Encuentro predestinado

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–Éramos cuatro hermanos. Muchas veces me pregunto que habrá sido de ellos. Jugábamos todo el día. Nos mordíamos, revolcábamos, perseguíamos y dormíamos juntos– empezó la lince.

–Me hubiera gustado verlo. Debíais de ser monísimos– intervino la elfa.

–Lo éramos, sin duda. Como puedes ver, lo sigo siendo– rio la felina, para luego recobrar un tono nostálgico –. Cuando crecimos, como todos los jóvenes, quisimos explorar el mundo por nuestra cuenta. Y a pesar de que nuestros padres hubieran querido tenernos un tiempo más, nos dejaron marchar, pues es nuestra naturaleza.

»Aún recuerdo la primera vez deambulando sola por la selva. Era joven e inexperta, mirando distraídamente la vegetación, algunas de las plantas e insectos que nunca había visto en el territorio de mis padres.

»Esa distracción casi me costó la vida. Una serpiente me mordió, y, aunque reaccioné y acabé con ella, estuve varios días entre la vida y la muerte. Lo bueno es que conseguí cierta resistencia al veneno.

Goldmi escuchaba embobada. Quizás su hermana no fuera la mejor narradora del mundo, pero sus sentimientos eran palpables a través del vínculo, mezclándose con las palabras, y haciendo más viva y real la historia.

–Con el tiempo, fui aprendiendo de mis errores, haciéndome más fuerte, más experimentada, más arrogante. Tanto, que entré en el territorio de un macho sin darle importancia. Hasta que apareció frente a mí, cuando acababa de cazar a un conejo cornudo. "Me gustas. Me aparearé contigo".

»Lo odié nada más escucharlo. Había nacido libre, y no podía admitir que decidieran por mí. Le gruñí, con el pelo erizado, pero aquello no lo asustó, todo lo contrario. "Oh, te resistes, eso lo hará más interesante. Será divertido someterte", dijo.

Goldmi sintió rabia en aquel momento, pero no dijo nada, sólo abrazó más fuerte a su hermana.

–Pronto quedó claro que era más fuerte que yo. Tenía más experiencia y su nivel era mayor. Me había ocasionado varias heridas, dolorosas pero no graves. Él quería someterme, no matarme. Era evidente que no podía vencerlo, lo que no sólo hirió mi orgullo. También sentí pánico. Impotencia.

»Decidí huir. Creí que si escapaba de su territorio tendría una oportunidad, pero él conocía la zona mejor que yo. Cuando estaba cerca del límite, él aparecía frente a mí, burlándose, obligándome a cambiar de dirección.

»Poco a poco, fui agotándome. Me detuve casi sin aliento, y él apareció de nuevo frente a mí. "Sé mía, no puedes escapar".

La elfa temblaba. Aunque era diferente, le recordaba a su propia experiencia, a estar dominada, atrapada.

–Estuve a punto de rendirme, de pensar que quizás no sería tan malo. Estaba cansada y sin fuerzas. Pero siempre he sido muy orgullosa. Cuando él se acercó a mí, convencido de tenerme sometida, me lancé y le mordí en una pierna.

»Aquello lo enojó. Me atacó, pero esta vez sin contenerse. Quería matarme. Me di cuenta que era mucho más arrogante de lo que podía haber imaginado, mucho más creído de sí mismo de lo que hubiera creído posible. Decía cosas como: "Eres una estúpida. Has tenido la mejor oportunidad de tu vida y las has desaprovechado." "No te mereces tener mis hijos." "Te atreves a volverte contra tu amo. Vas a morir."

A pesar de las diferencias, a Goldmi le recordaba a su ex, en especial por su actitud de querer dominarla. Y, aunque sentía miedo, era más fuerte la rabia, la impotencia por no poder hacer nada por su hermana del pasado.

–Me defendí como pude, pero mis heridas eran cada vez más graves, y yo apenas le había logrado hacer más daño que aquel mordisco. Retrocedí hasta el río, esperando que no se atreviera a seguirme allí. Y no lo hizo, pero tampoco yo pude enfrentarme a la corriente. Ni siquiera sé si lo podría haber hecho estando en perfectas condiciones.

»Tratando de no ahogarme, veía a veces su silueta en la orilla, siguiéndome. Puede que se burlara de mí, pero no podía oírlo. No sé cuánto me arrastró el agua. Casi me había rendido cuando oí el ruido de una catarata, el ruido de mi inminente muerte. Apenas me quedaban fuerzas para sacar la cabeza y tratar de respirar.

»Choqué con algo mientras caía, y perdí el conocimiento. La verdad es que no sé cómo me salvé. Cuando desperté, en la orilla, a varios metros de la cascada, no podía creerlo. No entendía como estaba viva. Bueno, apenas, no podía ni sostenerme en pie. Me dolía todo el cuerpo, y creo que tenía varios huesos rotos. Y, lo que era peor, podía ver la sombra de aquel lince en la otra orilla, quizás buscando mi cuerpo.

La elfa tragó saliva, escuchando atentamente.

–Él no podía verme. Estaba medio enterrada en fango y hojas, pero no tenía la menor duda de que acabaría encontrándome. Fue entonces cuando oí una voz, que parecía llegar a través del agua. "Los visitantes están por llegar. Alguno necesitan compañeros durante su estancia. Tú podrías serlo. Si aceptas"

»Era algo que todos sabíamos. Quizás no hubiera aceptado en otras circunstancias, a pesar de ser un honor que te elijan, pero en aquel momento era mi única oportunidad. Acepté. Y el agua me engulló

»Cuando volví a despertar, estaba curada. Varias sombras se movían, eligiendo a otros como yo y yéndose con ellos. Aunque a mí ni siquiera me miraban, como si no fuera útil, como si fuera inferior. Reconozco que aquello hirió mi orgullo.

»Hasta que un día sentí algo. Y luego vi una sombra más clara que las demás, que me miraba fijamente, incluso eran visibles unos preciosos ojos azules. No sé por qué me escogiste, pero desde el principio sentí un fuerte vínculo contigo. Sabía que era más poderoso de lo que debía ser, más íntimo, eterno. Sabía que había encontrado a la hermana que no sabía que tenía.

–Es evidente por qué te escogí. Porque no había ninguna otra a la que pudiera escoger. En cuanto te vi, sentí algo, aunque entonces no sabía qué era. Creía que lo imaginaba, pero ahora sé que no es así. ¡Y además necesitaba a alguien que se comiera mi comida!

Ambas rieron, sintiéndose más unidas aún de lo que se habían sentido nunca. Las dos se habían confesado sus más profundos sentimientos. Habían confiado la una en la otra más que nunca, fortaleciendo su vínculo y compartiendo el peso que había atenazado sus corazones, haciéndolo así más ligero.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora