Velándola en su sueño, la felina miró a su hermana con mayor profundidad de lo que lo había hecho hasta entones, comprendiendo ahora un poco más la razón por la que habían conectado tan rápidamente. En cierta forma, habían tenido experiencias similares.
Pero incluso en aquellas circunstancias, la lince no se olvidó de la comida. Últimamente, habían estado explorando la mazmorra a la hora de comer, y se tenía que conformar con devorar rápidamente comida almacenada, pero, aquella mañana, se habían quedado en la zona de descanso. Así que, cuando despertó, la elfa no tuvo más remedio que hacer la comida, o mandar hacerla.
No salieron tampoco por la tarde. Se quedaron hablando, contándole Goldmi a su hermana sobre su mundo natal. Incluso sobre su infierno particular cuando había estado casada.
Podía sentir la ira en su hermana a cada palabra, algo que, de alguna forma, le hacía sentirse más protegida, más querida, pues sabía que las razones de aquella ira estaban en que ella había sido herida.
Le sirvió para desahogarse, para aligerar el peso de su alma. Ni siquiera con los psicólogos o sus amistades había logrado ser tan sincera. De hecho, ni siquiera lo había sido consigo misma.
Tanto es así, que se sintió sorprendida de sus propios sentimientos, de cómo iban surgiendo uno tras otro a medida que los sonidos salían de su boca, tomando conciencia de ellos, de cómo la habían estado carcomiendo por dentro. Y, de alguna forma, poniendo distancia con ellos, empezando a mirarlos desde fuera, desde la distancia, a analizarlos, e incluso a comprender su propia actitud en algunas ocasiones.
Superarlo sería un proceso lento, pero sintió que, aquella vez sí, había empezado a hacerlo. Así que, cuando aquella noche se acomodó en el abrazo suave de su hermana, se sintió extrañamente refrescada.
Aquellos discos no eran sólidos, eran como seres etéreos, como fantasmas. Por ello, las flechas los traspasaban, no pudiendo ser completamente efectivas. Y por ello, el hechizo que no había pensado en probar hasta ahora, resultaba sumamente efectivo.
La Flecha de Luz atravesó el disco, purificándolo a su paso, disipando su maná y rompiendo su estructura. Uniendo a ello que aquellos seres estaban un nivel por debajo, y que su brillo los hacía fácil de distinguir en la oscuridad del túnel, acabaron resultando sumamente fáciles, aunque no siempre podían acabar con ellos lo suficientemente rápido.
El problema estaba en la felina, quien, tras la sorpresa inicial, había encontrado sumamente divertido jugar a esquivar aquellos platillos de maná, por mucho que ella lo llamara entrenar.
La elfa simplemente se encogía de hombros y la dejaba hacer, incapaz de negarle la diversión a su hermana, y deseando tener una cámara para poder grabarla.
Pero, a pesar de entretenerse en ocasiones más de lo necesario, su avance era muy eficiente. Incluso los grupos de tres no suponían un problema, algo que ayudaba a Goldmi a recuperar la confianza en sí misma.
De hecho, cuando se imaginó la cara de su antiguo marido en los platillos, por sugerencia de su hermana, estos fueron aniquilados en un instante, al disparar flechas de tres en tres.
–Casi mejor que no te lo imagines más. Si no, no podré "entrenar"– se arrepintió la lince de su sugerencia.
Su hermana sonrió, tanto ante la queja como ante la sensación de alivio. Ser capaz de disparar imaginándose a la persona que le había hecho sufrir, de descargar su rabia contra quien le había arrancado su autoestima, había sido liberador.
–Está bien, está bien, te dejaré alguno para que juegues... digo... entrenes– se burló de la felina, quien hizo como si no la hubiera oído.
Aunque se negara a reconocerlo, ambas sabían que estaba jugando, divirtiéndose esquivando a sus enemigos, sin importarle que, más de una vez, su hermana tuviera que curarle las quemaduras.
Goldmi también intentó luchar contra aquellos seres a melé, pero pronto tuvo que reconocer que le resultaban demasiado rápidos. Podía llegar a vencerlos, pero necesitaba consumir una gran cantidad de energía para esquivarlos y bloquearlos, y le costaba acertar en ellos.
Daga Fulgurante resultaba quizás lo más efectivo, y estaba convencida de dominarlos si pudiera usar las fuerzas de la naturaleza, pero allí no había plantas que le permitieran Enredar a sus enemigos.
Desenvainar era muy efectiva, si los alcanzaba, pero ese era precisamente el problema, con esa y el resto de habilidades. Y las quemaduras resultaban dolorosas. Conseguía acertar con MultiEstocada, pero sólo unos pocos de los múltiples impactos, teniendo que desperdiciar mucha energía.
Al final, y sólo para entrenar, lo hacía de vez en cuando, y sólo cuando tenía suficiente energía. A pesar del dolor, sabía que necesitaba mejorar para sobrevivir en el futuro. De hecho, sentía que lo necesitaba no sólo por eso, sino para sentirse en paz consigo misma, para sentir que era capaz de superarse, de superar el dolor, y no sólo el físico.
Al final del día, habían acabado con más de cien platillos, acercándose al siguiente nivel y habiendo explorado una extensión importante de los túneles.
Habían cenado una sopa más sabrosa de lo que la felina hubiera esperado. Y, de alguna forma, había logrado convencer a su hermana de que le hiciera un pastel.
Bueno, más bien muchos pastelillos. No era lo mismo, pero no estaban nada mal y dio buena cuenta de ellos. Luego, la misma lince tomó la iniciativa de recostarse sobre su hermana.
Ésta la recibió con los brazos abiertos, un tanto confusa, pues sentía algo extraño a través de su vínculo. Pero no le preguntó, simplemente esperó a que ella hablara, acariciándola suavemente como si fuera un gatito. Un gatito un poco más grande de lo habitual, y con un apetito fuera de lo común.
–Sabes, siempre me he preguntado cómo debías de ser de pequeña. Seguro que era una monada glotona.
La lince la miró, pero lo que había en aquella mirada sorprendió a la elfa, así como la solemnidad que sentía en su hermana.
Desde su última conversación, la felina había querido hablar con ella, contarle algo, y aquel era un buen momento. O, por lo menos, tan bueno como podía serlo.
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Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druida
FantasíaCuando muere de una grave enfermedad, aún recuerda a sus amigos de un MMORPG que jugó años atrás, y a un NPC que ha permanecido en su corazón desde entonces. Pero cuando vuelve a abrir los ojos, se encuentra en la solitaria plaza que había sido el i...