Ferronita

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La roca de ferronita flotaba en el espacio a toda velocidad, el mineral menos abundante de la galaxia, que en mínimas cantidades puede suministrar energía por muchos años a un planeta entero.

La nave de los Kiet-Os se acercaba igualando la velocidad de la gran piedra, movidos principalmente por la escasez de recursos en su planeta natal Ant-Io-Kiat, situado en el cuadrante AB de la galaxia Columbus, a cargo del capitán Elk-In —Sigan adelante y preparen el rayo ralentizador para desacelerar el objeto, ordenó el capitán a su tripulación.

En ese momento el radar detectó otra nave que se dirigía a toda velocidad hacia ellos y ya se encontraba a algunas horas de distancia, contados con el tiempo que demora Ant-Io-Kiat en rodear su estrella madre. Desacelerar el material errante tomaría más que eso.

Una señal de radio es recibida por el dispositivo de comunicación y una voz habló clara y severa —Soy el capitán Bi-Run, les pedimos que se alejen de la ferronita, de lo contrario abriremos fuego, pronto estaremos lo suficientemente cerca.

La sorpresa y el terror se apoderaron de los tripulantes Kiet-Os, pues era conocido por todos que el eterno capitán Bi-Run "El destructor", hacía honor a su seudónimo, pues no tenía piedad con quienes se le oponían y provenía de la Federación de planetas Unidos, gobernado por su propia gente, la gran raza de los Grin-Goz, temidos por todos los seres inteligentes a diez mil millones de años luz a la redonda.

De repente el radar detectó un pequeño objeto que se dirigía hacia ellos —Es un misil, capitán, viene a toda velocidad —Gritó el encargado de la consola —Activen los escudos, contestó el capitán. El encargado presionó un gran botón y una esfera de energía rodeó toda la nave y pocos segundos después el proyectil se estrelló contra la enorme protección, la cual parpadeó un momento mientras la nave se sacudía —Misil de prueba, aseguró Elk-In —Ya nos tienen a tiro.

—¡Ríndanse! les ordenó el capitán Bi-Run —Estoy al mando de la gran nave de conquista "STMRA", con mil doscientos hombres a mí cargo repartidos en cinco naves de batalla, no son rivales para mi. Entraremos a toda potencia y llegaremos en una hora a su posición, reconsideren su situación, en cuanto estén a la vista abriremos fuego, más les vale haberse ido cuando eso suceda.

La señal de la flota enemiga dejó de recibirse en la consola y Elk-In tomó asiento en la silla del capitán.

Los Kiet-Os son una raza fuerte, de gran altura, son los únicos que en batalla pueden tener una pequeña esperanza contra los brutales Grin-Goz, quienes aún no se atrevían a conquistar Ant-Io-Kiat, sin embargo, una sola nave no podría hacer nada contra toda una flota de la federación y la ferronita era su única salvación, con ella podrían repeler una posible invasión en su planeta.

El rostro severo del capitán se tornó sombrío y pensativo —No podemos ceder el mineral a esos malditos inquisidores, debemos contraatacar, habló la mano derecha de Elk-In, el almirante Al-Ejoj —Nada va a detenerlos, señor, van a destruirnos cediendo el material o no, lo mejor será pelear. Tenemos 4 naves ligeras de batalla, ellos son una flota completa, los enemigos tienen naves poco maniobrables por su gran tamaño, tenemos una pequeña ventaja, necesitaremos a nuestros mejores pilotos, ellos podrán distraerlos mientras nosotros cargamos la única arma a la que ellos le temen.

El gran cañón "Destruye Mundos", un arma poderosa, superaba a cualquier arma de la federación o del universo conocido, sin embargo, solo la usaban para la defensa, jamás para el ataque, esta era una misión que comprometía el futuro de toda una especie y debía ser usada. El arma, si bien no era exactamente lo que su nombre indicaba, pues una característica de los habitantes de Ant-Io-Kiat es la hipérbole al hablar, era lo suficientemente fuerte para disipar una posible invasión a gran escala en pocos segundos, por eso tenían varios cañones en diferentes partes del planeta.

