8 - Deseo Famélico, Cristal Especial...

2.3K 110 9
                                    

las Personas son Enemigas y la Sangre Letal

Si se supone que ser tocada de manera sugerente por la persona que te desea es algo excitante y más en pleno amanecer; creo que cualquiera hubiera deseado estar en mi lugar en esta fría mañana, donde que la temperatura de tu cuerpo se eleve puede ser la mejor sensación. Pero lo que divide entre el gozo de sexo mañanero y pánico mezclado con molestia es una delgada línea si se trata de mi situación.

Desperté acurrucada contra algo cálido que me hacía compañía en mi cama; era una sensación placentera y acogedora al recibir ese calor. Me ordenaba a mí misma no abrir los ojos al saber de quién se trataba, su pelaje pelinegro me acariciaba la cara y su respiración era lenta; y si soy sincera estar acostada sobre su abdomen es uno de los mejores deleites que me podría dar. Es mejor tenerlo dormido que despierto, de esta manera mi seguridad es mayor; sin embargo no tengo idea de cuando llegó, aun así es como tener un suave pero duro peluche; se le sienten los ricos músculos. Pero todo lo bueno no puede durar para toda la eternidad, una donde prefería seguir descansando con su calidez hasta que mi apetito se abriera, pero aun así ignorarlo para seguir descansando. Más sin embargo, no todos piensan igual que yo, que por una vez en su vida quería mandar todo a la mierda y dormir.

Unas manos cálidas sujetaban mis muslos, pasando de arriba a abajo; estoy lo suficientemente cansada como para ignorar eso por un momento. Pero Kuroi hace más al separar mis muslos y deslizar su rostro por entre mis piernas hasta mi feminidad, olisqueándola y produciéndome cosquillas extrañas.

Gruñí por lo bajo al sentir como acariciaba mi trasero con una de sus manos.

— No... hagas eso — Murmuré bajito tirando mi cadera hacia atrás, si solo se detenía podíamos dejar la cosa en paz. Pero no lo hizo, siguió olfateando mi sexo a su antojo y lo lamió por encima de las bragas. Me estremecí y me alejé un poco más de su cabeza en lo que el sueño se desvanecía; no sé en qué momento de la noche quedé con la cabeza a los pies de la cama, pero esta posición no me ayuda —. Kuroi... — Advertí con un poco más de severidad, solo se pueden perdonar dos. Prácticamente me ignoró por completo y hundió más su cabeza entre mis piernas, presionándome contra el colchón y comenzando a lamer sin compasión mientras sostenía mis muslos, abriéndolos —. ¡Kuroi! — Chillé despertándome por completo y alejándome de él lanzado patadas, y cayendo de bruces en el piso.

Me di la vuelta apoyándome en mis codos, esa no es manera de despertar. Sacudí la cabeza viendo un par de nuevos rasguños en mi piel, con molestia me levanté a ver al cabrón. Me cruzo de brazos y el cabello me cae por los hombros. El oji-verde me está devolviendo la mirada con las pupilas dilatadas. Se puso a horcajas, moviendo su cola de lado a lado muy lentamente.

— Pedazo de cabrón. Te dije que no te pasaras de listo — Le gruño entornando los ojos. Parecía desentendido, ajeno a lo que le acababa de decir. No debería molestarlo —. No mi ignores; te advertí que no me tocaras — Siguió sin responder, ni siquiera se movía, tan solo parpadeaba y me miraba. Descrucé los brazos y me le acerqué un poco, tomando su rostro entre mis manos, sintiendo el suave pelaje —. ¿Me estás escuchando? — Él siempre responde, aunque sea con una negación o afirmación. Pero parece en un estado de hipnosis. Ya me está dando una punzada de preocupación y temor.

Depredador. Paciente. Acecha.

— Lista... — Murmura muy bajo, tanto que me costó escuchar. Su cola se enredó en mi cintura, y una corriente me atravesó, retorciendo mis entrañas.

Calcula. Se prepara.

Esto es malo.

— ¿Qué has dicho? — Interrogo en un susurro ahogado, viéndolo directamente a los ojos. Sus pupilas abarcan casi todo su ojo, dejándolos prácticamente negros. Tenían un extraño brillo, cual me mandaba escalofríos por todo el cuerpo, erizando cada vello del mismo. Conozco este quiebre.

01 - Criatura - CF30 {Saga Experimentos} {Corrigiendo} TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora