Capítulo 5: Infierno personal.
Parte I: El tonto de los demás.
Luis abrió la nevera y sacó lo que quería: un par de cervezas. Suspiró un poco al tiempo en que les quitaba la chapa con un suave clic, yéndose luego a la sala de estar, donde además lo esperaba su invitado no esperado. Esa tarde no esperaba a nadie y se había sorprendido tanto cuando tocaron el timbre, y más con quien. Cuando llegó a la sala de estar y se acercó al mueble familiar, se tomó la amabilidad de entregar la segunda cerveza a su compañero.
—Pensé que no guardabas cervezas en tu nevera —comentó el invitado, aceptando de buen grado la cerveza—. Ya sabes, por los niños.
—Tomar de vez en cuando no le hace daño a nadie, Gabriel. Además, Mariana no agarra estás cosas y Marcus está muy pequeño para abrir la nevera.
Luis se sentó en el mueble, justamente a su lado. Solo que sus modales no eran tan refinados como los de su mejor amigo. Acabó colocando los pies sobre la mesita de ratón, tomó un largo trago de cerveza y ésta pasó rápidamente por su garganta, haciendo subir y bajar con parsimonia su manzana de Adán, y luego eructó como resultado de ello. Parecía un vago.
—Eres un cerdo —manifestó Gabriel, asqueado de ese comportamiento tan pueril. Luis nunca cambiaba, a su parecer. Seguía siendo el niño malcriado y grosero de siempre.
Luis por su parte, rió de buen grado, complacido de saber que aun podía molestar a su mejor amigo. Miró la cerveza y dio otro buen trago. No estaba del mejor humor, aun así estaba de mejores humos que en otros días. La razón era simple: estaban solos. Y aunque algo molestaba entre sus costillas, como una sensación de culpabilidad, la ignoró y gozó de la soledad de su apartamento junto con Gabriel, que si no fuera su mejor amigo, seguro que estarían cogiendo en algún lugar oscuro. Pero algo, muy dentro suyo, le dijo que tampoco sería así de haber sido el caso, porque bueno Gabriel era Gabriel, y no dejaría que lo montara así de fácil. Además de existir un segundo factor mucho más relevante y verídico: Gabriel no era Aarón, y ya con saber eso las ganas se le iban.
Era frustrante llegar a esa conclusión. Carraspeó molesto y Gabriel a su lado lo miró como si fuera un bicho raro.
Para entonces, eran casi las seis de la tarde. Ese día había insistido en ir él mismo a buscar a los niños, ahorrándole el trabajo a Aarón de ir a recogerlos. Así el mocoso no tendría porque ir a su casa ni mucho menos quedarse luego de hacer la cena. No es que no estuviese satisfecho con los cuidados del niñero, ni mucho menos que fuera mala gente, era solo que no pretendía quedarse a solas con el muchacho.
Estaba evitándolo.
Porque si seguían estando solos, y ese pelirrojo seguía allí con su carita hermosa y sus ojos como de piedras preciosas, acabaría por tirársele encima y arrancarle la ropa para hacerlo suyo sobre cualquier superficie plana de la casa. Y eso... eso estaba mal, muy mal. No se trataba de que el chico fuese malo en la cama, al contrario, todo lo que hacían se sentía bien. Muy bien. Y ese era precisamente el problema, porque Luis se intoxicaba cada día más con su aroma, con su piel suave como de leche, con sus suaves cabellos cobrizos, con su risa, con sus frustraciones. Sentía que si seguía llevándoselo a la cama como había comenzado a hacerlo, terminaría por secuestrar a Aarón en su casa para no soltarlo nunca más.
Y no solo eso, un montón de dudas habían comenzado a inundar su mente como un dique reventado. Preguntas como ¿Le gustaría alguien en el instituto? ¿Qué tipo de amigos tenía? ¿Dónde habría nacido? ¿Les presentaría a sus padres? ¿Se llevaría bien con ellos? ¿Iría a visitarlos para la Navidad? ¿Aarón aceptaría mudarse con él? Y con tales preguntas, sus sentidos se pusieron en alerta roja. Las alarmas sonaban por todas partes, advirtiéndole sobre algo a lo que Luis no quería enfrentar ni por asomo. No era idiota, estaba andándose por un camino sin retorno. Y no quería eso. No quería enamorarse.
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Secretos De Familia. ME PERTENECES (PARTE II)
RomanceHan pasado varios meses desde que la relación de Leandro y Adrián se ha estabilizado. Todo marcha bien hasta que ciertos eventos remueven en Leandro sus oscuras memorias, recuerdos sobre los sucesos que condujeron a la muerte de su mejor amiga y qu...