Devota al Patrón de Arcadia

1.6K 110 72
                                    

Entre mortales, a Hermes la culpa le duró hasta que vio llegar a sus hermanos y enganchándose a sus cuellos les sacó de Arcadia pasando por el mercado en el que verificó que el comercio de su amada ciudad iba sin falla alguna y mientras recorrían la ciudad que le honraba, él aprovechaba a tomar un par de frutas de distintos puestos, antes de llegar a las afueras donde estaban los pastores

A su espalda escuchaba los comentarios de los otros dos, especialmente la intriga por querer saber porque no había regresado y les dio distintas versiones cada vez que insistieron por saber, al punto de retarlos a adivinar el motivo y cada opción era más delirante que la anterior, por lo que carcajadas de las ocurrencias que inventaban, no faltaron

-¿Fuiste a devolver todo lo robado?- le propuso Apolo por fastidiarle y la expresión de indignación del dios fue memorable

-¿Devoque? ¡Son míos!, en el momento exacto en que tengo algo, me pertenece- altercó de inmediato alcanzando a alzar vuelo para descender a los pocos segundos- ¿devolverlos? Me ofendes Apolo- renegó antes de soltar a reír porque Dionisio se culpaba del horrible vino que habría esa noche para haberlo hecho huir- si les dijera, ni siquiera lo creerían- admitió cabizbajo y los otros dos intercalaron miradas alcanzándole

-Te encontraste una amante clandestina y preferiste deshonrarme al ir con ella, en lugar de volver a mi celebración- juró Dionisio sabiendo leer ese tono de voz- con que si fue eso- entendió ante el silencio intercalando mirada entusiasta con Apolo- ¿Quién?- quiso saber y el ladrón solo subió los hombros

-No he dicho que sí- altercó Hermes terminándose la fruta que aún tenía

-Pero tampoco que no- contratacó de inmediato logrando que le sonriera por la audacia- aunque al menos has cambiado mi homenaje por sexo, deshonroso sería que fuera por algo más- admitió con relajo y ni siquiera obtuvo respuesta, solo le vio volver la vista a Apolo como si se negara siquiera a pensar cerca de él- ¿tan malo es como para querer que no quieras que el vidente sepa?- musitó quedando aquello entre los dos antes que el dios alado negó alzando un cabrito que dejó ir en un rato

Y mientras la normalidad de los tres retornaba y las bromas volvían a surgir; desde su templo, Hera veía con distracción la fuente por la que Zeus mismo revisaba las labores de cada dios. Casi desde la mañana tenía la fuente con la imagen fija en los dioses e hijos menores de su esposo que recorrían los límites de Arcadia, rodeados de cabras que parecían jubilosas, e inmóvil como estaba, la reina simplemente repasaba sus memorias, porque por más que le veía, no dejaba de recordar el hombre que la había hecho temblar de deseo y estaba empecinada en saber ¿desde cuándo?

Lo recordaba cuando le conoció, era de los pocos dioses que no había crecido en el Olimpo y era una sorpresa que llegó a ella cuando no esperaba o sospechaba que Zeus estuviera con otra mujer. Esa vez su esposo había sido astuto para fugarse al encuentro de la mujer sin que Hera sospechara. Ilusamente la reina había creído sus atenciones y obsequios como un intento de cambiar y lo único que había hecho Zeus era ganar su confianza para poder traicionarla y con esa misma astucia había nacido Hermes, que llegó al Olimpo siendo un bebé para defenderse de la acusación de Apolo por haberle robado.

Lo recordaba con facilidad y se había divertido de ver un bebé elocuente defendiéndose ante el mismísimo Zeus de un robo que efectivamente había ejecutado, pero no por eso lo iba a admitir y solo cuando la videncia del arte lo dejó sin defensa, admitió haberlos tomado "prestados" pero que pensaba "devolverlos". Era un bebé adorable de mirada sagaz, elocuencia impecable y argumentos infantiles que se daban tras una sonrisa inocente casi convincente. Ese había sido el juicio más entretenido que hubiese visto la reina hasta la fecha y no solo porque hubiera robado al bastardo que Zeus insistía en tener por preferido, sino por ver a un bebé defenderse a sí mismo al precio que fuera, incluso si para eso debía embaucar al rey de los dioses y le hizo tanta gracia verle ante un juzgado que intimidaría a todo ser y él se lo tomó como un juego, que no pudo odiarlo, aunque tampoco esperaba volverle a ver

Ferviente Tentación [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora