Capitulo II: La pérdida de la Función de lo Real

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EL DIAGNÓSTICO MENTAL.

Para el diagnóstico de las enfermedades mentales, afirmaba Falret que la primera vez que se veía a un enfermo bastaba una sola palabra, un solo gesto, un solo tic, en fin, un solo fenómeno apreciado sagazmente, para poder calificarlo, y así una queja era suficiente, por ejemplo, para afirmar que se trataba de un melancólico; un ímpetu violento lo era a su vez para decir que lo que se tenía enfrente era un maniaco impulsivo y así sucesivamente. Charcot, por su parte, pensaba de igual modo y pretendía que, a la entrada de su gabinete, con sólo apreciar el desfile o la apariencia de los sujetos, en la incoordinación motora del uno, en la actitud catatónica del otro, o en la crisis convulsiva del de más allá, era suficiente para dar el nombre a cada caso en cuestión.
Ahora bien, es indudable que existen circunstancias en, que los síntomas son de tal modo aparentes, que de ellos podría decirse que casi por sí solos hablan y marcan la naturaleza del mal. También es cierto que después de una gran práctica, un muy somero estudio, reducido al mínimum por el genio, es bastante para poder concluir en virtud de una intuición; pero en la generalidad la exploración y la apreciación de los datos recogidos tienen que ser más minuciosas; excepción hecha de los casos muy raros y que se separan de los catalogados, en donde entonces, por la naturaleza misma de ellos, se necesita de toda la presencia y acopio de pruebas científicas para poder llegar al fin
deseado. Pero salvo estas excepciones que se refiere, no hay que degenerar en el sentido opuesto a Falret y a Charcot, perdiéndose en un dédalo de detalles y engolfándose meticulosamente en pormenores, que muchas veces no llegan al caso.
En nuestro pasado relato vimos a la inquietud destacarse bien en varios actos sociales y ahora podríamos insistir sobre el mismo tópico, recordando las dificultades de Anfitrión en la comedia de Molière, cuando aquél se ve sustituido en su hogar por otro que tiene su misma figura, y cuando acontece algo análogo con Sosie, su criado, que se ve también reproducido. El delirio de Sosie se puede condensar en esta frase: "sois una copia de vosotros mismos". De aquí una serie de situaciones cómicas a base de agitación, que no desaparece sino hasta que se hace luz en el asunto.*
Análogos estados de inquietud se hallan en las narraciones interesantes hechas por
Esquirol y en el padecimiento designado por Krishaber con el nombre de neuropatía cerebro-cardiaca.
El individuo normal siempre se da cuenta de lo que existe en su derredor y lo percibe, así como de sí mismo; pero cuando hay un desquiciamiento morboso en el sentido de
referencia, entonces aparece el sentimiento de vacío que como consecuencia provoca el delirio de negación en que la persona puede decir: "No tengo cabeza, no tengo cara, no tengo intestinos, etc." Como prueba de la alteración de la percepción social o externa, vamos a referir la historia de Leticia.

HISTORIA DE LETICIA

Leticia es una joven de 25 años que se parece a la bella durmiente del bosque. En su cama pasa mucho tiempo dormida y cuando despierta dice a su médico: "¿Por qué me habláis? Vos no existís, buenas noches. Hemos terminado". ("Vous n'existez pas. Bon soir. Non plus.") Leticia ve al facultativo como ve la mesa y los objetos de una pieza, pero nada existe para ella. Él y los objetos han perdido la realidad del relieve, son planos, como si se les viera dibujados en papel; son artificiales e imitaciones del "Bon Marché".** Así también ,son las flores para ella: son flores de papel. La artificialidad, el alejamiento, la pequeñez, la irrealidad, en fin, constituyen el mundo extraño de Leticia. Cabe decir de paso que en la práctica, el mundo real es el ordinario, mientras que el teatro es el artificial. La curiosidad del asunto alcanza sumo grado cuando al bailar Leticia, en su baile la loca misma se pregunta: "¿Bailo yo acaso?"

EL SENTIMIENTO DE VACÍO

La enseñanza que nos viene de lo referido es que según se presenta la percepción social, así orientamos nuestra conducta. Ésta nunca es la misma, sino que varía según nuestras apreciaciones particulares. El valor que se da a las cosas provoca actividades especiales en consonancia con el aquilatamiento que se ha hecho. Las pérdidas que va teniendo la persona pueden ir aumentando. Así, si se ha perdido Ernestina hay que encontrar a
Ernestina y hay que buscarla, en el supuesto de que exista. Puede suceder que no solamente sea ella la que se perdió, sino que también se han perdido los amigos, la
confianza de la gente, los sentimientos religiosos y hasta Dios mismo. Entonces el
hombre está vacío y por el hecho de la supresión de su conducta social se puede
considerar como un hombre muerto.
Un abogado portador del sentimiento de vacío, decía: "Yo no puedo trabajar. ¿Existo o no existo? ¿Soy vivo o muerto? Sólo he encontrado hombres y perros muertos. Todo lo que está vivo, está muerto". Como se notará aquí, hay el sentimiento completo de irrealidad aplicado hasta a sí mismo, constituyéndose la ilusión de morir y todo un conjunto de fenómenos hipocondriacos. La negación es absoluta cuando el mismo
enfermo hace esta pregunta: "¿Para qué queréis que me ocupe de la familia si he llegado a ser invisible?" El paciente no cree en su familia porque la función de lo real se ha perdido.
Nosotros percibimos los objetos porque los vemos, los tocamos, etc., y de aquí la
creencia de que no es sino el resultado de varias operaciones psicológicas.
El sentimiento de vacío está en oposición con el último periodo que hemos analizado en Magdalena y que hemos llamado estado de consuelo. Durante él, Magdalena en éxtasis tiene un sentimiento intelectivo en que, como su nombre lo indica, comprende todo: comprende las matemáticas, la astronomía, etc. El momento es opuesto a aquel de sequedad en que expresa: "Soy una tonta y no entiendo nada". A este particular no hay que dejar pasar por alto que los verdaderos locos son los que dicen "que no lo son". Los que no lo son completamente se quejan de ello.

|Psicología De Los Sentimientos| Pierre JanetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora