La princesa y el dragón

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La princesa y el dragón

Un silencio sepulcral invadió la casa, algo no andaba bien, una mujer rubia que en ese momento se encontraba en la cocina de la misma puso todos sus sentidos en alerta, se limpió las manos con una toalla de cocina que tenía a la mano para luego dirigir sus pasos a la escalera que la llevaría al piso superior.

Descalza como estaba sus pasos se amortiguaban sobre la duela del piso de madera mientras subía.

Al llegar arriba con mucho cuidado fue abriendo puerta tras puerta por el pasillo, al llegar a la última que era la de su habitación escuchó murmullos, no era buena señal.

- ¡Te dije que esa pieza va del otro lado! - dijo la vocecita infantil de un niño.

-Entonces ¿Porque no lo haces tú bobo? - contestó otra voz infantil ahora de una niña.

- ¡Ya cállense par de mensos o mamá nos va a escuchar! - dijeron dos voces al unísono.

¡Esa era la señal!, Candy abrió la puerta para sorprender al cuarteto de pillos que estaba en su habitación.

- ¡Ajá! - exclamó la rubia- ¡Así los quería agarrar!

- ¡Mamá- exclamaron asustados cuatro infantes que estaban sentados en el piso de la habitación!

- ¿Que hacen todos aquí? - inquirió la rubia con los brazos en jarras.

Los niños hablaban al mismo tiempo sin que Candy les entendiera nada, sin embargo, acostumbrada a lidiar con la tropa de pillos inmediatamente puso alto al griterío.

- ¡SILENCIO!, Uno por uno o no entiendo nada, ¿Helen? - preguntó primero al mayor de los niños.

-los gemelos dinamita tuvieron una idea- contestó la niña de cabellos castaños y rizados.

- ¿William? - inquirió la madre al segundo hijo, un rubio pecoso con cara de pícaro.

-ayudábamos en la construcción del castillo que ellos- dijo señalando a un par de gemelos pelirrojos- nos dijeron que harían para ti mami- concluyó el niño.

-bien gemelos fantásticos, hablen- invitó la mujer a los más pequeños del hogar.

-papá nos contó un cuento anoche- comenzó a relatar el pequeño Hank- nos dijo que eras una princesa y que tuvo que salvarte...

-que estabas en un castillo rodeada de rosas con muchas espinas y que una dragona con cara de serpiente y rulos rojos como el fuego te tenía atrapada- terminó de decir Harry.

-y que él llegó con Theodora la yegua más valiente de todas a rescatarte- contaba emocionado Willy.

-entonces aquí mis hermanos tuvieron la idea de armar un castillo con los legos, pero nos cachaste antes de terminar- concluyó Helen.

- ¡Oh! - exclamó emocionada ante las ocurrencias de su esposo e hijos, los observó amorosa, tan distintos en algunos aspectos físicos, pero tan iguales en su mirar, con esos ojos tan azules como los de su padre - se los agradezco chicos, vengan para acá- les llamó abriendo los brazos para recibir a sus pequeños.

                                                                           **********************

Un hombre alto, castaño y de ojos profundos entró a su habitación sin prender la luz, tan silente como pudo se disponía a un buen descanso después de regresar de su trabajo en el teatro, se descalzó, cambió la ropa por el pijama que aún sin luz sabía en dónde estaba, caminó hacia su cama tratando de no despertar a su esposa, pero...

Lluvia de besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora