Capítulo 16

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La pecosa esperó los cinco minutos pactados y salió al jardín a encontrarse con Leagan, que estaba de espaldas a ella arrancando los pétalos de una flor del rosal cerca del cual él estaba parado.

Al escuchar sus pasos, se volvió bruscamente.

-¿Qué fue todo eso ahí adentro?.- dijo enfrentándose a Candy. -¿Por qué vienes a lloriquear a la fiesta de la tía Elroy?...todo mundo se dio cuenta.-

-¡No me importa!.-

-¡Oh, no te importa!...vaya...¡pero ya me has puesto muchas veces en ridículo y resulta que yo ya no quiero ser el payaso de la familia!....así que, ¿qué más quieres de mí?.-

Candy apretó su bolso en sus manos. -yo quiero disculparme...eso que escuchaste no es lo que pienso en realidad...nada de eso es verdad.-

Neil levantó una ceja y entrecerró los párpados.

-Veo que ya te has arrepentido, pero resulta que ya ha pasado más de una semana, ¿no crees es un poco tarde?.-

Candy bajó la cabeza. –tú no volviste a buscarme, yo esperé y esperé y tuve que ir a la mansión a ver si te encontraba, tú te estas burlando de mí y eres cruel conmigo, siempre lo has sido.- dijo ella suavemente.

Por alguna razón, ella no podía enojarse, el sentimiento que la invadía era la tristeza y un gran dolor en su corazón.

-¿Yo cruel contigo?, ¿dime cuando fue eso Candy? y no me salgas conque te refieres a lo que sucedió hace mil años por favor, así que explícame, ¿Cómo fui cruel contigo?, ¿solo porque quería verte? ¿O tal vez fue cuando te llevé al hospital después de que corriste al muelle a buscar a otro?...así que te pregunto de nuevo...¿qué quieres de mí ahora?.-

-Quiero...que me perdones ...- en sus ojos volvieron a asomar las lágrimas.

-Ya te dije muchas veces que no tengo nada que perdonarte... ¡y por favor ya deja de llorar!, me encabrona esa actitud tuya.- Neil apretó los puños. -Yo, como cualquier hombre, odio y me exasperan las lágrimas femeninas, estás tratando de chantajearme con ellas. ¡Y no tienes absolutamente ninguna razón para llorar!.-

Se quedaron en silencio, ahora Candy le dio la espalda. El viento revolvió sus rubios cabellos y a la pecosa la invadió la tristeza.

-Sé lo que quieres de mí,- dijo Neil en voz baja.-no quieres que arruine tu pequeño y confortable mundo donde todos te aman y te obedecen, el mundo de los hombres sumisos. Tiemblas de asco cuando me tienes cerca y tu "amigo" está enterado de eso. Pero de todas maneras debemos ser amables el uno con el otro, debo evitarlo, ¡porque no te gusta! Todos debemos de ser amigos en una gran familia y tú quieres reinar en medio de todos como una gran emperatriz y ¡ay de aquel que trate de mantener su orgullo y tratar de salir del círculo de admiradores tuyos como el sr. Albert!, porque empezarás a atacarlo con tus lágrimas, súplicas y reproches, entonces no le queda a uno más que regresar a tu círculo de "amigos". ¡no, eso no es para mí!, quiero tu amor, no necesito tu compañía, ¡o todo, o nada Candy, no seré otro amigo más!, no permitiré que tus amigos y tú se rían más de mi.-

La chica se volvió impetuosamente y agarró su mano, deteniendo esta diatriba:

-.¡Eso no es cierto!...eso no es lo que quiero, te lo juro, lloro...lloro porque ... porque ya no me amas ...-

-Bueno, ¿y que te importa a ti si te amo o no?...total...un estúpido menos..-

-Tú no eres ...un estúpido, la estúpida soy yo...eso no era lo que quería decir, estoy arrepentida y muy consternada de que hayas escuchado lo que hablé con Annie, sé que te herí.-

Vorágine de pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora