«Notice Me, Hyung» [Yoonseok]

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¿Comenzaremos de nuevo Hyung?

La situación después de lo ocurrido se tornó algo incómoda, no tanto como para que ninguno se sintiera mal en el mismo espacio pero si faltaban un poco las palabras, aquella sensación que en algún momento se sintió que yacía en ambos pero sin poder expresarlo. Llendo de un lado a otro el pelinegro caminaba por la casa de Yoongi, limpiando, ayudando hasta en lo más inútil, mientras Yoongi yacía en su habitación, sentado al borde de su cama, mirando fijamente al suelo, perdido en sus pensamientos.

Perdido en ese recuerdo, los labios de Hoseok sobre los suyos, sin pizca de compasión, ninguna acción había sido dudaba, tragó a duras apretando sus manos en fuertes puños, sacudiendo la cabeza, sintiéndose de alguna manera asqueado, inútil y miserable, lo que siempre había sentido de si mismo pero en esta ocasión todo era con odio, rabia, desprecio. En su cabeza estaba ese pensamiento de que nada de lo que había pasado tuvo que haber sucedido, con respecto a Hoseok, todo era lástima, lo había hecho tan sólo para que no usará el arma con si mismo. Apretó la mandíbula, su pecho subía y bajaba giró su mirada hacia la mesa de noche al lado y con rápidez y brusquedad abrió el primer cajón hallandose el objeto con el que pretendió quitarse la vida.

Y ganas no le faltaban.

Esta se tabaleo un poco al momento de abrir, la observó por varios segundos antes de tomarla entre su mano derecha girandola, analizandola, revisando el cartucho el cual seguía cargado, lo cego, tomó con firmeza el objeto cargandola haciendo escuchar el click, suspiró apoyando ambos brazos sobre sus piernas dejando el arma entre estas e inclinandose un poco hacía delante.

Tú ayuda es inútil.

Eres muy molesto.

Eres un estúpido.

Puedes chuparme el pene que aún así no voy a cambiar.

Palabras dichas en el pasado volaban por su cabeza, nunca era consciente de lo que decía cuando el enojó le invadía, hacia cosas que realmente no queria, talvez el pelinegro no lo supiera, pero aún así, no debía de ser de tal manera, nunca debió, solo tuvo que haber tomando el arma y terminar todo, terminar con el sufrimiento que le causaba a Hoseok, el fastidio a su padre, la presión sobre su persona.

Subió lentamente el arma deslizandola con suavidad y temblor en su mano hasta a un lado de su frente, el frío del cañón le daba escalofríos, los recuerdos aparecían con tan sólo el saber que podría apretar el gatillo y todo se acabaría, recuerdos donde era al menos un poco feliz, donde sonrió de verdad, donde disfrutó, recuerdos que ya no eran realidad, que tan solo eran pasado, un pasado quemado por las fuertes llamas de la depresión y realidad. Su mano temblaba, su frente sudaba, estaba solo en esa habitación ¿Qué lo detenía? Nada, a nadie le daría tiempo de llegar antes de que accionara el gatillo. Tragó saliva nuevamente, comenzando lentamente a presionar el gatillo, cerraba con fuerza sus ojos, esperando por fin sentir ese ardor invivible y después ya no sentir nada, ver totalmente negro, sentirse aliviado.