ÚNICO

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Taehyung se levanta cada mañana a prepararse un pan blanco con mermelada casera. Lo unico que varia es su sabor. Desde melocotón a piña, durazno y frambuesa. Hoy en dia es la fresa quien predomina en manjar.

Personalmente, su sabor le gusta mas que cualquier otro y tiene de reserva unos cuantos frasquitos más en su alacena. El primero, no hace mucho que esta en uso y es cuidadoso con la cantidad que hunta para no hostigarse.

Le gusta el cambio de su rutina desde hace quince días.

Le gusta todo lo nuevo que trae Jung Hoseok consigo.

Cuando esta a dos bocados de terminar con su pan, unos brazos le rodean a su espalda. El olor de su shampoo llega hasta sus fosas nasales y el aliento mentolado de su pasta dental le saludan con un beso en la oreja.

A Jung Hoseok lo conoció de casualidad, cuando, vuelto loco, corría por las calles desoladas de la ciudad para alcanzar el ultimo tren del subterráneo. Ese dia, saliendo de su trabajo, habia ido con sus amigos a celebrar su ruptura con un idiota acomplejado con el tamaño de su pene (de nombre Jun) quien nunca se cansaba de compararlo con el suyo, como si a Taehyung le importara ser el de abajo teniendo un ejemplar mas grande. Sin mucha libertad para perderse en alcohol entre semana, tenia que llegar a su casa por lo menos para ducharse asi que fue cuando, en un vagón vacio en su totalidad, él y Hoseok intentaron entrar al mismo tiempo con las puertas a punto de cerrarse.

Sintiéndose mas ebrio de lo que en verdad se encontraba, con un deje de torpeza, sus mejillas no evitaron acalorarse con la sonrisa que le dedicó (en ese entonces) el desconocido.

A Taehyung le bastó una mirada sobre Hoseok para deparar sobre un nuevo concepto tan bueno ante sus ojos.

La mermelada de durazno que habia saboreado esa ultima vez por la mañana, le habia aburrido lo suficiente y sentía la boca seca. Asi que no queria empalagarse aun mas con los dulces acostumbrados. Buscó en su mochila un lata, de las que habían sobrado y tuvieron que repartir él y sus amigos muy decepcionados, antes de partir a sus casas.

—¿Quieres un trago?

Hoseok no le dio oportunidad de pensar sobre lo que hacia, y en su defensa (en la de ambos) hacer ese tipo de cosas no eran un problema si al menos solo se trataba de una vez. Todo el mundo tenia permitido ser un idiota, ¿no? El momento de Taehyung y Hoseok fue aquella noche, convencidos de que no se destinaba a nada trascendental.

Hoseok aceptó la lata y le dio un buen sorbo, Taehyung sonrió en grande haciéndole segunda.

Y le gustó que fuese amargo.

Antes de que Hoseok bajara primero del vagón, Taehyung obtuvo su número de teléfono.

A los tres días no solo fue una lata de cerveza compartida, se encontraron en una cafetería y quedaron en verse en la casa de alguno de los dos. Taehyung fue quien invitó los tragos y Hoseok se quedó a pasar la noche haciendo buena compañía. Y con extrema lentitud Hoseok se convirtió en el respiro de dias pesados, en la cobija caliente de dias helados y el sujeto que escuchaba a cambio de nada las ganas de renunciar en Taehyung.

Hoseok se hizo costumbre cada dos semanas por meses hasta que se abalanzó sobre él con un beso.

Esa noche habian terminado con raciones un poco desproporcionadas de ramen picante sobre la mesa y una a una habían vaciado con suficiencia las botellas de alcohol. Sus mentes embrutecian desde hace días con algo mas de contacto corporal. Taehyung para entonces había perdido su vergüenza y ambos coqueteaban sin escrúpulos como dos adolescentes en cada ocasión que se les venia en gana.

Taehyung muy poco sabia de que Hoseok iba en serio y hasta entonces habia pensado que era parte de un juego bizarro en el que participaba como comediante. Se encontraba en un punto donde la desesperación y su impotencia congeniaban en un impulso a la locura porque Hoseok se habia convertido en un capricho insano.

—Te reto a que me des un beso —No fue simplemente que lo dijera de repente. La situación fue cuidadosamente seleccionada para no parecer un tipo con tan poco amor propio que rogaba afecto en cualquier lado.

Hoseok no dijo nada por un buen tiempo. Estático con la bebida de camino a sus labios le miró un poco consternado.

Taehyung penso que esa vez se habia propasado y seguramente todo se condenaba.

El acto violento fue totalmente inesperado. Hoseok lo atrajo hacia si de la nuca y estrelló sus labios en mullidos colchones de piel rosa.

Taehyung pudo observar las pestañas largas de Hoseok con parsimonia, se entretuvo en las sensaciones del beso con detalle y lo acepto como quien acepta una rosa del mas bello jardín a pesar de las espinas que se incrustan sobre la piel.

Jamás creyó saber que estaba listo para volver a ese dulce de azúcar del que rehuyó como fruta ácida.

Hoseok sabia a fresa y a miel. Y a Taehyung le pareció tan adictivo que no le importó que lo repitiesen una y otra vez sobrepasando límites.

Sin imaginarlo, lo llevó donde ahora.

Sobre la mesa, con Hoseok tomando el control de su cuerpo, con los jadeos martirizando su apetito y las manos en descontrol tocando un par de lugares que nublan toda razón sobre él, suspirando anhelos, deseando el eterno fin que se aproxima irremediable en algo tan mundano que a Taehyung no le extraña si su novio llega a ignorarlo, jugando con él.

Todos somos propensos a caer en estas cosas.

En el amor.

En mentiras dulces.

En mermelada en frasquitos de vidrio.

En ser un par de idiotas que fingen saber nada y entregarlo todo.

Taehyung, especialmente, a sido propenso a caer en paranoias.

Aguarda parsimonioso todo su manjar, consumiéndolo solo las mañanas que ve a Hoseok. Espera que, cuando todo parezca llegar a su fin, se guarde receloso otro frasquito intacto en su alacena para reterlo y nunca terminar.

Desea ferviente que ni Hoseok o la mermelada de fresa se terminen tan pronto, aunque sea cuestión del destino.

MERMELADA 草莓: VOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora