pensaba yo: ¡un trío de intrusos!- gritó banzai.

-oh, miren el sol. Es muy tarde. Vámonos, niños- sugirió zazú, con miedo a las hienas, pero shenzi los detuvo al toque.

-¿a qué viene tanto apuro? Nos gustaría que se quedaran para la cena- propuso shenzi, con sonrisa malvada.

-sí, podríamos cenar emparedado de León, ¿no les parece?- dijo banzai, bromista.

Entonces, al ver que simba, nala y zazú no estaban, banzai preguntó dudosamente:

-oiga, ¿pedimos comida para llevar?

-no, ¿por qué?- preguntó shenzi.

-porque se están escapando. ¡atrapémoslos!- gritó banzai.

Luego, las tres hienas se pusieron a perseguir a simba y nala por todo el cementerio, y luego ellos se escondieron en un esqueleto de elefante. Entonces, llegaron las hienas.

-ven aquí, gatito- se burló banzai. Simba, para defenderse, intentó dar un rugido, pero no obtuvo menor resultado, por lo que las hienas se rieron.

-oh, ¿ya está? Jajaja, hazlo de nuevo. Vamos- se burló shenzi.

Entonces, simba dió un rugido, pero, esta vez, uno real. Las hienas se sorprendieron. ¡no podían creer que simba, siendo un cachorro, hubiera aprendido a rugir tan rápido! Pero, luego, un león se lanzó sobre las hienas. Era mufasa. Había venido a salvar a su hijo simba, y se había dado cuenta de que simba estaba en peligro por aviso de zazú. Pero, entonces, simba se dio cuenta que su padre fue el que rugió y no él.

-silencio, si vuelvo a verlos cerca de mi hijo...- regañó mufasa a las hienas, y ellas pavorosas dijeron:

-¿él es tu... tu... tu hijo? Vaya, perdón, no lo sabíamos.

-¿tú lo sabías, banzai?- preguntó shenzi.

-no, yo no, ¿y tú?- dijo banzai.

-no, tampoco. ¿tú lo sabías, ed?

Ed, con un gesto estúpido, responde que sí. Enseguida, mufasa les rugió a las hienas y ellas se fueron corriendo con miedo a mufasa

-papá, lo siento- intentó disculparse simba.

-vamos a casa- le respondió mufasa, enojado.

-creo que fuiste muy valiente- le dijo nala a simba.

Más tarde, tras llegar a la casa, mufasa le ordenó a zazú:

-zazú, lleva a nala a su casa. Yo le enseñaré una lección a mi hijo.

-sí, señor- obedeció zazú, y se llevó a nala a su hogar.

El Rey León: la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora