El poder de mi fuerza es demasiado para un humano ordinario, tiene ventajas pero también sus debilidades, eso lo sé, es como si tuviera un manual en mi cerebro, encargándome todo, guiándome en el uso de este poder, poder al que llamo: "Poder de oro" y las voces de mi Ego, me guían para un fin en específico, el de salvar a la humanidad de Tenebrus. Tanto Tanatos como Eros odian a Tenebrus por arruinar el esfuerzo de Vitae. Vitae ha trabajado mucho en mantener esta dimensión, y en especial en nuestro mundo. El poder permite que pueda ver aquello que otras personas piensan.
En pleno 1990, una familia sufre un destino terrible, tanto su madre como su padre mueren durante un conflicto, al que se llamó "La guerra fatal" en su pueblo natal, y quedó la niña con su hermano mayor, hermano quien la protegía con mucho cariño. Su hermano de tan solo 14 años, cuidaba a su hermanita de tan sólo 8 años, que había quedado huérfana, sus padres fueron asesinados, asesinados en medio de aquella guerra entre 2 estados desencadenada por cuestiones territoriales. En aquellas épocas las leyes se paralizaron completamente, a lo que aquella niña quedó desamparada bajo protección de su único hermano.
-Vamos Ana- Dijo el hermano- necesitamos encontrar comida, algo para que comas.
-¡Bien!- Contestó Ana- tengo mucha hambre.
-¡Anda!, ya casi llegamos- Le respondió el hermano
-¡Vamos!- Ella iba corriendo, imitando un avión, sus cabellos oscuros, que en esa época eran de tipo honguito, giraban en el sentido opuesto, cuando ella decide volverse hacia su hermano. Parecía que se querían mucho.
Las calles estaban casi vacías, solamente se podían ver algunas que otras personas, y algunas ambulancias yendo a toda prisa mientras su sirena se apagaba debido al Efecto Doppler. Al parecer en el centro de la ciudad, casi toda apagada, llena de edificios que estaban en un paupérrimo estado y parecían que iban a caer, se había concentrado el ejército a dispararse. Ana abraza a su hermano y este lo lleva a comprar a una tienda, la tienda del Señor Hasën. David subió a Ana en sus hombros y llegaron al lugar de la tienda, estaba cerrado, pero, había un supermercado muy cerca.
En el supermercado tampoco se notaba mucha diferencia con las afueras, estaba vacío completamente, había productos tirados en todas partes pero no iba a ser tan complicado, se suponía, ya que sólo iban a buscar algún alimento y a salir de ahí. Tras el conflicto, había una discusión política muy enorme, discusión de la que su gobernante habló. "Están intentando quitarnos el territorio, nuestras cosas, nuestro dinero, todo aquello que nos pertenecen, aquellos de gran codicia, con sed de poder en sus manos, vendrán a buscar más. No permitiremos que nadie se meta con nuestra soberana patria.". Los soldados de la nación vecina respondieron con bombardeos en el centro de la ciudad, donde murió mucha gente, y la nación donde estaban respondió.
Caminando y caminando encontraron una lata de sopa tirada, lata que les podía servir, de la poca comida que había, además de que la mayoría de objetos de ahí eran artículos de limpieza. Era extraño, nunca habían vivido aquello, así que no sabían. Yo tampoco sabía lo que era, pero la mente de Ana me lo aclaró mucho.
Ya con la alegría de haber encontrado comida, habían decidido marcharse de ahí, cuando escucharon pasos, no parecía de una persona, sino de cuatro.
-¿Y si nos llevamos algo para comer?- Preguntó una voz de hombre, que al final resultó ser un miembro del ejército enemigo.
-Está bien Ner- Respondió su amigo. Al parecer el primero, aunque sea, se apodaba Ner.
-Acá debe haber algo- Dijo Ner.
-Sí, está claro que debe haber algo para comer- Dijo el compañero de Ner. Y avanzaron hasta la estantería donde se encontraban Ana y David. - ¡encontré latas de sopa tiradas!-Agregó mientras se ponía de rodillas a tomar la lata, sintiendo un movimiento a un lado de la estantería. Dio la vuelta para saber cuál fue la causa, pero no había nada.
-Silencio Anie, si nos atrapan no sé dónde iremos a parar...-Susurró David a Ana, se habían escondido bajo la estantería, apenas cabían pero era lo suficientemente grande como para que entren. Del otro lado, Ner estaba revisando la estantería, aún sin encontrar nada.
-¿Ya vamos o qué?-Dijo su compañero.
-Claro que sí-Contestó Ner.
-Definitivamente -Dijo su compañero, y se marcharon de aquél lugar. David salió de la estantería lentamente, y miró hacia ambos lados.
-Ahora estamos seguros.-Dijo David- ¡Sal antes de que venga alguien más!
En ese momento, Ana salió de la estantería, clavando los codos en el suelo para poder avanzar.
-Ahora sí. - Dijo David- Creo que mejor saldremos por la puerta de emergencia, igual no hay nadie atendiendo, y de la forma que está todo, no creo que por un rato ocurra nada.
David tomó a Ana de la mano, y salió con ella cruzando la puerta de emergencia, girando hacia la derecha por un callejón estrecho, y luego hacia la izquierda para encontrar la salida. En ese momento ve que pasan unos soldados de un lado al otro, por la vereda, y al momento en el que esos soldados desaparecieron, tanto David como Ana prosiguieron.
-Ufff-Suspiró David- Eso estuvo cerca- Dijo antes de escuchar un grito ensordecedor, Era Ana, un soldado que la había metido en su camión, cerró la puerta y se marchó con ella. La desesperación de David fue mucha, no sabía hacia dónde ir. Solamente se limitó a volver a su casa para buscar su motocicleta y ponerse en acción.
Un rato más tarde, logró ubicar el vehículo, estaba estacionado en una estación de servicio, a lo que él aprovechó para subir al techo, estaba abierto ya que hay veces que los soldados disparan por ese lugar.
-Ya llegué Anita... no te preocupes-Dijo David, mientras Ana dejó sus llantos de lado y miró con una alegría nerviosa a su hermano mayor. David bajó las manos.-¡Sujetate! -Le dijo a Anita y luego tiró de ella para sacarla, con intenciones de escapar, hasta que un soldado les encara...
-Veo que decidiste irte con la niña- Dijo el soldado.- tú no me agradas, pequeño niño rebelde.-Agregó. Los del país vecino, les decía rebeldes a los que vivían en aquel lugar, debido a que el gobernador no quiso cederle las tierras a ellos.
-¡No! - Dijo David al soldado- ¡ella es mi hermana, y no le harán nada mientras yo esté aquí!-Agregó.
-Niño, ¿no te han dicho que estás loco? -Dijo el soldado.- ¿Acaso te atreves a hablarle así a un soldado armado, que mide más que tú?
-Sí, no dejaré que le hagan nada a Anita.-Contestó David con furia- ¡Si se la van a llevar, que sea sobre mi cadáver!
-Bueno, te dejaré libre, siempre en cuando no me estorbes pequeño escuincle. -Contestó el soldado.- Si te veo por aquí otra vez- Dijo, e hizo una mueca con la cara, mientras se pasaba los dedos por el cuello, simulando un cuchillo.-Ya te avisé.-Al parecer ese soldado no era el que había secuestrado a la niña.
-Está bien, ¡Vamos Anita!-Dijo David, y la niña obedeció a su hermano mayor. Caminaron lejos del soldado, mirando de vez en cuando hacia atrás para asegurarse de que no les vaya a disparar por la espalda, aunque sería en vano, las balas tienen tremenda velocidad, pero al menos pensaban que lo encontrarían apuntando, y sabrían que hacer. Aunque pensaron que podía ser una trampa, el soldado estaba yendo hacia otro lado, así que siguieron caminando a pasos largos hasta la motocicleta.
-Sube Anie- Dijo David, y la niña, otra vez, como de costumbre, obedeció. Subió a la motocicleta seguida de su hermano, y este arrancó. Bien era un niño su hermano, no podría manejarla, pues su padre ese verano, antes del conflicto, lo llevó a un campo para que él la pueda manejar sin riesgo a estrellarse o accidentarse tan fácil. Era ilegal que un niño maneje, pero, estando en guerra, ya las leyes no tenían sentido, las calles estaban todas casi vacías en aquella zona, pues la gente se fue al campo a vivir, para evitar morir, sin embargo, los hermanos no sabían cómo llegar.
La comida les alcanzó para varios días, lo que debía de preocupar a David, es el malestar de Ana, parecía tener mucha fiebre, a lo que David agarró una caja de Ibuprofeno en la mesa, y le dio un comprimido a Ana. Ana miraba a David mientras ella aún temblaba.
-Pronto vamos a irnos de aquí.- Dijo David.
-¿Cómo?-Preguntó Ana.
-No sé. -Replicó David- pero pronto se me ocurrirá algo. David estaba algo confuso, pues, estaba pensando una forma de irse, e intentando no rendirse y pensar que no tendría una solución.
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Desvelo © ✔️
HorrorNunca nadie habría pensado que un sueño podría ser peligroso, o el inicio de una tragedia. Un hombre con una mentalidad pesimista, cambia su vida luego de presenciar un accidente, y comienza a tener pesadillas constantes con un ser que lo persigue...