·Hilos de muerte·

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Venezuela-Caracas.
21/03/2019.

Todo estaba listo para que ellos ingresaran a aquella tienda de repuestos. Sus objetivos eran claros y precisos, tres de ellos ingresarán, despejando el área de cualquier infectado que se encontrara en el interior, luego buscarían lo que Jean les había pedido para reparar los vehículos, regresarán a la camioneta y se pondrían rumbo al refugio.

Claro que dos de ellos, se quedarían afuera haciendo vigilancia.

Lizabeth terminaba de limpiar los cristales de sus lentes, todo lo que se encontraba a más de dos metros era borroso para ella. Le habían diagnosticado miopía a los 9 años, pero no fue hasta los 11, que sus padres se movilizaron para colocarle los lentes, por ello esta había aumentado considerablemente.

A diferencia de muchas chicas, las cuales odiarían usar lentes para leer, a ella no le incomodaba, realmente les gustaba usarlos.

Al terminar de limpiarlos, los regresó al lugar dónde pertenecen, dando un toque con su dedo índice, para acomodarlos en el puente de su nariz. Levantó la mirada, siendo recibida por un enorme cartel de letras blancas y negros "Mantenimientos Armando" las letras "O" tenían el diseño de una llanta de vehículo, mientras que las Santamaría estaban echada y las puertas cerradas con llave.

Ella no pudo evitar imaginarse a un hombre hablándole a la pantalla, mientras de fondo de vía como una persona, estaba peleando con el motor de alguna camioneta muy costosa, mientras que él le invitaba a ir a su tienda, con promesas falsas de precios económicos y el mejor servicio.

—Publicidad barata—pensó ella.

Ella caminó al interior de un callejón, dónde se encontraba Leo. El chico se encontraba encorvado con un par de ganzúas, luchando con una cerradura para que esta se pudiera abrir. Era la puerta de empleados y la futura entrada de ellos, para poder lograr llegar al material que necesitaban, para seguir avanzando.

Lizabeth frota un poco sus manos, soplando entre estas para intentar calentarlas. El ambiente seguía frío, con las nubes grises decorando el cielo, amenazando de que en cualquier momento comenzaría a llover de nuevo. Introdujo sus manos en los bolsillos de la sudadera, mientras se recostaba en la pared, pensando en lo mucho que les había cambiado la vida a todos.

Ella soltó un suspiro pesado.

De pronto escuchó un grito de ahogado, desviando su mirada en aquella dirección, apreciando como Erika se cubría la boca, mientras daba saltitos en su lugar como si algo le emocionará mucho. A su lado Naoko la miraba algo confundida y el asiático de ojos claros reía animado.

Aquello confundió un poco a Lizabeth, pero no pensó mucho en aquello, pues si Erika se veía feliz, era lo único que importaba. Después de la muerte de Liza, un poco de alegría no le caía mal al cuerpo.

El repentino click y el chillido de la puerta abrirse, provocó que Lizabeth diera un salto de su lugar. Apreciando como Leo comenzaba a celebrar en su lugar. Él chico miró a su compañera, la cual se estaba riendo por lo bajo, debido al baile gracioso que estaba haciendo a modo de celebración.

Ella le extendió el puño y Leo lo chocó con el de él.

Lizabeth se giró para agitar sus brazos, de este modo intentaba llamar la atención de Kai, pero este al estar de espalda, no se percató de la joven. Por el contrario Erika si la noto, señalando al asiático con su dedo, que se diera la vuelta a lo que el joven no tardó en hacerlo.

La chica le hacía señas desde el interior del callejón.

Él no tardó en desfilar sus mímicas, y les indicó a las otras dos chicas ir con él para reunirse todos juntos. Al estar en el callejón, se percataron que la puerta ya estaba abierta, lista para que ellos tres ingresaran, buscaran las cosas y luego irse a su actual refugio.

【✜ Vida Entre Muertos ✜】【Saga Ángeles Exterminadores】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora