❠ I n o l v i d a b l e .

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Todo estaba bien. Estaba. Hasta que ciertas palabras desataron un caos en aquella sala de estar, el ambiente estaba tenso y más por los demás presentes quienes no tenían manera de cómo calmarlos.

- Pensé que éramos algo...

Dijo, con un temblor en los labios pero sin articular ni siquiera un solo suspiro, y le dio un leve golpe en el hombro haciendo que se retache contra la pared, el dolor que sintió era una minúscula cosa comparado con lo que Trafalgar le había dicho, este ya estaba entrando en razón al repetir sus propias palabras en su cabeza, ¿cómo puede ser tan idiota? El silencio se hizo abundante una vez que el chico de cabellos negros se dio la media vuelta y salió de la sala, con la voz rota y el corazón sin ánimos. Se encaminó a su habitación y cerró la puerta con evidente enojo, pero más que enojo era decepción.

Amigos y novios a la vez, una difícil situación ¿no crees?

Ahora mismo no le importaba el hecho de que sus amigos se enteraran de la relación que tenía con Law, le importaba él y lo que tenían, si es que tenían algo.
El moreno cambió su expresión a una de preocupación, no quería herirlo, y menos si él mismo era quien lo hacía.

- Ve rápido y arréglalo. Habló ese chico de cabellos verdes y voz profunda, uno de los que no necesitaba tanto de sus palabras.
- ¡Luffy, ya nos vamos! Gritó una suave voz femenina.
- ¡Cuídate, y nos vemos mañana! Anunció otra voz ligeramente chillona y suave.
- Suerte. Volvió a decirle el de voz gruesa, posando breves segundos su mano en su hombro.

Terminaron de alzar la voz, mientras se levantaban del sofá y se marchaban para dejarlos solos; él claramente les escuchaba pero se limitaba a solo asentir para sí mismo. Mientras que, el de pupilas grises con gran dolor caminaba apresurado, ya había tenido sus minutos para pensarlo y esperar a que se calme un poco la situación por lo que no tenía oportunidad para arruinarlo de nuevo, o quién sabe. Con su voz gruesa pero baja, advirtió.

- Voy a pasar...

La puerta se empezó a entreabrir lentamente, hasta que se dejase asomar el rostro moreno y en lágrimas de este, viendo así al chiquillo hecho bolita en su cama al fondo, aún se podía escuchar su llanto por debajo de las sábanas. Se le destrozó aún más el corazón al verlo así, y pasó fugazmente a abrazarle por la espalda, él como respuesta de inmediato se giró y de igual manera le abrazó, como oso. La sensación reconfortante y cálida les envolvía y alivianaba el ambiente. Aunque estaba herido por sus palabras, no dejaba de tenerle aquel gran afecto que sentía por él.

- Perdóname, Luffy-ya. No quería hacerte daño.
- Me dolió... Pero sabes que aun así te amo. Solo a ti.
- Yo también te amo, bebé.

El momento no podía ser más triste y amoroso. Claro, ya no podía serlo, pues una voz interrumpió, una que anunciaba su inoportuna llegada.

- Luffy, ya llegué.

Tan rápido como acabó la oración, se separó de Trafalgar. Había una sola cosa a la que si le tenía miedo y de lo que aún no estaba listo. Confrontar a su hermano mayor.
Verán, tanto Ace como Sabo le prohibían cualquier relación más allá de la amistad, al menos hasta que terminara de estudiar. Aunque Sabo era más suave y no tan metido en eso, ya que también le dejaba ser libre. Sin embargo, Luffy nunca iba a acatar a eso, si se enamoraba y se podía dar la relación no iba a impedirla, nada ni nadie, eso si, a escondidas de sus hermanos.

- Perdón, aún no le puedo decir a Ace sobre lo nuestro...
- No te preocupes, bebé, yo entiendo.

Y antes de que pudiera agradecerle, el chico alto y pecoso entró a la habitación -en donde ellos dos compartían cama- y dejó a un lado de la puerta las cosas del supermercado.

-Traje carne para hacerte de comer y-...
Oh, ¿quién es este chico?

Habló con un tono serio y voz firme, su mirada se posó más en cómo y dónde estaban sentados en la cama, ¿qué decir? Era un hermano muy estricto.

- Él es Trafalgar Law, un amigo... Había venido para que le pasara un apunte, y como acabó, nos tomamos unos minutos libres.
- Ya veo, entonces les haré de comer antes de que el chico se vaya.
- No se preocupe, señor. Mucho gusto en conocerle.
- Igualmente. Iré a hacer la comida.
Espera... ¡¿Cómo me llamaste?!

Soltó lo último justo cuando se había salido del cuarto, y Luffy se levantó como rayo a cerrar con seguro. He de decir que los ojos no dejaron de estar puestos sobre ellos, hasta el último segundo en que la puerta se cerrase completamente. Cuando aquello ocurrió, el chico se volvió a lanzar a los brazos de su «amigovio». Bueno, todavía les falta aclarar lo que eran.
La respiración de él era ligeramente agitada, los nervios le habían estado comiendo el rato en el que su hermano mayor estaba, aunque su expresión fuera amable, el tono con el que había hablado denotaba molestia y negación. Sin mencionar por el último refunfuño que hizo. No le gustaba ver a su hermanito con otras personas que él no conociera, no obstante, odiaba que alguien más viniera a la casa. Pues, esta no era muy grande.

En fin, quitándose de la cabeza por unos instantes a su hermano sobreprotector, Trafalgar nuevamente le rodeó su pequeña cintura con más delicadeza y apegándolo más a su cuerpo, y con su mano derecha empezaba a acariciar lentamente su cabello, enredando sus dedos en cada mechón oscuro, eso le provocaba un sentimiento más seguro y tranquilo.

- Tranquilo, bebé. Ahora, te quiero pedir algo formalmente.
- ¿Huh?, ¿qué es, Torao?
- A pesar de lo que hemos pasado, quiero que seas mi pareja. De verdad, te amo tanto y no te quiero perder ni lastimar más.
- Claro que sí. No quiero que te vayas nunca de mi lado.
- Siempre estaré cuando me necesites, bebé.

Y le abrazó, le abrazó como si no hubiese mañana, ni siquiera segundos. Deseaba seguir oliendo su aroma por más tiempo, sentir su pecho latir y sentirlo a él, su tacto. Lástima que en un instante todo se volvió negro, y sus ojos se empezaban a abrir lentamente, recibiendo una luz pegarle cerca de los ojos, estos acariciando su rostro.

Fue un sueño.

Se sentó rápidamente en la orilla de la cama y tomó su celular que estaba a un lado de su almohada, lo desbloqueó y miró la hora. 9:10 A.M. del día sábado. Y no había ni un solo mensaje.
Sus ojos se rápidamente se empezaron a cristalizar, recordó que desde hace un año ya no hablaba con Law, desde hace un año ya no escuchaba su voz si quiera por audios, y finalmente recordó que él estaba en otro país.

La brisa fría de la ventana entró y le pegó en su huesudo cuerpo, mientras se escuchaba a sus hermanos cocinar.

Las memorias le volvían a hacer otra mala jugada, sintió nuevamente que no supo valorar aquella gran amistad que tenía y sobre todo, aquel ser humano dispuesto a amarlo aun en la distancia y bajo cualquier circunstancia. Recordaba los buenos momentos que pasó con él, y esas noches donde él le leía algún libro de medicina o literario, en sí no tenía preferencia en cuanto a eso. De hecho era su preferido, escucharlo.

Se hundió en lágrimas de nuevo y la culpa le invadió; recordó que lo dejo ir justo cuando se había dado cuenta que en verdad nunca lo quería perder.

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