En cada estrofa, sus lágrimas se entrelazan con las letras, desvelando la inestabilidad que brota de su quebrantado corazón, las penumbras de su existencia se tornan versos etéreos, y en cada poema, su voz fluye como un río de suspiros.
En el lienzo...
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Tu hipocresía, odiosa y repulsiva, se alza como una silueta en cada esquina, envenenando el aire que respiramos, enredándose en las fibras del destino.
Tus expresiones son hilos de mentira; un suéter, una tela de falsedad, mientras tus acciones son la daga traicionera que desgarra los corazones con crueldad.
¿Cuándo abandonarás tu máscara engañosa, ese rostro que oculta tu verdadero yo? Tu doble cara es un tósigo maldito, una serpiente que no deja de crecer.
En las sombras, los rencores persisten, y en la luz del día se multiplican, no hay descanso para tu alma corrompida, ni respiro para aquellos que te cercan y sufren.
Oh, hipócrita sin escrúpulos y sin vergüenza, tu vida misma se vuelve detestable, y mientras la luna cae y el día se asoma, tu farsa perdura, inmutable e inquebrantable.
