Las balas

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Graham no lo podía creer, a pesar del odio, el resentimiento, amor y el sin fin de sentimientos encontrados que le embargaban desde aquel día en que confesó sus sentimientos hacia Damon, simplemente jaló el gatillo.

Alex corrió en su dirección con premura, no preguntó nada, simplemente abrazó a Graham quien se quedó inmóvil con la vista apuntando hacía ningún lugar.

-¿Qué hiciste, Coxi?, ¿Qué hiciste? – preguntó alterado, sabiendo que ese sería un instante que cambiaría la vida del otro para siempre, pero sin animarse a mirar el entorno.

- Alex. – dijo casi en un susurro, con el dedo aún en el gatillo del arma que permanecía caliente – suéltame, yo puedo solo con esto y aunque nadie se lo crea ya no soy un niño. Puedo solucionar mis problemas solo.

La ejecución fue buena, bloqueó los codos, los hombros y puso el cuerpo tan rígido que la fuerza del disparo no le movió ni un poco, la puntería también había sido buena, incluso considerando la inmensidad del blanco frente a sus ojos.

Alex besó su frente y solamente un grito pudo sacarlos a ambos del estado tan extraño en el que se encontraban, era un grito lleno de vigor y de rabia, casi gutural, Alex no sabía si aquella señal le llenaría de esperanza o le sería detonante de espanto y pena, mientras aquel sonido hizo que Graham se encontrara con un dejo de arrepentimiento.

- ¡Ah! – exclamó aquella voz con fuerza, largamente hasta que el aire en los pulmones de su emisor se acabó por completo para volver a tomar aire. – ¡Eres un imbécil!, y tú, ¡suéltalo!

Ambos fijaron los ojos en la fuente de aquel sonido, solo así Alex lo supo: Graham no había sido capaz de hacerlo.

Claro que apuntó amenazante al rubio, pero a último momento cambió sus planes y direccionó el brazo a la derecha hacia los fardos de paja.

- Ya puedes irte Alex. Se acabó el espectáculo y ya no hay nada que mirar.

El otro obedeció comprendiendo su necesidad de intimidad y dejó a los amantes a solas.

- ¿Quién eres Graham?, ¿quién eres? – consultó el rubio con un dejo de dolor.

- No soy absolutamente nadie, comprende. – Respondió el soldado.

- Sabes que yo estaba completa y perdidamente enamorado de ti y tú, ¿qué hiciste con eso?, ocupaste lo que te di para limpiarte el culo.

- ¿Qué podrías haberme dado si eres absolutamente pobre, un don nadie?

- Mi amor y mi vida eran totalmente tuyos, pero ya he descubierto que hay Cosas que te gustan tantísimo más, como chupársela a esos hijos de puta que te mandonean y que te la metan por el culo.

- Cállate. - expresó el de lentes, enojado. – Acaso no te das cuenta de que estas en desventaja. - dijo acariciando la mejilla del de ojos azules con su arma. – Aquí podría hacerte cualquier cosa. – continuó enfundando su arma y agachándose para quedar cerca de la boca a la tanto extrañaba. – Cualquier cosa, repitió esta vez aproximando su Cabeza cerca de la entrepierna del otro, pasando las manos por sus costados.

El rubio se sintió extraño ante el comportamiento de Graham porque lo asustaba, pero a la vez le encendía un poco, no tenía claridad de lo que el otro haría, por esa razón comenzó a sentirse ansioso.

"¿es este el mismo del que me enamoré?", se preguntaba a sí mismo, mientras su único deseo era volver a tenerlo entre sus brazos suspirando y gimiendo su nombre otra vez.

- ¿Qué vas a hacer conmigo? – inquirió el de ojos azules.

- Quiero que salgas de aquí corriendo, no comentes esto con nadie y no vuelvas a aparecer por ningún lado, no es conveniente para ti, ni yo quiero volver a verte.

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