Elk-In suspiró amargamente —Almirante, confío en su criterio, es un derramamiento de sangre que no deseaba, pero no veo otra opción, observó al encargado de las armas y asintió con firmeza, este giró sobre su silla y movió una perilla color rosa desde su punto inicial hasta el final, un sonido llenó la habitación, el gran cañón se estaba cargando con la energía de la nave. —Llamen a los cuatro pilotos y autoricen la salida de las cuatro naves, este crucero no caerá hoy. Cinco minutos más tarde las compuertas del "Indi" la gran fragata de los Kiet-Os se abrieron y las pequeñas cosmonaves se precipitaron fuera de él ocupando la retaguardia, fijando como objetivo la gran flota galáctica. La señal enemiga volvió al comunicador —¿Qué hacen, acaso desean morir? ¿Piensan que pueden evitar que tomemos el material? Elk-In en persona respondió al "Destructor" —Sabemos bien que los Grin-Goz solo saben destruir y conquistar, así que me presento, soy el capitán Elk-In y haré todo lo que esté en mis manos para salvar a mis hombres y llevarnos la ferronita, no hubo respuesta, un silencio invadió toda la estancia, de repente un sonido lluvioso salió del comunicador —Elk-In, ¿cuánto ha pasado, quinientos años tal vez? Debes saber que ese tentáculo jamás volvió a crecer, por suerte tengo once más. No más advertencias, serán destruidos.

La señal dejó de recibirse y el capitán dio la orden para que se iniciara el combate, a toda velocidad y sin espera de ningún tipo, los misiles de plasma impactaron contra el gran navío de conquista, sin daño aparente, los enemigos dispararon con sus grandes cañones láser pero la habilidad de los pilotos bajo el mando de Elk-In, pudo esquivarlos, el escudo de una de las naves enemigas parpadeo ante un impacto de misil y en ese momento Mapú, la mejor piloto que haya conocido Ant-Io-Kiat, disparó un proyectil metálico que atravesó la embarcación enemiga y la hizo estallar en pedazos, — Eso es amigos, solo queda poco tiempo, pronto el material desacelerará los suficiente para ingresarlo en la fragata y casi al mismo tiempo el cañón se cargará completamente —Señor, sí señor, respondió Mapú a Elk-In por radio, en el mismo instante en el que uno de sus compañeros era impactado por un arma enemiga desintegrando su vehículo por completo. La piloto, llena de la más pura ira aceleró su nave contra una enemiga y esquivando una lluvia de disparos destruyó su escudo, al tiempo disparó su arma preferida de proyectiles metálicos y el enemigo cayó. Bi-Run desde la silla del capitán gritaba órdenes iracundas a sus soldados que se veían sorprendidos con lo habilidosos que demostraron ser los Kiet-Os, pero la gran verdad es que solo eran tres pequeños vehículos armados contra un navío de conquista y tres naves de batalla, por lo que una lluvia de disparos láser acabaron con otra nave de la flota de Mapú. Impotente la mejor de todos los pilotos decidió retirarse a la retaguardia del Indi junto con su compañero restante y desde allí dispararon contra los enemigos. De pronto, Mapú notó que la ferronita ya no giraba descontrolada y estaba siendo ingresada en la fragata y al tiempo un gran cañón asomó su fría boca desde una compuerta en la parte de atrás de la misma —Volarán en pedazos, vuelvan ahora, ordenó el capitán a Mapú y su compañero, sin mediar palabra alguna ingresaron al hangar del Indi en el preciso instante en el que un muy enojado almirante Al-Ejoj preparaba un gran disparo desde la cabina del cañón mientras reía como un enajenado.

El capitán Bi-Run se jactaba siempre de no tenerle miedo a nada, sin embargo, al ver la gran boca del cañón se levantó de su silla y sin decir nada a nadie se dirigió a una baliza de rescate y escapó rápidamente en dirección al planeta Capital de la federación, ni los once tentáculos que le restaban podrían cubrir la vergüenza que sintió en ese momento, tendría mucho tiempo para pensar una coartada para tan penosa situación.

Desde la nave de los Kiet-Os, nadie se percató de lo sucedido, pero gritaron de alegría cuando un resplandor rosa cubrió el espacio circundante junto con un sonido ahogado que enmudeció la risa del almirante, cuando el brillo explosivo del disparo desapareció, ya no quedaba nada detrás de ellos, toda una flota de la federación se extinguió en un instante. Tristes por la pérdida de dos de sus dos compañeros, pero complacidos por el éxito de la misión, todos aplaudieron al capitán y al almirante, incluso Mapú que entre lágrimas hizo sonar sus tenazas ante su líder.

—Es hora de volver a casa soldados, presiento que esto aún no termina, cuando la guerra toque a nuestra puerta, estaremos listos. Capitana Mapú, tome el mando del Indi y fije rumbo hacia Ant-Io-Kiat. —¡Señor, si señor! Mapú activó la velocidad hiperespacio y el Indi desapareció dejando una estela de luz efímera en el silencio del cosmos infinito.

(Gracias a Santi, por ayudarme con la revisión de este relato)

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2019 ⏰

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