Capítulo 22. Libertad

559 40 10
                                    

Narrado por Nicolás.

Mi corazón latía tan rápido como nunca y yo no me podía sentir más nervioso, las manos me temblaban y la mirada de Brenda estaba matándome por completo, jamás olvidaré aquella mirada, llena de odio e ira. Yo mismo me había condenado a ser mirado de tal forma, acabo de decirle que lo prefiero a él, lo prefiero a él antes que a ella, me delaté yo solo y todavía no sé si arrepentirme o sentirme orgulloso por eso.

Brenda estaba sentada en mi cama y yo seguía parado frente a ella, acababa de pronunciar esas significantes palabras que probablemente estaban por cambiar toda mi vida: “lo prefiero a él”.

— ¿Q-qué? — Fue lo único que pudo decir Brenda, aparentemente no planeaba que yo diera esa respuesta, yo estaba igual de asombrado, tampoco esperaba decir eso, pero ella me puso en esa situación y yo no podía mentir más, no era justo para nadie.
—No quiero estar con alguien que no confía en mí… — Vuelvo a decir, dándole a entender que estoy terminando con ella. — Así que si tengo que escoger, lo prefiero a él. — Esta vez sueno más seguro, no tengo ni puta idea de dónde saco tanto valor.
— ¿E-estás terminando conmigo? — Me pregunta, su voz ahora era mucho más apagada, triste y miserable pero no me hizo sentir nada.
— Sí, es lo mejor para los dos… — Termino por decir y ella se pone pálida, como si hubiera visto un fantasma.
— P-pero yo te amo — Su voz está a punto de romperse, no creo que siga amándome, hace mucho que dejamos de querernos.
— Si me amaras confiarías en mí. — Contesto sin mostrar compasión. — Siempre has tenido la manía de querer tenerme controlado, siempre quieres saber dónde estoy, con quién, qué estoy haciendo, es algo obsesivo y ya ni siquiera crees en mí, no podemos seguir juntos. — Me desahogué.
— Y-yo… — se pone de pie. — Te vas a arrepentir de esto — Menciona de forma amenazante para después salir huyendo de la habitación, dando un portazo como toda una niña berrinchuda.

Me quedo estático mirando la puerta, deseando con todas mis fuerzas que no se volviera a abrir. Pasan unos segundos y escuchó como salé de mi casa, respiro profundo. Finalmente estoy solo y finalmente estoy soltero. ¡Estoy soltero!

No puedo evitar sonreír como un maldito desgraciado, me siento libre, acabo de quitarme un gran peso de encima y ni siquiera fue tan difícil, debí de haber hecho esto desde hace mucho. Me dejé caer en mi cama sintiéndome mucho más ligero, soy como un hombre nuevo.

Ya no tengo que dar más explicaciones ni tengo que inventar excusas, no tengo que estar con alguien por puro compromiso, puedo estar con Edgar sin tener que escuchar reclamos, de ahora en adelante las cosas iban a hacer mucho más fáciles, mi vida sería más sencilla.

Siento tanta paz llenando mi cuerpo que me quedo dormido sin tener ningún problema, seguía cansando por lo que pasó anoche, tenía resaca y los gritos de mi ahora exnovia no me habían ayudado en nada.

Dormir me hizo sentir muy bien, tenía mucho que no dormía hasta despertar mí solo, últimamente despierto gracias a alarmas o malos sueños. Cuando desperté el cielo estaba mucho más oscuro, había dormido toda la tarde y me sentía saludable.  

Bajé y la casa estaba vacía, mejor para mí. Me dirigí a la cocina y me preparé algo de comer para después volver a subir y tomar una ducha. Quería ir a ver a Edgar y ese era mi plan, quería contarle que todo había salido de maravilla, se va a poner muy contento cuando se entere que estoy soltero.

Me tomé mi tiempo arreglándome, quería verme bien para darle la gran noticia, me afeité y me peiné meticulosamente, muy probablemente Edgar terminaría agarrándome a besos y despeinándome pero no me importaba, eso era lo que esperaba que hiciera.

Salí de mi casa y era otra noche fría, el viento me pegaba en la cara y se sentía bien, el olor de la ciudad era agradable, no podría describirlo, es simplemente el fresco aroma de la helada noche. No me molestaba nada caminar pues estaba disfrutando del ambiente, para ser sábado por la noche las calles estaban bastante calmadas, era como si todo el mundo finalmente estuviera en calma.

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora