Dos días después, habiendo hecho una reforma en su armario con una tarde de compras junto a Jong Suk, An Na recibió la confirmación de que podría empezar a trabajar en la compañía Taerung Brothers, en donde su amigo ejercía como abogado. Regresando a la rutina de cuando estaban en primaria y secundaria, acordaron encontrarse todas las mañanas para desayunar juntos y luego tomar el autobús. En su primer día, la muchacha se decidió por vestir unos pantalones caquis de tiro alto a la cintura, una camisa negra por debajo y las ya usuales bailarinas, acomodó su cabello en una trenza que le dejaba el rostro despejado y se maquilló de forma ligera, con la poca técnica que le habían enseñado las mujeres de la tienda de cosméticos cuando fueron a comprar. Todavía recordaba a Jong Suk burlándose de sus intentos de sostener una brocha durante el resto de la tarde. De a poco, se animó a sí misma, sintiéndose orgullosa del delineado de sus ojos y el labial rosa de sus labios. Se colocó un poco de perfume y, por último, un anillo de plata con un pequeño corazón azul en el dedo anular izquierdo. ¡Listo! Terminó por lavar sus dientes, asegurándose que su aliento estuviese fresco después de desayunar, y salió por la puerta. Su amigo la esperaba ya en la calle, usando un traje de pantalón y saco marrón combinado con una camiseta formal de cuello en v verde musgo. Había dividido su peinado a la mitad.
- Wa - soltó el muchacho, cruzando los brazos sobre el pecho en una actitud engreída -. Mi secretaria ha aprendido lo que es tener buen gusto, ¿uh? Casi parece una mujer normal.
- Y Lee Jong Suk-ssi sigue siendo el idiota petulante de siempre – atacó ella, adoptando la misma pose -. Supongo que algunas cosas nunca cambian.
En cuanto vio que amenazaba con volver a ahorcarla como días atrás, An Na corrió calle abajo aferrándose fuertemente a su bolso para que no cayera. Gracias a la ayuda de su amigo, sabía de antemano que iba a necesitar para trabajar a su lado, pero el monstruo de la preparación y organización que la habitaba la obligó a llevar aún más, por lo que su podía apostar que su hombro le dolería de acarrear tantas cosas cuando regresara. Escuchó las llamados y carcajadas de Jong Suk a sus espaldas a medida que la seguía en su carrera a la parada de autobuses, aguardaron de pie junto al cartel y, cuando su transporte arribó, el muchacho subió primero, corrió al único asiento libre que quedaba al final, apoyó la cabeza en la ventana y pretendió dormir con la boca abierta. ¡Qué infantil!, pensó para sus adentros; sin embargo, An Na no tardó en colocarse a su lado, sosteniéndose a los caños, y tapó su nariz y boca con una mano lo suficiente para que él tuviese que incorporarse y quitársela de encima. De mala gana, Jong Suk le entregó su asiento.
- Gamsahabnida, abogado Lee – le agradeció con formalidad.
Cuando se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja, el joven inquirió:
- ¿Qué llevas ahí?
- Ah. – Supo que se refería al anillo en su dedo. – Es el que me regalaste después de ganar en aquella feria cuando teníamos doce años, ¿recuerdas?
- Ne, lo recuerdo, pero ¿por qué lo llevas? ¿No es de plástico?
- Solamente el corazón – aclaró, y estiró el brazo para que pudiese verlo bien -. Lo uso siempre que quiero evitar problemas. Si alguien intenta coquetear conmigo, sólo tengo que enseñarles el anillo y pensarán que estoy en pareja. Me ha servido por años.
Su amigo sonrió al escucharla y le acarició la parte de arriba de la cabeza.
- Buen trabajo manteniéndote alejada de todos los hombres, Choi An Na-ssi.
Compartiendo los auriculares, ambos disfrutaron de su viaje hasta que fue turno de bajar. Frente al imponente edificio en donde trabajaría, la muchacha no pudo evitar sentirse increíblemente pequeña en comparación mientras que Jong Suk, con su maletín en una mano y la otra en el bolsillo, se mostraba natural e incluso cómodo. Ese debía ser el tipo de ambiente al que se había acostumbrado durante sus años en Estados Unidos así que no debía sentirse sorprendida, ese era el terreno por el que su amigo quiso esforzarse en estudiar y prepararse desde niño. Casi hasta pudo vislumbrar a un Jong Suk de nueve años – cuando decidió que se convertiría en abogado – cruzando las puertas de entrada a su lado. Recibieron el saludo de las mujeres de recepción, a quienes An Na conoció durante su entrevista días atrás, se dirigieron a los elevadores y subieron junto con un monto de personas. Antes de que pudiese llevar a cabo otra de sus bromas, ella se encargó de darle al joven un pellizco en la espalda y asesinarlo con la mirada, a modo de advertencia. Éste simplemente sonrió y permaneció callado.
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Just Friends [Lee Jong Suk]
Fanfiction[10 capítulos] - He vivido con la cabeza baja por demasiado tiempo, Jong Suk-ah. A partir de hoy, vestiré como quiera, comeré lo que quiera, haré lo que quiera. Y seré feliz. - Hazlo, Anna. Yo estaré a tu lado, apoyándote... como siempre.